Ciencia y Tecnología

Algoritmos y 600 millones de cámaras: así funcionará el 'carné de buen ciudadano' chino

2017-12-15

Adentrarse en las dependencias de Face ++ es como deambular por un futuro que en China ya es...

JAVIER ESPINOSA | El Mundo


600 millones de cámaras, 'bigdata', algoritmos... Son los pilares del plan de 'crédito social' que prepara China para puntuar a sus ciudadanos en 2020.

Ya hay cámaras que identifican 200 personas por minuto y llaman a la policía si ven a un criminal. El Amazon chino pone 'nota' a sus 500 millones de clientes y les da trato distinto...

¿Qué pasaría si estos sistemas se fusionan enun sistema de 'crédito social' como pretende China? Las ONG ya alertan de un plan de control sin precedentes

Adentrarse en las dependencias de Face ++ es como deambular por un futuro que en China ya es presente. Las cámaras de vigilancia detectan a los visitantes nada más salir del ascensor, identifican su rostro y les abren las puertas a un mundo donde las llaves o los códigos de acceso son parte del pasado. Otro de los objetivos es capaz de analizar la fisonomía y adivinar la edad del sujeto con una certeza casi exacta: año arriba, año abajo.

A la entrada de la sala en la que exhiben su tecnología, la firma muestra un vídeo donde recoge el espíritu de la sociedad a la que aspira. La grabación emite imágenes de naves futuristas que sobrevuelan los rascacielos que se prodigan por las urbes de esta nación asiática y de robots que cocinan el almuerzo, analizan la composición de los alimentos e identifican al instante a los seres humanos y animales que se cruzan en su camino.

Otra de las pantallas ofrece un vídeo real de una multitud desembarcando en la estación de tren de Hangzhou -al sur del país- mientras el ordenador les va otorgando números en cuanto reconoce su identidad. "Tenemos una cámara que es capaz de identificar a 120 personas por segundo", explica Jian Danai, portavoz de la compañía.

Desde el edificio de Pekín donde tienen instaladas sus dependencias, Face ++ también vigila las calles circundantes. Sus cámaras recurren a otro programa de la empresa para acumular datos de cuantos viandantes o vehículos pasan por los alrededores. "Mujer, pelo largo, vestido negro, pantalón negro", se lee en la cuadrícula de una fémina que pasea por la acera.

"Tenemos acceso a los bancos de datos del gobierno que tienen información y fotos de los criminales y personas buscadas. Cuando el rostro coincide con esos datos se activa una alarma", asevera Danai. La joven señala a otro de los paneles de plasma que muestra a una elegante dama con un abrigo que pasea por el metro de Hangzhou y cuya cara hace saltar una de esas alertas. Era una fémina en búsqueda y captura. Otro rótulo advierte: "La policía ha sido notificada".

"Queremos ser los ojos y el cerebro de las ciudades", apunta la joven frente a otro gran panel luminoso alimentado por diferentes cámaras que han bautizado como "SkyNet", la inteligencia artificial rebelde que inspiró la serie 'Terminator'.

Lejos de constituir una hipótesis propia de guión cinematográfico, Face ++ forma parte ya de la tecnología a la que recurren las autoridades chinas y cerca de 300,000 compañías e individuos de todo el orbe, según los datos que proporciona la mayor compañía de reconocimiento facial de esta nación. Un desarrollo impensable para una compañía que se fundó en 2011 y cuyos "ojos" y "cerebro" digital constituyen uno de los referentes básicos de un proyecto más ambicioso apadrinado por Pekín: un sistema de 'crédito social' al más puro estilo de la distopía televisiva 'Black Mirror', que debería entrar en funcionamiento en el año 2020.

La idea recibió un respaldo definitivo en junio de 2014, cuando el gobierno chino difundió un comunicado en el que incidía en su "gran importancia" a la hora de establecer "una sociedad socialista armoniosa", y promover "la honestidad", "la confianza" y la "integridad" de la ciudadanía.

