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El fútbol vuelve a apostar por los jugadores todoterreno

2017-11-04

 

Rory Smith, The New york,times

En el año que Bobby Robson entrenó al Barcelona, 1996-1997, no le faltaron jugadores que alabar. Laurent Blanc comandaba la defensa, Pep Guardiola controlaba el mediocampo y su punta de lanza en el ataque era Ronaldo, el más talentoso de su generación.

Sin embargo, aun entre todos esos maestros, Robson se deleitó particularmente con su “mil usos”. Alguna vez dijo que “Luis Enrique puede jugar de defensa lateral derecho, de defensa lateral izquierdo, de mediocampista derecho, mediocampista izquierdo, centrocampista. Puede jugar en la delantera, si quieres. Puede jugar donde sea. Es fantástico”.

Ante los ojos de Robson, Luis Enrique era seis jugadores en uno y le provocaba un placer especial destacar las circunstancias de su fichaje. “Me lo dio gratis”, decía Robson, y hacía una pausa para el remate, “el Real Madrid”.

Por supuesto que pocos equipos habían tenido un jugador tan versátil como Luis Enrique. Ricardo Gallego, un compañero de equipo de Luis Enrique en el Real Madrid, comentó que como jugador era “un ejemplo, porque sin importar donde juega, es la mejor versión de sí mismo”.

Cualquier equipo aprecia el valor de un jugador de ese tipo, un compañero capaz de adaptarse a cualquier posición. Tenían su propio lugar en el léxico futbolero: el prosaico utility player, el más poético tuttofare (hace de todo) en italiano o el todoterreno, en nuestro idioma.

En el Manchester United de Alex Ferguson, jugadores como Phil Neville, Park Ji-Sung y John O’Shea ocuparon el papel. Ferguson consideraba que este último fue de tal importancia para el club en la temporada 2008-2009 que en algún momento lo consagró como candidato a jugador del año en Inglaterra.

El gran equipo de Liverpool de finales de la década de 1980 presumió a Steve Nicol; el Ajax que barrió con Europa en la década de 1990 recurría a Ronald de Boer.

Para un entrenador, la versatilidad era un valor; para un jugador, una ventaja.

Sin embargo, en años recientes, los jugadores todoterreno parecen haber pasado de moda. Cuando los clubes pudieron tener al menos siete sustitutos en cada juego, en lugar de tres, los entrenadores no tenían la necesidad de reservar un espacio en la banca para alguien que pudiera jugar donde sea.

Del mismo modo, los entrenadores aprendieron a favorecer la especialización. La mayoría de los equipos élite emplean a dos especialistas por cada posición, las cuales cada vez están más definidas. Hay pocos que esperarían que un mediocampista ofensivo calzara en un papel defensivo, mucho menos que jugara de defensa lateral.

De muchas formas, José Mourinho encapsula este pensamiento. En la primavera de 2016, cuando accedió a remplazar a Louis van Gaal en el Manchester United, Mourinho ordenó al vicepresidente ejecutivo del club, Ed Woodward, que fichara a cuatro jugadores, cada uno de ellos designado para cumplir una función específica: Paul Pogba, Eric Bailly, Henrikh Mkhitaryan y Zlatan Ibrahimovic.

“Como saben, en especial los que tienen más visión, soy un entrenador al que le gustan los especialistas”, explicó Mourinho en aquella época. “Soy claro con mi estrategia y el modelo de mis jugadores”. A lo más, señaló, le gustan “uno o dos jugadores multifuncionales” porque “siempre necesitas a alguien que te pueda echar una mano”.

“Algunos jugadores solo quieren jugar en una posición”, mencionó recientemente Guardiola, el actual entrenador del Manchester City. “Dicen que no se sienten cómodos en otra”.

Pero Guardiola aclara que su equipo había derrotado al Chelsea en Stamford Bridge, gracias, no en menor medida, a la labor que realizó Fabian Delph —quien ha pasado una buena parte de su carrera como mediocampista— de defensa lateral izquierdo.

