Pan y Circo

Venezuela vota en default

2017-12-11

Venezuela encara hoy las terceras elecciones en cinco meses con un nuevo default parcial por...

DANIEL LOZANO | El Mundo

Venezuela encara hoy las terceras elecciones en cinco meses con un nuevo default parcial por incumplimiento en el pago de dos bonos que vencían el jueves. La presión de la deuda exterior, en torno a los 150,000 millones de dólares, no afectará a los resultados de los comicios municipales que elegirán a 335 alcaldes. Se prevé un triunfo aplastante de los candidatos de Nicolás Maduro.

La abstención de los principales partidos de la Mesa de la Unidad Democrática, el quiebre interno de la oposición, el asfixiante control del poder bolivariano sobre el pueblo y el férreo y partidista mecanismo electoral mejorarán, según todos los pronósticos, el resultado de hace cuatro años, cuando los oficialistas obtuvieron 242 alcaldías frente a 76 opositoras.

Poco ha importado la campaña electoral, atípica y sin ningún entusiasmo en una sociedad sumida en la oscuridad. La gente busca cómo paliar los efectos de la mayor crisis económica, social y política de su Historia, mientras en los mercados internacionales temen por el cobro de sus préstamos. Así lo señaló el viernes la calificadora de riesgo Standard & Poors (S&P): "Venezuela incumplió el pago de 183 millones de dólares para los cupones de sus bonos globales con vencimientos en 2023 y 2028, dentro del periodo de gracia de 30 días".

Un nuevo default parcial que se suma a los dos previos de noviembre, pese a que Petróleos de Venezuela (PDVSA) anunció de inmediato que había iniciado el pago de 233 millones por los intereses de los bonos. "Ratificamos la solvencia y solidez de nuestra industria petrolera", aseguró la estatal, cuyo nivel de producción ha descendido a los años 80, azotado por la corrupción y la mala gestión de su directiva.

La carrera de obstáculos para el pago de la deuda prosigue en los próximos días, ya que hasta final de año el Gobierno bolivariano debe devolver varios cientos de millones. Para 2018, los cálculos del sector financiero estiman que se deben abonar 8,000 millones.

Pese a la declaración de bancarrota sobrevolando sobre su cabeza, el 'hijo de Chávez' profundizó el viernes en su última gran apuesta financiera. El petro, criptomoneda revolucionaria con la que pretende, aconsejado por sus asesores, conseguir nuevas fuentes de financiamiento y frenar la espiral inflacionaria que sufre el país. Maduro hizo oficial la nueva superintendencia para el petro y situó al frente al delegado constituyentista Carlos Vargas. "El 2018 será el año del despegue de la criptomoneda", aseguró el primer mandatario entre constantes llamados al voto.

Maquinaria electoral

La maquinaria electoral chavista está más engrasada que nunca, tras los comicios de julio para elegir la Asamblea Constituyente y de octubre para las elecciones regionales. La revolución ha extremado el ventajismo que la sostiene desde que llegase al poder, incluso olvidando el cierre y traslado de centros electorales que en los últimos comicios afectó a un millón de votantes de clase media.

"Hay una nueva cita donde estaremos celebrando la victoria popular", vaticinó el general Vladimir Padrino López, ministro de Defensa, todopoderoso comandante encargado de la importación y distribución de alimentos y al frente, también, del Plan República para las elecciones. Una vez más los recursos del Estado han aupado a los candidatos de Maduro, así como los medios de comunicación. Como observadores internacionales repiten los enviados de la Celac, que ya por adelantado han asegurado que el sistema electoral venezolano es el mejor del planeta.

El chavismo se valdrá del llamado a no votar de la oposición, respaldado por Primero Justicia (partido del ex gobernador Henrique Capriles), Acción Democrática (liderada por el socialdemócrata Henry Ramos Allup) y Voluntad Popular (creada por el preso político Leopoldo López), además de Movimiento Progresista o La Causa R, e incluyendo a los radicales de María Corina Machado y Antonio Ledezma. Sólo Avanzada Progresista y Un Nuevo Tiempo han presentado sus candidatos, que se mezclan con independientes opositores, como en el caso de los cinco municipios de Caracas.

Una vez más la batalla en la capital concentra casi todos los análisis políticos y resume el actual laberinto venezolano. En el municipio Libertador, el mayor del país, la candidata gubernamental Érika Farías pelea contra varios chavistas, empezando por el ex ministro comunista Eduardo Samán, cuyo nombre ni siquiera han permitido que aparezca en las papeletas. También son de la contienda el chavista disidente Nicmer Evans, cercando a la fiscal rebelde Luisa Ortega; y Manuel Isidro Molina, de Marea Socialista. La diputada opositora suplente Maribel Castillo cuenta con el apoyo de Avanzada Progresista y Movimiento Al Socialismo (MAS).

Samán, controvertido creador de las areperas socialistas (hoy desaparecidas) y fiscalizador de comercios y tiendas durante meses, ha denunciado de forma repetida censuras y obstáculos contra su candidatura. "Estamos aquí para crear una nueva referencia en el poder popular", ha repetido por casi todos los rincones de Caracas, convirtiéndose en un verdadero problema para las aspiraciones de Farías. Tanto Evans como Molina tampoco han dudado en reivindicar sus ideas de izquierdas contra el aparato del Estado.

En las otros cuatro municipios (Chacao, Baruta, El Hatillo y Sucre) la batalla es distinta. Se trata de zonas opositoras, sobre todo las tres primeras, donde independientes y activistas están decididos a mantener el gobierno municipal alejado de las garras bolivarianas, pese a su incapacidad para construir candidaturas unitarias. Una de ellas, en El Hatillo, es la del antiguo preso político Yon Goicoechea, quien no ha ocultado que si está libre es porque admitió concurrir a estas elecciones.

Otro ex prisionero político, Manuel Rosales, compite por la gobernación de Zulia, el estado petrolero más poblado del país. El líder regional de Un Nuevo Tiempo, quien permaneció seis años en el exilio, quiere reemplazar al también opositor Juan Pablo Guanipa, ganador en octubre que jamás pudo acceder a su cargo. El chavismo le destituyó por no querer subordinarse ante la Asamblea Constituyente, incumpliendo una vez más la Constitución. Rosales también estaba inhabilitado para ejercer cargo público, pero fue amnistiado sorpresivamente días antes de presentar su candidatura.


 



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