El desarrollo de lo que Human Right Watch llamó "policía en la nube" ha generado una singular colaboración entre el estado y las compañías privadas, además de una expansión paralela de los esfuerzos para promover el comercio digital y la vigilancia de los usuarios. Todo un entramado que combina el 'big data', los algoritmos y un despliegue masivo de artilugios de reconocimiento facial como los de Face ++.

Según la firma especializada IHS Markit, China dispone ya de 176 millones de cámaras de vigilancia gestionadas tanto por el estado como por ciudadanos o entidades privadas, y el objetivo es instalar otros 450 millones para el 2020. Para comprender la magnitud de estos guarismos basta con recordar que EU sólo tiene 50 millones.

Reconocimiento facial

El reconocimiento facial ya es una herramienta habitual en China, donde se puede entrar en restaurantes KFC y adquirir el menú exhibiendo el rostro frente a una máquina que reconoce las facciones -que incluso sugiere el tipo de comida al cliente en base a su edad-, ver cómo instituciones financieras como el Banco Mercantil, el de Construcción o el Banco Agrícola de China permite a sus clientes retirar dinero de cajeros sin necesidad de tarjetas, al confirmar los rasgos de su fisonomía, o advertir cómo los lavabos del conocido Templo del Cielo de Pekín sólo dispensan papel higiénico tras un escaneado del rostro, para evitar el habitual robo de este producto.

Pero también es recurrente encontrarse en ciudades como Shanghai o Hangzhou con paneles donde se exhiben los rostros de los peatones que han cruzado la calle en rojo o ciclistas y motoristas que marchan en dirección contraria, cuya cara ha sido "capturada" por una de esas cámaras. La única manera que tienen para que su nombre no siga siendo motivo de escarnio público y ejemplo de mal ciudadano es pagar en la comisaría del barrio 20 yuanes (2,60 euros) para los infractores de a pie y 50 yuanes para los ciclistas (6,5 euros).

Esta simbiosis entre el sector privado y el público se fundamenta en un beneficio mutuo. Las firmas privadas obtienen subvenciones estatales y contratos con el sector público, y las fuerzas de seguridad tienen acceso a los adelantos tecnológicos obtenidos por los investigadores de estas compañías. Por ejemplo, Face ++ recabó 460 millones de dólares en inversiones lideradas por un fondo estatal chino en noviembre pasado.

Aprovechando el clímax de consumismo que genera en China la jornada del 11/11, Alibaba presentó el mes pasado las últimas novedades de su concepto futurista de comercio que incluye supermercados sin empleados, que funcionan bajo el mismo sistema de reconocimiento facial -se accede y se paga con la cara-, y probadores de ropa y cosméticos virtuales basados en el mismo método.

Las posibilidades de estas tecnologías y el inmenso volumen de datos que pueden acumular esta firma -cuyas plataformas online tienen cerca de 500 millones de usuarios- han permitido a este último conglomerado diseñar lo que Chris Tung, su jefe de comercialización, definió como "Pasaporte del Consumidor" y un "Sistema de Crédito Zhima", una iniciativa que rivaliza con otras siete similares aprobadas por el banco Central de China en 2015.

"No se trata sólo de la cantidad de datos a los que tenemos accesos sino su calidad. A qué tipo de películas va esa persona, que música compra... Podemos saber cuántos propietarios de BMW hay que Shanghai... No se pueden imaginar la cantidad de datos personales a las que tenemos acceso. Nos permite reconstruir el perfil del consumidor y su estilo de vida", argumentó el alto cargo de la compañía china en una reunión con periodistas extranjeros durante la jornada del 11/11.

Sistema por puntos

Zhima actúa como un programa de fidelidad pero es Alibaba quien decide el número de puntos que se otorga al cliente en base a unos supuestos que sus responsables no quieren revelar completamente y que no incluyen sólo su capacidad adquisitiva sino también su comportamiento, su fiabilidad a la hora de responder ante un crédito, cumplir con un contrato gestionado a través de Alipay o sus amistades en las Redes Sociales.

