Religión

El papa encontró a Aung San Suu Kyi en el palacio fortaleza de Naypyidó

2017-11-28

Después, sentados en dos tronos, con un enorme cuadro que representaba unas cascadas, y...

Cristina Cabrejas

Naipyidó (Birmania), 28 nov (EFE).- El papa Francisco atravesó uno de los puentes sobre el enorme foso de seguridad y llegó a la amplia y vacía explanada ante el palacio presidencial, una verdadera fortaleza donde encontró al presidente birmano, Htin Kyaw, y a la nobel de la Paz y jefa de facto del Gobierno, Aung San Suu Kyi.

Al palacio presidencial de Naipyidó, la llamada capital fantasma de Myanmar desde 2005, se llega desde un vacío aeropuerto y tras recorrer kilómetros de anchas carreteras desiertas en los que se ven solo hoteles y durante los cuales no se cruza ni una sola casa.

Este es el paraje desierto que vio Francisco antes de encontrarse con el presidente y "la Dama", como se conoce a la líder birmana.

Estos encuentros vienen precedidos por el drama de la persecución que Birmania está cometiendo contra los rohinyas, la minoría musulmana a la que las autoridades birmanas no consideran sus ciudadanos.

A su llegada a la enorme explanada, con un césped recién cortado, el presidente Kyaw dio la bienvenida a Francisco y después ambos escucharon los himnos tocados por la banda del Ejercito.

El rígido protocolo requería que Suu Kyi, consejera de Estado y ministra de Exteriores, sus cargos oficiales, no estuviera presente.

Solo ambos mandatarios y las delegaciones participaron en esta ceremonia de bienvenida en una atmósfera casi espectral, lejos de los recibimientos con bailes populares, música y público habituales en otros viajes.

Tras la breve ceremonia, Francisco entró en el gigantesco palacio presidencial, uno de los cerca de una treintena que forman este complejo de edificios institucionales completamente blindado.

Caminando entre sus alfombras y sus altos techos dorados, Francisco primero firmó el libro de honor en el que escribió: "A la querida gente de Myanmar, invoco las divinas bendiciones de Justicia, Paz y Unidad".

Solo un pequeño grupo de los medios de comunicación que viajan con el papa pudo entrar en la fortaleza entre exigentes medidas de seguridad y protocolo.

Francisco se reunió primero con el presidente birmano en la enorme sala de las Ceremonias durante 15 minutos y después hubo un intercambio de regalos y la presentación de la familia de Kyaw.

Mientras estaban reunidos, apareció la minuta figura de Suu Kyi, con su vestido tradicional en tonos celestes y sus flores en el pelo y entró en la sala de Encuentros adyacente a la habitación donde se estaba celebrando el encuentro del papa y el presidente.

De manera cordial, el presidente acompañó al papa hasta la habitación donde se encontraba Suu Kyi y después se retiró.

Suu Kyi salió al encuentro del papa y le recibió con el saludo budista, inclinando la cabeza en señal de respeto.

Después, sentados en dos tronos, con un enorme cuadro que representaba unas cascadas, y gracias a la ayuda de un traductor, "la Dama" y el Pontífice dialogaron durante unos 20 minutos en el que fue su segundo encuentro después del que mantuvieron el pasado mayo en el Vaticano y en el que se firmaron las relaciones bilaterales entre ambos países.

No se darán detalles de al reunión y aún menos si se habló de la que ha sido definida una "limpieza étnica de manual" de los rohinyás. Para la prensa habrá solo la foto de estas dos reuniones.

La frialdad protocolaria continuó después cuando Francisco y Suu Kyi se trasladaron al Centro Internacional de Convenciones, a unos 11 kilómetros del palacio, para los discursos oficiales.

La sala llena y tibios aplausos para un discurso en el que el papa sí que recordó que Birmania debe respetar cada grupo étnico, sin excluir a nadie, pero sin nombrar a los perseguidos rohinyas. 



yoselin

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