“Nos lo demostró”, señaló Guardiola. “No es fácil cuando un director técnico te da la oportunidad de jugar en una posición en la que nunca has jugado, así que tiene un gran significado. Me da mucho gusto por él”.

Sucede lo mismo en el Manchester de Mourinho que, a pesar de su preferencia declarada por los especialistas, está disfrutando un éxito considerable con Antonio Valencia y Ashley Young en sus dos laterales, cuando llegaron como extremos. En Liverpool, el mediocampista James Milner fue utilizado como lateral por izquierda la mayor parte de la temporada pasada.

No obstante, no son solo los defensas laterales. En el Barcelona, Javier Mascherano, un mediocampista defensivo en la selección argentina, juega de defensa central, mientras que Sergi Roberto ha destacado por su capacidad de ocupar hasta ocho posiciones.

Durante la década de 1990, en un Barcelona plagado de estrellas, el entrenador Bobby Robson reservó un elogio especial para Luis Enrique, a quien se muestra driblando en un partido contra el Valencia. “Puede jugar donde sea”, comentó alguna vez Robson. “Es fantástico”.

El Bayern Múnich utiliza a Javi Martínez como defensa y mediocampista, mientras que la intervención de Guardiola provocó que, en los últimos años antes de su retiro, Philipp Lahm renaciera como mediocampista en lugar de ocupar su lugar en la defensa. David Alaba suele ser utilizado con frecuencia como defensa lateral izquierdo, pero también puede jugar en todo el medio campo.

En ataque, sucede más bien lo contrario, pues la versatilidad es más un prerrequisito, entre la élite y las luminarias menos brillantes. Este verano, cuando el Stoke City firmó a Eric Maxim Choupo-Moting, fue su capacidad de jugar en toda la línea de ataque lo que persuadió a Mark Hughes, el entrenador del club inglés, para tomar la decisión.

De hecho, para algunos, el fútbol se está alejando de las definiciones inflexibles y tradicionales de las posiciones. Los sistemas y las tácticas de la actualidad obligan a los jugadores a cumplir cualquier cantidad de funciones durante cualquier partido, y a cambiar de labores según lo demande la situación.

“¿Hay alguien que siquiera decida las posiciones?”, afirmó Jurgen Klopp, el entrenador del Liverpool. “Si eres un defensa lateral izquierdo, tal vez empezaste como extremo izquierdo. Un defensa central tal vez lo hizo de número 6”.

“A veces jugamos con extremos, pero en realidad solo cuando defendemos. Es muy fluido. No me interesan las posiciones: solo cuando estamos defendiendo y en términos de las distancias entre los jugadores”.

Ese proceso involucra a jóvenes prospectos que puedan jugar en todas las posiciones posibles: no solo durante los partidos, explicó Waldron, sino en las sesiones de entrenamiento diseñadas para “exponerlos a una variedad de posiciones y responsabilidades seleccionadas”, así como también en el salón de clases. “A medida que los chicos crecen, complementamos su aprendizaje con sesiones de video”, agregó Waldron.

Hay un elemento de pragmatismo detrás de todo esto; como lo hizo notar Waldron, muchos de sus graduados debutarán en posiciones “no favoritas” y en ocasiones poco familiares. Sin embargo, en esencia se trata de una elección filosófica. “Es importante que tengamos un currículo para el desarrollo de jugadores que comprendan la amplitud de funciones que les pueden pedir al nivel de los primeros equipos”, explicó. “Aunque entender una gran gama de funciones no debe ir en detrimento de sobresalir en alguna o en todas”.

Claro está que ese era el secreto de Luis Enrique: era el amo de cada posición que jugaba, no solo ocupaba un espacio. Ese es el modelo que todos los equipos están intentando seguir con más frecuencia en una era en la que la fluidez es primordial, en la que los entrenadores necesitan futbolistas que se puedan adaptar a cualquier sistema que escojan. Requieren de jugadores que puedan jugar donde sea, que puedan hacer lo que sea.

El fútbol no ha dejado atrás a los jugadores polivalentes. Ahora los necesita más que nunca.



JMRS