Internacional - Política

Taiwán, otro año de más presión política, militar, económica y judicial china 

2017-12-12

La reciente condena a cinco años de prisión por "subversión contra el...

Francisco Luis Pérez

Taipei, 12 dic (EFE).- Taiwán, presidido por la independentista Tsai Ing-wen, ha vivido este 2017 una creciente presión china en los frentes diplomático, económico, militar e incluso judicial sobre sus ciudadanos críticos con el régimen comunista de Pekín.

La reciente condena a cinco años de prisión por "subversión contra el Estado" del activista democrático taiwanés Lee Ming-che, presuntamente apresado en Macao, por comentarios y contactos con ciudadanos chinos a través de internet desde Taiwán, ha creado un precedente y también temor en la isla.

"Este caso es el primero en que China condena a alguien por críticas fuera de su territorio y busca amedrentar a las ONG extranjeras y a los críticos taiwaneses y de todo el mundo", dijo a Efe, Eeling Chiu, secretaria ejecutiva de Asociación Derechos Humanos de Taiwán.

En el campo diplomático, 2017 marcó el claro reinicio de la guerra por aliados, con el cambio de bando de Panamá, que dejó a la isla sin su aliado más relevante y puso fin a la tregua de 2008-2016, bajo la presidencia del moderado unionista Ma Ying-jeou.

China también ha bloqueado la participación isleña en la Asamblea Mundial de la Salud, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), la Interpol y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), reduciendo al máximo el espacio internacional de la isla, incluso en asuntos no políticos y técnicos que requieren la cooperación internacional.

En el ámbito militar, Pekín ha intimidado a Taiwán, como nunca desde la guerra civil que acabó en 1949, con el envío de sus aviones y navíos militares a las cercanías de la isla, incluido el doble paso del portaaviones Liaoning por el estrecho de Formosa.

Pekín también ha endurecido sus inspecciones a las importaciones taiwanesas y reducido el envío de turistas, con una baja del 38,3 por ciento de mayo del 2016 a mayo del 2017, lo que ha causado un descenso en todo el sector turístico isleño y la quiebra de pequeñas empresas.

La dependencia económica de Taiwán respecto a China, destino del 40 por ciento de sus exportaciones y de inversiones por más de 150,000 millones de dólares en unos 70,000 proyectos, ofrece a Pekín una poderosa palanca sobre el empresariado isleño, que a su vez presiona al Gobierno.

En esta situación, la presidenta taiwanesa ha respondido con la promesa de "mantener el statu quo", el acercamiento a Estados Unidos para lograr apoyo económico y militar, y al Sudeste Asiático, India y Oceanía, para diversificar exportaciones e inversiones.

"No cederemos bajo presión", dijo Tsai en el discurso del Día Nacional, el 10 de octubre, en el que aseguró que se protegerán la democracia y "el derecho de los taiwaneses a decidir su propio futuro".

Washington ha respondido con la venta de armamento por valor de 1,400 millones de dólares, incluyendo misiles y equipos de radar, pero en la isla preocupa que el presidente norteamericano, Donald Trump, utilice a la isla como carta ante China.

"El apoyo estadounidense, en la era incierta de Trump, es lo que más preocupa a Taiwán", dijo a Efe un empresario isleño, Mars Lin.

Las fuerzas armadas chinas superan ampliamente en efectivos y equipamiento a las de la isla, que con un presupuesto militar de unos 10,000 millones de dólares no puede enfrentarse a Pekín, que en 2017 presupuestó unos 158,000 millones de dólares en defensa.

El presidente chino, Xi Jinping, subrayó en octubre durante el XIX Congreso del Partido Comunista de China, la "voluntad firme, total confianza y capacidad suficiente, para derrotar cualquier forma de maquinación secesionista de los independentistas de Taiwán".

A pesar de todo esto, el académico taiwanés y exviceministro de Defensa y de Asuntos de China Continental Lin Chong-pin pronostica a Efe una menor tensión, ya que el enfrentamiento "echaría por tierra" conceptos del Gobierno de Pekín como el "sueño chino" y las Nuevas Rutas de la Seda.

Además, tras el Congreso del Partido Comunista, Xi "ha consolidado su poder y puede tomar medidas más valientes", mientras que Tsai necesita mejorar los lazos con Pekín, para ser reelegida en 2020, y está mostrando "gran prudencia y cautela", añade Lin.

El presidente chino quiere dejar su nombre en la Historia y "resolver la cuestión de Taiwán", antes del 2022 o en un nuevo mandato, y puede que ofrezca unos términos aceptables, considera.

Por ahora, la tensión impera, pero a nadie le interesa una escalada que supondría una crisis para la economía mundial y un peligro de conflicto entre Pekín y Washington. 
 



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