Reportajes

El problema kurdo de Washington

2017-10-17

"No tomamos partido", declaró el lunes Donald Trump, en un momento en el que...

por Sylvie LANTEAUME, Dave CLARK

Washington, Estados Unidos | AFP | La caída de la ciudad siria de Raqa y los enfrentamientos por el control de Kirkuk muestran, de forma simultánea, la eficacia militar de la estrategia estadounidense en Siria y en Irak, apoyada en los kurdos, pero también sus debilidades políticas.

El referéndum sobre la independencia kurda, cuya celebración Washington no pudo evitar a finales de septiembre, sembró la discordia entre los dos principales aliados de Estados Unidos en Irak y Siria: por un lado el ejército iraquí, equipado y entrenado por Washington; y por otro los combatientes kurdos, que en 2014 impidieron al grupo Estado Islámico (EI) apoderarse de Kirkuk y han contribuido ampliamente a la toma de Raqa.

"No tomamos partido", declaró el lunes Donald Trump, en un momento en el que Estados Unidos tiene tropas desplegadas tanto del lado del ejército iraquí como entre los kurdos.

Estados Unidos quiere "calmar las cosas", indicó el ministro de Defensa, Jim Mattis.

Están "muy inquietos" y "apoyan el diálogo", señaló por su lado Heather Nauert, portavoz de la diplomacia estadounidense.

Para Linda Robinson, del centro de investigación estadounidense Rand, el gobierno de Estados Unidos se ha movilizado "un poco tarde", pidiendo al presidente kurdo Masud Barzani que anule su referéndum dos días antes de la fecha prevista.

El "sí" a la independencia de la región autónoma kurda y de las zonas disputadas, sobre todo la provincia de Kirkuk, rica en petróleo, "ha puesto a (Haider) al Abadi en una situación muy difícil", dijo Robinson, quien añadió que el primer ministro iraquí, chiíta, temía verse desbordado por las facciones chiítas más radicales, apoyadas por Irán.

- "Exasperada" -

La administración estadounidense está "exasperada" por los kurdos iraquíes, añadió Robinson, quien estimó que las diferencias con Barzani no deberían afectar a la cooperación de Washington con las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), formadas por combatientes árabes y kurdos.

De hecho, las aspiraciones kurdas de independencia amenazan la estabilidad de tres países con los que Estados Unidos mantiene relaciones complicadas: Irán, Turquía y Siria.

Mientras las tensiones diplomáticas están en su punto más álgido con Turquía, miembro de la OTAN, Washington busca mantener buenas relaciones con los militares turcos, que abren su base aérea de Incirlik, en el sur del país, a la coalición anti-yihadista liderada por Estados Unidos. 

Mientras, Turquía sigue confrontada, desde 1984, a la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización considerada "terrorista" por Ankara.

Irán, enemigo histórico de Estados Unidos que también alberga una fuerte minoría kurda, tiene interés en que los combatientes kurdos pierdan terreno en Irak y en Siria, a cuyo régimen apoya en la lucha contra los yihadistas.

El Pentágono, por su parte, reconoce la calidad de los combatientes kurdos, pero los militares estadounidenses se guardan de hacer cualquier promesa.

"Las FDS se han revelado (...) como aliados eficaces y capaces", indicó el martes el coronel Ryan Dillon, portavoz de la coalición.

Interrogado sobre la posibilidad de que la formación militar de los kurdos en la coalición pueda quedar suspendida a causa del referéndum, Dillon respondió que todavía no se había tomado ninguna decisión al respecto y que por el momento la misma continuaba. 

Para David Pollock, del centro de investigación Washington Institute for Near East Policy, Estados Unidos "utilizó a los kurdos contra el Daesh (EI) y luego los dejaron caer en Irak. Eso puede suceder en Siria también".

En Irak, por lo menos, Washington puede recurrir al gobierno iraquí para aportar estabilidad, pero "esa opción no la tenemos en Siria", advirtió Pollock.


 



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