"Alguien que dedica 10 horas al día a los vídeo juegos, por ejemplo, sería considerado un vago, y alguien que compra pañales de forma frecuente, probablemente será un padre, alguien que es más probable que tenga un sentido de la responsabilidad", declaró Li Yingyung, el director de tecnología de Zhima, a la publicación Caixin, para aclarar los parámetros de sus calificaciones.

Abundando en las interioridades de este sistema de crédito, la revista 'The World of Chinese' añadió que una demanda por una deuda impagada -un dato que los tribunales comparten con Alipay- supone el suscriptor de Zhima se hunda en ese ránking.

Los que mantienen un nivel alto de puntuación -el máximo es 950- acceden a privilegios como estar exentos de dejar un depósito en los hoteles, cuando alquilan una bicicleta o un apartamento (esto último sólo en ocho ciudades chinas, por el momento), prioridad en la obtención de visados para Singapur y Luxemburgo, o facilidades en los trámites de seguridad en los aeropuertos.

Disponer de una alta puntuación en Zhima se ha convertido ya en un símbolo de estatus que los privilegiados publicitan en las Redes Sociales o incluso en la principal aplicación de citas de China, Baihe, que dispone de cerca de 100 millones de usuarios.

El concepto de privacidad

Aunque Deborah Tsin, una portavoz de Alibaba, negó a EL MUNDO que su base de datos o Zhima se vayan a integrar en el sistema de crédito social gubernamental, lo cierto es que el propio Jack Ma ha defendido públicamente la colaboración con el estado. "El sistema legal y político del futuro es inseparable de internet, inseparable del Big Data", reconoció Ma el año pasado.

Pero la verdadera incógnita estriba en adivinar qué parámetros utilizarán las autoridades a partir de 2020, cuando todos los chinos tengan que someterse a esta clasificación. El diario The Global Times, un firme defensor del ideario del Partido Comunista chino, defendió el año pasado la implementación del programa de crédito social al que otorgó una mera connotación financiera y dijo que sólo pretende asegurar la fiabilidad de los consumidores.

Sin embargo, el mismo periódico recordaba que en 2010 la provincia de Jiangsu ya intentó imponer un programa similar que incluía evaluar "las posiciones políticas de las personas" y donde restaban puntos, por ejemplo, comportamientos como los de los llamados "peticionarios" que acuden a Pekín a quejarse de las autoridades locales. Ese proyecto generó una enorme controversia y terminó por desecharse.

Para Samantha Hoffman, una especialista que ha estudiado la información que ha suministrado el PCC en torno a este sistema, no hay duda que cualquiera que sean los algoritmos finales del sistema se entenderá como un armazón de tecnología dirigido a la "automatización del proceso de palo y zanahoria" que busca "asegurar el poder del Estado y el Partido". Una opinión que también sostiene Human Right Watch, que recientemente dijo que todo el plan le parecía "aterrador" ya que además de recopilar y centralizar información privada busca identificar a las personas "que se desvían de lo que ellos consideran el pensamiento normal" para después "vigilarlas".

Sin embargo, el concepto de privacidad es un territorio fluctuante en la China actual, donde una amplia mayoría no parece considerar este aspecto como una de sus prioridades. Durante la conversación con los informadores europeos, Chris Tung, de Alibaba, se vio sorprendido ante la reacción de un reportero alemán que le recriminó el alarde que realizó sobre la capacidad de captar datos privados de sus clientes. "No queremos cruzar ninguna línea (roja). Estamos haciendo lo mismo que hace Facebook o Google", replicó con cierto asombro.

En las oficinas de Face ++, cuando Jian Danai comenzó a enumerar el origen casi global de las empresas que han contratado los servicios de su plataforma de Big Data y reconocimiento facial su argumentación se sumió en el silencio ante la pregunta de cuántas de ellas eran europeas.

"En Europa existe otra percepción diferente", admitió. "Consideran que todo este sistema es una amenaza contra la privacidad".



yoselin