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El Caribe lidia con los estragos de un huracán, mientras otro acecha la región 

2017-09-11

Azam Ahmed, The New York Times

POINTE-A-PITRE, Isla Guadalupe — Apenas las comunicaciones se reanudaban en las islas caribeñas azotadas por el huracán Irma, que era de categoría 5 cuando pasó por la región, cuando fueron reportadas cinco muertes en las islas Vírgenes Británicas; con ello la cifra de fallecimientos aumentó a 25.

Y ahora las islas esperan el paso de José, un huracán de categoría 4. Se prevé que esa formación meteorológica no cause tanto daño como Irma, que provocó destrucciones que tardarán años en arreglarse porque en varias islas derrumbó hasta el 90 por ciento de la infraestructura. Sin embargo, José ha obstaculizado los difíciles trabajos de reconstrucción pues ha causado que se suspenda toda la ayuda por cuestiones de seguridad.

Miles de personas damnificadas deberán esperar más días antes de recibir la asistencia requerida. Y los funcionarios alertan que la cifra de muertos aumentará conforme se haga evidente la magnitud de la devastación.

“He trabajado en el Caribe durante diez años y es la primera vez que veo una situación así”, dijo Raphael Hamoir, coordinador de emergencias de la Cruz Roja Francesa para la región. “Estamos hablando de una devastación provocada por un huracán categoría 5 y, justo cuando empezamos los esfuerzos de ayuda, se acerca otro huracán”.

Residentes y visitantes de las islas de San Martín y San Bartolomé quedaron atrapados debido al ciclón y muchos necesitan agua y comida; los escombros no han sido retirados de los caminos y buena parte de la zona sigue sin tener electricidad.

Podrían pasar días antes de que los rescatistas siquiera puedan evaluar cuánta asistencia será necesaria y las pérdidas provocadas por ambos meteoros.

José “no solo ha detenido todo el trabajo que apenas empezamos”, dijo Hamoir, “significa que tendremos que empezar de cero en tres días”.

En buena parte de las islas caribeñas los encargados de la ayuda humanitaria se apresuraban por llevar suministros a poblaciones que quedaron despojadas de prácticamente todo. El sábado temprano llegó una de las pocas buenas noticias a la región: algunas de las islas más afectadas por Irma, como Antigua y Barbuda, no parecían estar en el trayecto directo de José.

Las islas Vírgenes estadounidenses y británicas, así como Antigua, levantaron su alerta de huracán y la bajaron a resguardo por tormentas tropicales; Barbuda y Anguila hicieron lo mismo hacia la tarde del sábado. San Martín y San Bartolomé también disminuyeron sus alertas.

“El miedo siempre ha sido que si sufrimos un golpe como el de ahora, y Estados Unidos continental también es afectado, nos olvidarán por completo”.

El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos prevé que todavía haya entre 8 y 10 centímetros de lluvia en el área Todavía no se calcula el daño causado por Irma pero lo que se ha visto hasta ahora es poco esperanzador: la destrucción en San Martín y San Bartolomé es de entre 80 y 90 por ciento; las cifras son similares en Antigua, Barbuda y Anguila.

El sábado surgió un atisbo de esperanza en San Bartolomé.

“La gente está trabajando junta de manera hermosa para ayudarse los unos a los otros”, dijo Arun Inam, de 54 años y residente de medio tiempo en la isla. “En las calles hay muestras claras de fortaleza, apoyo y bondad”.

“Podía haberme ido”, dijo Iram, “pero decidí quedarme para apoyar a los amigos que viven aquí”.

En Cuba, Irma causó grandes daños la noche del viernes, cuando el ojo del huracán quedó exactamente al norte de las provincias de Camagüey y Ciego de Ávila, al centro de la isla. Las autoridades no han hecho anuncios claros sobre cuán dañada resultó la isla, en particular los hoteles y la infraestructura turística que contribuye con buena parte de los ingresos de Cuba.

