Reportajes

Carlos, un héroe anónimo del terremoto de México 

2017-09-25

Entre ellos, como ejemplo de tantos miles, está Carlos Contreras, un mexicano que lleva...

JAVIER BRANDOLI / El Mundo

El terremoto de México convirtió a las víctimas en héroes. El dolor y el espanto de ver edificios derrumbados en el suelo dio paso a una reacción masiva de la sociedad civil que se lanzó a las calles, trepó por los escombros y entre fugas de gas y posibles réplicas de los temblores asumió el liderazgo del rescate. Militares, fuerzas de seguridad y Protección Civil estaban sobrepasados por el seísmo, que afectó a varios estados del centro del país y a la propia capital.

La gente no tuvo miedo y, entre el caos, surgieron líderes de forma natural, sin que nadie los cuestionara. Contables, conserjes o repartidores se convirtieron en ingenieros, médicos o rescatistas que dirigían columnas de soldados calzados con chanclas vaqueros o camisetas.

Entre ellos, como ejemplo de tantos miles, está Carlos Contreras, un mexicano que lleva desde el martes en los escombros de la calle Álvaro Obregón intentando rescatar vidas. Entrar en una masa de cemento y ladrillo que puede caer sobre tu cabeza es una heroicidad, pero poner orden en medio del descontrol hecho de buenas voluntades le ha convertido en un héroe anónimo para un país que los necesitaba más que nunca.

"Estaba cerca del aeropuerto cuando tembló. Vi gente llorar. Llamé a mi familia y me dijeron que se habían caído edificios. Tomé el coche y empecé a sortear el colapso. Las calles estaban atascadas. Conseguí llegar cerca y ver cómo estaba mi familia y mi casa", dice Carlos que, como tantas familias de la Calle Ámsterdam, se ha refugiado en la vivienda de unos amigos porque su edificio está clausurado.

Tras el seísmo, este hombre que tiene una consultora de seguridad, Concord Defense, decidió preparar botiquines y lanzarse a la calle. "Llegué al inmueble colapsado de Ámsterdam y sólo había voluntarios. Empecé a ayudar. Los liderazgos eran voluntarios, el que sabía de algo coordinaba eso. La gente sacaba cosas de un supermercado que abrió la puerta del garaje y los albañiles de las obras de alrededor bajaban a ayudar. Había fugas de gas".

El día del terremoto, tras llegar los primeros agentes, Carlos se fue hasta el edificio colapsado de la calle Álvaro Obregón, donde siguen personas bajos los escombros, entre ellos un ciudadano español. Son las seis de la tarde, han pasado casi cinco horas desde el temblor. "No había mandos. Eran civiles de las oficinas de al lado los que organizaban. Yo empecé a organizar a la gente. Vi que el problema era lo desorganizado de los centros de acopio".

Era un momento crítico; sobraban manos pero faltaba cabeza. "Recorrí los almacenes de víveres y medicinas que se iban creando en el barrio y me coordiné con los que estaban de encargados allí por Whatsapp pidiendo a cada uno su número. Yo los coordinaba y manejaba la información. Empezamos a verificar las personas rescatadas y los edificios dañados y se la pasaba al capitán Hugo, del Ejército".

El reto era, también, acabar con los rumores. "Comencé a recorrer el barrio y a catalogar inmuebles. Había todo tipo de rumores de derrumbe y en muchos casos los servicios de emergencia iban hasta lugares donde no había pasado nada", cuenta Carlos. Veías gente correr con alcohol y gas por todos lados, pero faltaban collarines. En la escuela Rébsamen, por ejemplo, había muchos tanques de oxígeno pero faltaban tubos para entubar".

"No piensas que el edificio vaya a caerse"

A la una de la madrugada, Carlos regresó a ver cómo está su familia, una hora después regresó hasta la calle Álvaro Obregón y entró en los escombros. "Había carpinteros cortando maderas para apuntalar y un ingeniero que iba diciendo donde hacerlo. Faltaba gente que entrara a meter vigas y no lo pensé y me metí". ¿Pensabas que el edificio se os podía caer encima? "Nadie pensaba eso. Tienes tanta energía por ayudar que no lo piensas. Cada vez te metes más adentro".

A la vez que Carlos ayudaba dentro de los escombros, salía y desde su teléfono mandaba a su mujer listas reales de fallecidos y rescatados que ella publicaba para evitar la angustia de los rumores. "Hablaban de nueve muertos y sólo había dos". Se contaron muchas cosas inciertas.

Bomberos y Ejército son los que asumen ya por entonces las labores en los sitios más arriesgados sin que los civiles dejen de ayudar dentro. "Había mucho polvo y se te irritaban la garganta y los ojos". El silencio era clave. "Escuchabas gritos, golpes y le decías al rescatista donde era y él iba planeando por donde entrar".

A las seis de la mañana llega el gran susto para todos los que llevaban horas dentro: "El edificio se asentó. Tronó todo y la gente empezó a gritar que saliéramos todos corriendo. Tuvimos miedo".

Volvieron al inmueble pasado el golpe, no dejaron de ayudar. "Buscamos al conserje del edificio para que nos describiera qué gente podía haber dentro, cómo era el inmueble. Tuvimos que pedir a la gente que dejaran de volar drones que no nos dejaban escuchar", son algunos de los recuerdos de aquellos momentos.

Carlos continuaba saliendo a cada rato del inmueble para coordinar la información. "Se mandaron médicos a la calle Torreón para una falsa alarma. Intentábamos dar sólo la información confirmada. Pedir lo que se necesitaba. Nos llegaron sacos de arroz que no servían para nada, aunque en los restaurantes de alrededor abrieron y daban todo lo que tenían y cocinaban todo", recuerda Carlos, "Me llamaban de hospitales o gente que no conocía ofreciendo camas o material. Hasta familiares me llamaron preguntando por los suyos". El teléfono de Carlos corría en el boca a boca de la ciudad.

"Recuerdo que vinieron de una oficina cercana todo el mundo a ayudar y era el conserje el que daba las órdenes a los directivos: La gente aceptaba esos liderazgos naturales sin problema".

Carlos ha estado cuatro días, sigue aún, ayudando a rescatar vidas. Su labor, como la de tantos, fue clave y él además de manos puso cabeza en el desorden. "Dentro del inmueble había una hermandad enorme. Eran personas que no conocías y se convertían en tus hermanos". ¿Qué recuerdas especialmente? "La sensación de cuando sacas a alguien con vida es increíble. Tras la granizada del miércoles estábamos empapados y nos informaron de que habían rescatado a una persona y nos llenamos de fuerza otra vez para seguir".



yoselin

Notas Relacionadas

No hay notas relacionadas ...