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El fastuoso PSG desafía al rey de la Champions 

2017-12-12

Por más que abunden los petrodólares, el peso de la institución madridista en...

José Sámano, El País

La Champions ya está cruda. Máxime para el París Saint Germain, que soporta más presión que ninguno. El fútbol no siempre tiene precio, pero la entidad francesa se lo ha puesto de forma desorbitada. En París y en Qatar la Ligue 1 solo es un patio vecinal. Con 400 millones invertidos solo el pasado verano, se trata de un todo o nada a la Copa de Europa, la gran pasarela futbolera universal. Hasta el Mundial de 2022 en suelo propio es el puente de oro que obsesiona al poder catarí, su mayor eco exterior. Con tal exigencia suprema, el emergente PSG tendrá que medirse al clásico por excelencia en la Copa de Europa. A un Real Madrid que ha hecho de este torneo su campeonato fetiche, el motor de su épica.

Por más que abunden los petrodólares, el peso de la institución madridista en trances tan señalados es incalculable. Por más forrado que esté, el PSG se examinará con un adversario enciclopédico como ninguno desde aquella Copa embrionaria de 1956 que los galos pusieron en marcha y aún anhelan. En definitiva, como canta el viejo madridismo: veteranos contra noveles (solo Di María, Alves y Neymar saben lo que es ganar una Champions).

La suerte del PSG en ese cruce de caminos al que aspira el cuadro galo con el Madrid dependerá en gran parte del mal de altura que padezcan los muchachos de Unai Emery. Al frente del PSG, el entrenador guipuzcoano se vio superado tanto por el Barcelona de la pasada temporada como hace unos días por el Bayern en Múnich, en el último choque de la fase de grupos. Las citas más evocadoras de su visita dentro de dos meses a otra plaza de altísimos vuelos, al Santiago Bernabéu que tanto ha hecho tiritar a rivales tan distinguidos como el PSG.

En sus 62 ediciones, solo 22 equipos se han entronizado en este torneo. Un reto tan exigente que solo 12 han hecho cumbre más de una vez. De hecho, capitales como París, Roma y Berlín ni han olido la orejona. Cierto que el PSG tiene un ejemplo reciente al que anclarse. En 2012, el primer y único brindis de Londres llegó con otro copioso mecenas, en este caso el ruso Roman Abramovich al frente del Chelsea. El fenómeno no se ha vuelto a repetir y, desde entonces, solo han hecho bingo tres jerarcas: Bayern, Real Madrid y Barça.

El precedente inmediato del fútbol-jeque también penaliza al PSG. Para aliviar su espanto en el Camp Nou de hace un curso, la entidad parisina puso la alfombra roja a su verdugo. Ahora, sobre Neymar recaerá la sobrecarga de la mochila. El PSG no puede esperar y el brasileño aspira a ser su Cristiano Ronaldo o Messi. De entrada, en la ida de San Valentín en el Bernabéu, quizá tenga más despejada su ruta por la banda izquierda. Carvajal, su alguacil previsto, está sancionado por cargar voluntariamente con una tarjeta que le exiliara del trámite con el Borussia Dortmund. De vez en cuando, no siempre, la UEFA tiene ojo clínico con ciertas tretas.

Neymar, con el que ya ha coqueteado en público el presidente madridista, Florentino Pérez, tendrá auxiliares de lujo. Desde Mbappé —otro con el que también ha flirteado el Madrid— hasta Alves, Cavani, Marquinhos, Thiago Silva, Di María, Draxler, Verratti... Un grupo de estupendos solistas a los que debe socializar Unai Emery. El técnico vasco, que se ha estrellado en sus diez visitas a Chamartín con Almería, Valencia y Sevilla —nueve derrotas y un empate—, se la juega como nadie con un grupo con el que no siempre ha tenido buen flujo. “No es el peor rival posible, tenemos nivel para afrontar el reto y estamos contentos con el desafío”, dijo Emery en beIN Sports. “Estaremos preparados para dos partidos mágicos”, deslizó Nasser Al Khelaifi, presidente del satélite catarí en el parisino Parque de los Príncipes. Con nueve puntos de ventaja en su Liga, uno más de los que lleva perdidos el Madrid con el Barça, habrá que ver en qué grado de tensión competitiva llegan los dos equipos a su cita. No suele ser conveniente ceñirse solo a un objetivo a largo plazo.

Emilio Butragueño, director de Relaciones Institucionales del Real Madrid, convino que la eliminatoria “podría haber sido una final”. “Nos exigirán al máximo, pero tampoco creo que para ellos haya sido un buen sorteo”, concluyó El Buitre. El exjugador aún se alistaba con el Real Madrid cuando el PSG le hizo descarrilar en las dos únicas eliminatorias en las que se han enfrentado: la Copa de la UEFA de 1993 y la Recopa de 1994. Eran los tiempos de Ginola, Weah y Valdo en un conjunto parisino mucho más modesto. Nada que ver con este PSG que se ha puesto de gala verano a verano, talonazo a talonazo hasta hacer saltar la banca. En febrero será asunto de la pelota, con el Real Madrid más obediente que con nadie cuando se trata de la Copa de Europa. Un desafío mayúsculo para ambos: el nuevo rico frente al rey de reyes.



yoselin

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