Internacional - Seguridad y Justicia

La matanza de Las Vegas fuerza a la industria a proponer tímidas trabas a la alteración de armas

2017-10-06

Tampoco tienen previsto abordar la NRA ni el Partido Republicano otra de las claves del tiroteo de...

Joan Faus, El Paí


La matanza de Las Vegas, el peor tiroteo masivo de la historia de Estados Unidos, provocó este jueves un inesperado movimiento de fichas. La Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas inglesas) pidió regular la venta de piezas que permiten hacer más letal un rifle, como sucedió en la masacre del domingo. Poco antes, destacados legisladores republicanos abrieron la puerta a adoptar esos cambios. Es una propuesta muy tímida de restricción, pero supone un viraje drástico en los círculos conservadores, que en los últimos años han rechazado tajantemente cualquier endurecimiento de las normas.

“La NRA cree que los objetos diseñados para permitir a los rifles semiautomáticos operar como automáticos deberían ser objeto de regulaciones adicionales”, anunció la organización en un comunicado. Hasta ese momento, el poderoso lobby armamentístico había evitado entrar a valorar el tiroteo, en el que murieron 58 personas, sin incluir el tirador, y más de 500 resultaron heridas.

La posición de la NRA se conoció poco después de que el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, y otro destacado legislador conservador abrieran la puerta a imponer nuevas regulaciones. La postura supone un giro de 180 grados entre los republicanos y la NRA, que hacen del derecho constitucional a portar armas una seña de identidad. Tras todos los tiroteos masivos de los últimos años, la industria, la inmensa mayoría de conservadores y algunos progresistas se habían resistido a dificultar la compraventa de fusiles.

Doce de los 23 rifles que Stephen Paddock tenía en su habitación de hotel habían sido alterados, lo que le permitió disparar más rápido al público congregado en un concierto al aire libre frente a su hotel. El jubilado de 64 años incorporó a algunos de sus fusiles un llamado bump stock, como se conoce en inglés. Es una pieza que sustituye la culata y la extensión de apoyo, y que utiliza el retroceso provocado por cada disparo para generar una secuencia, haciendo que el arma se convierta en automática, como una ametralladora. Ese tipo de objetos se pueden adquirir fácilmente por menos de 100 dólares.

La ley federal prohíbe la compra de armas automáticas. Y la NRA reclama al Gobierno una “revisión inmediata” para determinar si los bumb stock cumplen la legislación.

Sin embargo, la propuesta de la industria tiene un efecto muy limitado. Por ejemplo, en la matanza de Orlando en 2016, el tirador Omar Mateen usó un rifle semiautomático de estilo militar. Y eso no impidió que matara a 49 personas en una discoteca, el que era hasta el domingo el mayor tiroteo de la historia estadounidense.

Tampoco tienen previsto abordar la NRA ni el Partido Republicano otra de las claves del tiroteo de Las Vegas: el tirador acumulaba una cuarentena de armas, entre las que tenía en el hotel y en su casa. Nevada es uno de los Estados más flexibles en la compraventa de armas. No requiere, por ejemplo, de un permiso especial ni de un registro que permita saber a las autoridades cuántas armas tiene cada persona.

Ryan y Robert Goodlatte, presidente del Comité Judicial de la Cámara, recogieron el guante de varios legisladores demócratas que, tras la matanza de Las Vegas, volvieron a reclamar que se haga hincapié en evitar la modificación de armas para hacerlas más letales.

“Obviamente, es algo que necesitamos analizar”, dijo Ryan a la cadena MSNBC, y admitió que hasta esta semana desconocía ese tipo de mecanismos. “Vamos a mirar el asunto. Tengo una preocupación personal por lo que ocurrió”, señaló Goodlatte a The Washington Post.

Una persona cercana a la cúpula de los republicanos aseguró que hay una creciente voluntad en el partido de regular los bump stock aunque sea solo para rebatir la idea de que los conservadores del Congreso no han hecho nada contra estos tiroteos.

El último cambio legal significativo en todo el país es de 2007, cuando se amplió la prohibición de venta a personas con trastornos y delincuentes. Las mayores iniciativas en los últimos años las han impulsado los Estados.

Tras la matanza en 2012 de 20 niños y seis adultos en una escuela de Connecticut, el presidente Barack Obama propuso nuevas restricciones pero no logró los votos suficientes en el Congreso. El tiroteo de Orlando tampoco cambió nada. Solo se reabrió brevemente el debate sobre la prohibición a la venta de rifles semiautomáticos, que se levantó en 2004.



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