Turismo

Barcelona se sitúa entre las ciudades más amenazadas por la masificación turística

2017-12-18

El turismo suele ser objeto de deseo para la economía local. Pero en algunos destinos, la...

Alejandro Bolaños, El País

El turismo suele ser objeto de deseo para la economía local. Pero en algunos destinos, la irritación vecinal ante los problemas que ocasiona la llegada masiva de visitantes ha derivado en presión sobre las autoridades, cuando no en protestas. Un magma de malestar, con episodios de turismofobia, que afloró este verano en Barcelona, Madrid, Palma o San Sebastián. Y que lleva unos años dejándose sentir en ciudades que copan la lista de visitas obligadas del turismo mundial.

“Cuando la masificación va demasiado lejos, las consecuencias son difíciles de revertir”, advierte en su arranque el estudio publicado por el Consejo Mundial de Viajes y Turismo. “Es más fácil prevenir que recuperarse”, apostilló al presentar el informe Alex Dichter, de la consultora McKinsey, que colaboró en su elaboración.

El estudio se lanza a “cuantificar los síntomas de la masificación” en 68 grandes ciudades. Su objetivo es identificar los problemas asociados a la llegada masiva de turistas y establecer cuál es el riesgo en cada una de esas áreas. Los aspectos analizados sitúan a Roma y Venecia, los dos destinos italianos incluidos, como los que concentran mayor riesgo de masificación. En general, el estudio corrobora que las ciudades donde se han evidenciado las protestas y se han tomado las primeras medidas contra la masificación están también entre las que presentan mayor riesgo.

Alerta para Amsterdam y Dubrovnik

Además de Roma (con multas por sentarse en las escalinatas de sus 37 fuentes monumentales) y Venecia (que ha perdido la mitad de su población en 30 años ante la presión turística), entre las grandes ciudades más amenazadas está Dubrovnik. El famoso barrio amurallado de la urbe croata, en el que apenas viven 1,000 vecinos, llegó a recibir más de 10,000 turistas a la vez, lo que motivó a las autoridades locales a establecer este año un cupo (un máximo de 8,000 visitantes), que pretende reducir a la mitad con límites a cruceristas y guías turísticos.

El informe también refiere el alto riesgo que corre Amsterdam, que ya ha llevado al gobierno de la ciudad holandesa a tomar varias medidas: moratoria hotelera, limitar a 60 días los alquileres turísticos que ofrecen webs como Airbnb, prohibir la apertura de nuevos negocios orientados al turista en el centro, o desplazar, en cinco años, la llegada de cruceros fuera de la ciudad.

París y Barcelona, con el punto de mira en Airbnb y otros portales que permiten ofrecer alquileres turísticos en casas particulares, se incluyen en las diez ciudades que afrontan la mayor amenaza de que la masificación turística mute en problemas —burbuja inmobiliaria, ruido, calles y transportes atestados, marginación del comercio local, precios más altos—, y en éxodo vecinal.

Como refleja el análisis del lobby turístico, Barcelona ha “centrado la atención” porque el programa con el que Ada Colau llegó a la Alcaldía ya respondía al malestar ciudadano por la masificación turística. En lo que va de mandato, el gobierno de Colau ha impuesto la mayor sanción (600,000 euros) a Airbnb por divulgar ofertas de alquiler que considera ilegales. También ha aprobado una moratoria hotelera o una nueva tasa a los visitantes que pasan menos de un día en la ciudad. Y planea limitar el número de personas que pueden acompañar a los guías turísticos.

Para Madrid, que acaba de anunciar una nueva regulación de los alquileres turísticos, el informe establece un riesgo medio-bajo, como ocurre con Londres. Por el contrario, algunas ciudades para las que no ha saltado la alerta mediática, como Varsovia, están entre las más amenazadas.

Presión en los barrios

Para calibrar el riesgo de la masificación, y de los problemas que conlleva, el diagnóstico se centra en siete aspectos. Mide la densidad (por kilómetro cuadrado) e intensidad (por residente) de la afluencia de turistas en el área más visitada de cada ciudad —definida por los 20 sitios con más valoraciones en la web TripAdvisor—. Aproxima así cuál es la presión sobre comunidades locales.

Además, recoge de la misma web el peso de las opiniones negativas en los sitios más visitados para reflejar el riesgo de “degradación en la experiencia turística”. Compara el mes con más asientos ocupados en los vuelos que llegan a la ciudad, con el mes con más vacantes para reflejar la estacionalidad. Vuelve a los datos de TripAdvisor para estimar el riesgo de concentración de visitas en los sitios que suscitan mayor interés. Y también para determinar la amenaza de deterioro del patrimonio histórico y cultural por la masificación turística.

El séptimo aspecto es el impacto en el medio ambiente, pero del parámetro elegido (presencia de partículas contaminantes en el aire) no hay datos para todas las ciudades. Y el propio informe admite que la relación con la actividad turística es menos clara.

“Lo que se prevé es que a esos destinos lleguen más turistas, hay que gestionar el éxito”, advirtió en la presentación del informe Gloria Guevara, presidenta del Consejo Mundial de Viajes y Turismo. Y de eso se trata: el lobby que aglutina a multinacionales hoteleras, operadores turísticos, aerolíneas, grandes cadenas comerciales o firmas que han protagonizado la revolución del sector en Internet anima a poner la venda antes de que la herida se abra.

A partir de este diagnóstico, plantea iniciar un debate sobre “las mejores prácticas posibles”. “Este documento no es una lista de peticiones del sector privado: varias de las medidas descritas han suscitado las críticas de compañías y operadores”, se asume en el inicio del estudio. No es retórica: Airbnb o las compañías de cruceros, sospechosos habituales al repartir culpas de la masificación, son también miembros de este lobby empresarial.



yoselin