El daño al turismo, junto con pérdidas en el sector agrícola y los costos de reconstrucción a lo largo del país, serán un peso económico para la isla que, de por sí, tiene poco acceso al efectivo.

Los habitantes despertaron el sábado para encontrarse con casas enteras destruidas y almacenes sin techos. Sin embargo, algunas de las primeras imágenes divulgadas sugieren que el daño no fue tan catastrófico como en otras partes del Caribe.
 
La isla de Guadalupe, que se libró de buena parte de los daños de Irma, se ha vuelto un punto de encuentro para los esfuerzos de asistencia; cientos de rescatistas —en su mayoría franceses— la han adoptado como base de operaciones.

Los programas de ayuda se iniciaron, aunque haya suspensiones temporales, pero en zonas como las islas Vírgenes Británicas apenas empiezan los esfuerzos. La desesperación era evidente al conversar con media decena de personas atrapadas en la isla de Tórtola, la más poblada del archipiélago con alrededor de 25,000 habitantes.

Los edificios fueron derrumbados, los caminos desaparecieron bajo el agua y montes verdosos quedaron como montículos rasos. Varios residentes reportaron saqueos.

Han sido registradas cinco muertes, según Gus Japsert, gobernador de las islas Vírgenes Británicas que urgió a los ciudadanos a tomarse en serio la amenaza de José. “Las comunidades sí se han unido y se han apoyado entre sí”, dijo en una entrevista telefónica.

El gobierno británico indicó que había enviado veinte toneladas de suministros a las áreas afectadas, incluidos los kits para los albergues y linternas solares, en una embarcación naval que ya llegó a las islas.

Catherine Clayton, cuya familia es dueña de un hotel en la bahía Josiah, dijo que 25 personas —entre ellas vecinos damnificados— se están quedando en los dos cuartos que todavía son habitables. El sábado en la mañana todavía no habían llegado los paquetes de asistencia a esa parte de la isla.

“Tenemos suficiente agua potable para sobrevivir durante dos semanas, si lo repartimos en raciones”, dijo Clayton. “Lo mismo para la comida”.

En las islas Vírgenes estadounidenses han muerto, hasta el momento, cuatro personas. Las comunicaciones todavía no han sido restablecidas y muchos residentes dijeron que, con la atención enfocada en Florida —donde Irma tocó tierra el domingo— los habitantes de las islas serán olvidados.

“El miedo siempre ha sido que si sufrimos un golpe como el de ahora, y Estados Unidos continental también es afectado, nos olvidarán por completo”, dijo Brigitte Berry, cuya familia es oriunda de Santo Tomás. Por el momento, muchos isleños se sienten atrapados.

“No es como que podemos subirnos a un coche y manejar a otra parte”, dijo Berry. “Y todos nuestros botes han sido destruidos”.

Aunque no se prevé que José azote las costas de las islas Vírgenes, otras partes del Caribe se preparan para lo peor.

Eze Egwuatu estaba de vacaciones en San Martín cuando llegó Irma y destrozó el techo de la casa donde estaba durmiendo. Conforme se acercaba José, Egwuatu se trasladó a un albergue en la Facultad de Medicina de la American University of the Caribbean en el lado neerlandés de la isla.

“El ejército vino a evacuar a cincuenta mujeres y niños”, dijo Egwuatu por medio de un mensaje de texto, el sábado. “Ahora estamos en el albergue, esperando que también nos evacuen a nosotros”.

La universidad y el resto de la isla intentan determinar cómo ayudar a los estudiantes e integrantes de la comunidad para su evacuación cuando pase el huracán José.

“Hay una preocupación obvia y creciente por la cuestión de evacuar”, escribió Heidi Chumley, decana de la universidad, en una comunicación oficial. “Hay varias opciones pero cada una conlleva retos como el hecho de que el aeropuerto está cerrado, las difíciles mareas y que se acerca otro huracán”.

En otra parte del Caribe, hacia el golfo de México, el huracán Katia tocó tierra el sábado temprano. El gobernador del estado mexicano de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, dijo que hasta el momento se reportan dos muertos.



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