Internacional - Población

La represión de los rohingya, una "limpieza étnica de libro" 

2017-09-12

En una comparecencia ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Al Hussein ha denunciado...

MÓNICA G. PRIETO / El Mundo

El alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, Zeid Raad al Hussein, ha denunciado hoy en Ginebra la represión de la comunidad rohingya a manos del Ejército de Birmania, que parece constituir un "ejemplo de manual" de limpieza étnica, según sus palabras.

En una comparecencia ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Al Hussein ha denunciado "la brutal operación de seguridad" lanzada por el Tatmadaw en el norte de Rakhine, estado que alberga a la gran mayoría de esta comunidad musulmana, cuyos derechos son negados por el Gobierno de Naypyidaw. Se estima que unos 400,000 rohingya han huido de Rakhine desde el pasado mes de octubre, cuando comenzó la violencia, una cifra que implica casi un tercio de la población total, que no pasa de 1.1 millones. En las últimas dos semanas, más de 300,000 han escapado de una represión militar que ha sufrido un salto cualitativo.

El responsable jordano inauguró la trigésimosexta sesión del Consejo de DDHH con un encendido discurso, en el que recordó cómo ya se advirtió el pasado año en el mismo foro de los "sistemáticos y extendidos" crímenes cometidos contra la comunidad rohingya en Birmania, de mayoría budista, que "posiblemente equivalen a crímenes contra la Humanidad".

Hace unos meses, durante la primera fase de la actual campaña militar, un duro informe elaborado por una comisión de investigación de la ONU detalló, mediante los testimonios de los refugiados, relatos consistentes que apuntaban a masacres, asesinatos de civiles - entre los que se incluían menores y bebés - y violaciones sistemáticas, a menudo en grupo, de mujeres rohingya. Aquel informe derivó en la aprobación por parte del Consejo de una misión de investigación que nunca pudo desplazarse a Birmania, porque el Gobierno de Aung San Suu Kyi nunca concedió la autorización necesaria.

Sin embargo, aquella fase militar de lo que el Tatmadaw llama "operación de limpieza" es incomparable con la crudeza de la actual. Según Zeid, la "brutal operación" que en teoría responde a una oleada de ataques del Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ESRA) es "claramente desproporcionada".

"Dado que Birmania ha rechazado permitir el acceso a investigadores de Derechos Humanos, la situación actual no puede ser evaluada plenamente, pero se parece a lo que se define en los libros de texto como limpieza étnica", declaró el jordano. "El Gobierno birmano debe dejar de pretender que los rohingyas queman sus propias casas y devastan a su propio pueblo, porque esta completa negación de la realidad daña enormemente su imagen", señaló Zeid.

El Alto Comisionado de la ONU ha asegurado que su oficina dispone de imágenes que demuestran que el Ejército y las milicias locales budistas son responsables de los incendios de aldeas rohingyas, y calificó de "cínico ardid" del Ejecutivo el anuncio de que sólo los refugiados que puedan presentar "pruebas de nacionalidad" podrán regresar a Rakhine. Los rohingya carecen de derechos políticos y civiles desde 1962, lo que lleva al jordano a deducir que el objetivo último de Birmania es "transferir de forma forzosa a grandes números de personas" fuera del país.

El Alto Comisionado ha instado al Gobierno birmano "a poner fin a sus crueles operaciones militares actuales, a rendir cuentas por todas las violaciones ocurridas y a revertir el patrón de la severa y extendida discriminación contra la población rohingya", así como a permitir a la misión de investigación un "acceso sin restricciones al país".

Sus palabras se suman a una ristra de críticas internacionales que no para de crecer. Ayer domingo, el ministro de Exteriores de Bangladesh acusó al Gobierno birmano de cometer "genocidio" contra los rohingya, en una escalada verbal sin precedentes que demuestra, según los analistas, la frustración generada en el Gobierno de Dacca ante el imparable éxodo de refugiados y la imposibilidad de negarles la entrada, por razones humanitarias. "La comunidad internacional habla de genocidio. Nosotros también lo llamamos genocidio", aseguró AH Mahmud Ali, quien estima que la actual oleada de represión se ha cobrado 3,000 muertos.

Estimación mayor

Su estimación es mucho mayor que la ofrecida por el Gobierno birmano, quien no contabiliza las bajas musulmanas en este desigual conflicto y habla de 400 víctimas, entre ellas casi 370 "terroristas" rohingya. El ministro aseguró que la presencia en su país de más de 700,000 refugiados (los últimos se suman a éxodos anteriores de rohingya) supone "un problema nacional" y afirmó que, según sus informes, unas 10,000 casas han sido quemadas en el estado de Rakhine, confirmando así las oleadas de incendios denunciadas por los refugiados y por las ONG.

El Gobierno de Aung San Suu Kyi ha rechazado el alto el fuego ofrecido por el ESRA ayer domingo para facilitar la evalución de daños y el acceso de ayuda humanitaria, alegando que "no dialoga con terroristas". El Gabinete, heredero de la Junta militar, sigue culpando a los rohingya de propagar "un iceberg de desinformación" para llevar a engaño a la comunidad internacional y acusa a los rohingya de infligirse daños para llamar la atención. Sin embargo, los testimonios sobre el terreno desmienten de forma terca esa versión.

El corresponsal de la BBC Jonathan Head ha explicado su reciente visita - guiada por el Ejército - a Maungdaw, uno de los municipios más afectados por la violencia. Las autoridades le mostraron fotografías en teoría captadas por los uniformados que mostraban a tres "musulmanes" quemando casas. Horas después, tuvo ocasión de reconocerlos en una visita a un poblado: ellos mismos se identificaron como hindúes de Rakhine y víctimas de lo que calificaron de "violencia musulmana". El reportero también pudo hablar con el coronel Phone Tint, responsable birmano de la seguridad fronteriza. Interrogado por las exacciones de los militares, el coronel respondió: "¿Dónde están las pruebas? Mire a esas mujeres que nos acusan [de violación]", dijo en referencia a las rohingya. "¿Quién querría violarlas?

Dalai Lama

El último premio Nobel de la Paz en sumarse a las críticas contra su compañera de galardón, Aung San Suu Kyi, ha sido precisamente el líder religioso budista, el Dalai Lama, quien ya había criticado en otras ocasiones la violencia budista contra los rohingyas. "Esa gente que molesta a los musulmanes, debería recordar a Buda", ha asegurado en unas declaraciones ofrecidas el viernes. "Buda habría ayudado a esos pobres musulmanes. Así lo siento, me pone muy triste". El Dalai Lama pidió a Aung San Suu Kyi que "que intente restaurar la tranquilidad en la población, en un espíritu de paz y reconciliación", según una carta a la que France Presse tuvo acceso. Sus palabras se suman a galardonados por la Academia sueca como el arzobispo sudafricano Desmond Tutu, la activista afgana Malala Yousafzai o la defensora de los Derechos Humanos iraní Shirin Ebadi, quienes han pedido en días pasados a la birmana que ponga fin a los crímenes contra la minoría musulmana.



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