Internacional - Economía

¿Cuál es el costo económico del brexit'?

2017-11-04

El referendo del brexit dio lugar a negociaciones en las cuales se supone que el Reino Unido y...

Peter S. Goodman, The New York Times

SITTINGBOURNE, Inglaterra — El Reino Unido lucha cada vez más con las desconcertantes consecuencias económicas de su salida —todavía pendiente— de la Unión Europea. Para una compañía, Nim’s Fruit Crisps, el efecto se mide por el alza en el costo de la piña o el ananá.

Nim’s deshidrata frutas para convertirlas en botanas que se sirven como papas fritas y opera desde el que fue un taller de metales en este enclave industrial al este de Londres. Una de las variedades que más vende incluye piña de Costa Rica enviada a través de una empresa de transporte con sede en Ámsterdam.

El precio del ananá está en euros. Desde la decisión del Reino Unido de dejar la Unión Europea —que todos conocemos como brexit— la libra esterlina se ha depreciado casi un 14 por ciento contra el euro por temor a afectaciones en el comercio.

Al ver los precios tan elevados de la piña, la fundadora de la empresa, Nimisha Raja, compró hace poco una máquina para remplazar a tres trabajadores que solían pelar la fruta a mano. “Tenía que recortar costos en algún lado”, dijo.

Podría hablar por todo el Reino Unido.

En los dieciséis meses desde el referendo que puso en marcha el brexit, la economía británica se ha debilitado ante un conjunto confuso de incertidumbres. La austeridad está a la orden del día, junto con las preocupaciones de que las empresas multinacionales recorten sus inversiones en el Reino Unido.

Al enfrentar precios más altos por la piña, la fundadora de Nim’s Fruit Crisps, Nimisha Raja, recientemente compró una máquina para remplazar a tres empleados que se encargaban de pelar la fruta a mano. Andrew Testa para The New York Times

La semana pasada, el escenario sombrío pareció iluminarse, ya que datos oficiales mostraron que la economía se había expandido un poco más de lo esperado entre julio y septiembre. El crecimiento del 0,4 por ciento del trimestre, cuyas mejores expectativas eran del 0,3 por ciento, ha reforzado las hipótesis del mercado de que el Banco de Inglaterra aumentará las tasas cuando se reúna el jueves, con el impulso de una economía presuntamente más fuerte.

Sin embargo, algunos economistas temen que dicha estrategia sea prematura dado el frágil estado del Reino Unido. Muchos se centraron en la caída de las ventas al por menor y en las ventas de automóviles como indicadores de problemas.

La caída de la libra ha aumentado los precios de productos como el aceite de oliva italiano o los aparatos electrónicos chinos. La tasa inflacionaria alcanzó un tres por ciento en septiembre, el ritmo más acelerado en cinco años. El gasto del consumidor bajó a lo largo del año pasado, mientras que el crédito está al alza, una combinación que muchas veces acaba mal.

El referendo del brexit dio lugar a negociaciones en las cuales se supone que el Reino Unido y Europa debaten sus futuros acuerdos. No obstante, las conversaciones han resultado ser mordaces y bastante fútiles. Esto ha intensificado las preocupaciones de que se pueda llegar a la fecha límite de dos años de negociaciones sin que haya un acuerdo, lo cual sometería a las empresas con operaciones del otro lado del canal de la Mancha a inquietantes ambigüedades sobre las reglas futuras. El Banco de Inglaterra ha venido advirtiendo a los bancos que se preparen teniendo en cuenta que esa eventualidad es un resultado posible.

Dado que las fronteras del comercio no son claras, algunas empresas están reevaluando el atractivo de que sus casas matrices se encuentren en el Reino Unido, que antes fue la sede de un imperio global, pero ahora se ve cada vez más como una nación insular.

“Claramente, el crecimiento se ha desacelerado de manera muy abrupta en los últimos meses”, comentó Peter Dixon, economista financiero global de Commerzbank AG en Londres. “Se tiene la sensación de que las empresas han estado posponiendo las inversiones”.

