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Cambiar a China antes de que ella nos cambie

2017-10-19

El Congreso del Partido Comunista Chino (PCC) renovará el mandato del presidente Xi Jinping...

CHRISTOPHE DELOIRE / El Mundo

El Congreso del Partido Comunista Chino (PCC) renovará el mandato del presidente Xi Jinping por otros cinco años e incluirá su doctrina del "sueño chino" en la Constitución de la República Popular China. El "nuevo timonel" chino ha mostrado ser un enemigo de la democracia constitucional, los valores universales de los derechos humanos, la sociedad civil y la libertad de prensa. ¿Cuál es el papel del periodismo para él? En 2016, cuando realizaba una visita para inspeccionar los medios de comunicación del Estado, el presidente chino exhortó a los periodistas a convertirse en difusores de la "propaganda del partido", y señaló que "los periodistas deben amar al partido, proteger al partido y seguir fielmente el liderazgo del partido en su pensamiento, políticamente y en sus actos".

China ocupa el lugar 176, entre 180 países, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2017 publicada por Reporteros sin Fronteras (RSF). En este país decenas de periodistas y blogueros están encarcelados porque se resistieron a seguir las órdenes del Departamento de Propaganda del Comité Central del PCC. La "Gran Muralla Electrónica", un sofisticado sistema de censura tecnológica, mantiene a 750 millones de internautas aislados del mundo. El artículo 35 de la Constitución garantiza "la libertad de expresión, de prensa". Sin embargo, la audacia de defender esta libertad le costó la vida a Liu Xiaobo, escritor que recibió el Premio Nobel de la Paz, quien murió cuando estaba encarcelado, privado del tratamiento médico que requería.

Controlar la información dentro del país no es el único objetivo del PCC; China también busca establecer un "nuevo orden mundial" de medios de comunicación. Li Congjun, presidente de la agencia oficial Xinhua, ha hablado de manera explícita de la estrategia china desde 2011. Este alto funcionario, que desde entonces se unió al Comité Central del PCC, criticaba un orden mundial obsoleto en el que la información circula únicamente "de oeste a este, de norte a sur, y de los países desarrollados a los países en desarrollo". Retomando una recomendación que hizo la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1980, pugnaba por que los medios de comunicación del mundo se convirtieran en "una fuerza activa de promoción del progreso social". Un progreso, por supuesto, concebido de acuerdo a las "características chinas".

En 2009 las autoridades chinas crearon el World Media Summit -también llamado los "Juegos Olímpicos de los medios de comunicación"- concebido, organizado y financiado por Xinhua. En 2014 China también creó la Conferencia Mundial de Internet, a la que cada año asisten miles de empresarios de una centena de países. China incluso postuló un candidato para el cargo de Director General de la UNESCO, responsable de las cuestiones relativas a la prensa.

Autocensura

Así, el Gobierno de Pekín ha logrado influir en el campo de la información más allá de sus fronteras. La Universidad de Comunicación de China trabaja con el Gobierno nacionalista de Narendra Modi para abrir una "universidad de periodismo" en India. Bajo la misma óptica, China invierte considerables sumas para invitar a periodistas africanos, latinoamericanos, asiáticos y oceánicos a Pekín para que se "formen un pensamiento crítico". Frente a las presiones económicas, quienes difunden información a escala mundial se ven obligados a autocensurarse para acceder al mercado chino. Hasta la Cambridge University Press tuvo que recurrir a la autocensura recientemente. La editorial británica había publicado en una de sus revistas artículos que molestaron a las autoridades chinas. Temiendo una mayor censura, tuvo que dar marcha atrás y bloqueó el acceso en línea a más de una centena de artículos a petición del Gobierno de Pekín. Otras editoriales menos prestigiosas no han tenido esa suerte.

A los reporteros extranjeros, China les proporciona acreditaciones a cuenta gotas; sin embargo, su agencia Xinhua contempla abrir 200 oficinas en el mundo para 2020. Xinhua es muy apreciada por los autócratas por su política de "no injerencia" en los asuntos internos de los países que cubre. Así, mientras que medios de comunicación internacionales como TV5, VOA o la BBC están prohibidos en China -sólo es posible acceder a ellos en los hoteles de lujo- el grupo China Global Television Network (CGTN, ex China Central Television, CCTV) transmite sus programas en más de 100 países, con canales en inglés, español, francés, árabe y ruso, a 85 millones de telespectadores.

Asimismo, China exporta sus herramientas de censura y vigilancia. Baidu, el principal motor de búsqueda chino, comenzó a funcionar en Brasil en 2014 con una versión en portugués llamada Busca. El motor de búsqueda filtraba todos los contenidos "delicados" según los criterios del Gobierno chino. Tras las protestas, al parecer se eliminó la censura. China también ha intentado penetrar en el área de la mensajería instantánea no codificada, con la que puede acceder a todos los datos de los usuarios, incluso a sus conversaciones.

En resumen, China intenta imponer poco a poco su contramodelo al resto del mundo en todos los campos de la información. Si las democracias no resisten, el Gobierno de China no sólo no respetará nunca la libertad de prensa en el país, sino que la irá limitando poco a poco en el resto del mundo. De allí la importancia de cambiar a China antes de que ella nos cambie. 



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