Dentro del grupo de las principales economías del mundo, el Reino Unido es ahora una de las más débiles, en tanto que Europa, Asia y América del Norte gozan de un crecimiento relativamente sólido. Durante los primeros nueve meses del año, la economía británica se expandió a una tasa anualizada de solo 1,3 por ciento.

Sin un acuerdo, los bancos mundiales se enfrentan a la posibilidad de ya no poder usar sus oficinas en Londres para dar servicios a los clientes de todo el continente. Muchos han estado buscando espacios en centros financieros afincados en territorio de la Unión Europea.

Citigroup ha esbozado planes para establecer operaciones comerciales en Fráncfort y ha solicitado una licencia de respaldo en Francia. Goldman Sachs expandió sus oficinas en esa ciudad alemana hace poco.

En Midlands Occidentales, una región industrial de Inglaterra que incluye Birmingham, la inversión extranjera directa disminuyó ligeramente el año posterior al voto del brexit, según una evaluación reciente de las Cámaras de Comercio de Greater Birmingham.

La cámara culpó a la “incertidumbre causada por el resultado del referendo sobre la salida de la Unión Europea”, que fue “retrasando las decisiones de invertir, una tendencia que hizo eco en otras áreas del Reino Unido”.

Los representantes de la cámara han dirigido su atención más allá de la Unión Europea en la búsqueda de inversiones nuevas. Recientemente, una delegación regresó de Turquía. En la planeación de futuras visitas, la cámara se está concentrando especialmente en cultivar negocios con miembros de la Mancomunidad de Naciones.

“Es un retroceso en la historia buscar abiertamente comercio con los países de la Mancomunidad, en lugar de con Europa”, manifestó John Lamb, un vocero de la cámara. “En realidad estamos empezando a ver cómo serán los mercados del mundo tras el brexit”.

El tiempo mismo se ha convertido en una amenaza. A medida que las negociaciones dan lugar a encabezados sobre críticas al interior del Partido Conservador que gobierna el Reino Unido, cada semana que pasa sin que haya claridad aumenta la presión sobre las empresas para mudar a su gente y operaciones a Europa.

“No podemos vislumbrar que no vaya a haber afectaciones particularmente en la inversión, pero también en el consumo”, manifestó Kjersti Haugland, economista en jefe de DNB Markets, un banco de inversión en Noruega. “¿Cómo se puede seguir adelante con grandes inversiones cuando no se sabe qué marco resultará?”.

Para Nim’s Fruit Crisps, las variables del brexit han hecho progresar la autosuficiencia británica.

Anteriormente, la empresa dependía de un proveedor en Bélgica para el suministro de la mayoría de sus frutas y verduras; en meses recientes encontró proveedores nacionales para cada una de la variantes que necesita, con excepción del ananás, lo cual limita su exposición a los caprichos de las tasas de cambio. Hoy, Nim’s compra manzanas, pepinos y una variedad de cultivos de agricultores británicos.

La caída de la libra también hizo que los productos de Nim’s bajaran de precio fuera del Reino Unido, aumentando sus exportaciones, que ahora constituyen más de la mitad de las ventas totales. Las botanas de Nim’s se venden en Alemania, Francia, Italia, India, Israel y, pronto, en Arabia Saudita.

“Lo que he aprendido es que Europa no es el único mercado para nosotros”, comentó Raja, cuya tarjeta de presentación de Nim’s la identifica como “La jefa”.

Sin embargo, mientras busca cerrar un acuerdo para poner sus frutas y verduras deshidratadas en los estantes de la principal cadena británica de supermercados, a Raja le preocupa que los volúmenes necesarios excedan las capacidades del Reino Unido.

“De un día para otro tengo que encontrar cien toneladas de manzanas”, dijo.

Está buscando proveedores en Polonia, aun cuando le preocupa el valor de la moneda británica en un mundo moldeado por el brexit.

“Tengo que mantener mis márgenes firmes”, concluyó.



JMRS
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