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¿Cómo hacer de los diez mandamientos un modo de vida?

2017-12-19

 Existen, además, desviaciones sexuales que atentan contra este mandamiento: el...

Por: Francisco Mario Morales


Vivir los mandamientos en el siglo XXI


“Nuestra religión no es observar normas y rituales exteriores, sino de poner en práctica los compromisos morales y existenciales” (J.P.II).

“El mundo se resiste a creer palabras que no van acompañadas de un testimonio de vida” (Juan Pablo II en su 2ª visita pastoral a México).

“Los diez mandamientos son diez leyes que gobiernan para la paz, el orden, el bienestar y la felicidad en el mundo” (Sociedad de Educación Atenas, S.A. Obras de Mons. Tihamer Toth).

Los diez mandamientos deben ser observados no sólo para que cada uno tenga la conciencia tranquila delante de Dios, sino también para luchar por una vida digna para todos. El amor a Dios y el amor al prójimo no pueden estar separados. En otras palabras, la fe en Dios (Mandamientos 1 al 3) y la organización de la sociedad (Mandamientos 4 al 10) no pueden estar separados.

“No debemos hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan. Esto es el origen de toda moral” (“La ley de Dios” en Herr. de la comunidad. Carlos Mesters).

1) Amor a Dios

Dios nos pide que le amemos y le sirvamos de corazón, que le amemos por encima de todo. Dios quiere de cada uno de nosotros amor más que ofrendas (Osea 6,6). La forma de corresponder a su amor es tratando de imitarlo (Efe. 5,1) Amar a Dios es vivir sus mandamientos. Amarlo es agradarlo (2 Cor. 5,9) Hacer todo con amor (1ª Cor. 16,14) Vivir en el amor (Efes. 5,2) Biblia Temática                       Es muy triste que personas que se llaman católicos cristianos acudan a adivinadores y hechiceros, a que les lean las cartas y el café, a que les pronostiquen el futuro. Todos ellos han perdido su fe en Dios, dándole la espalda. ¿Cuántos dejan de ir a misa por recurrir a centros espiritistas para después acercarse a recibir el cuerpo de Cristo? San Pablo advierte que todo aquel que se acerque a comer el cuerpo del Señor indignamente, estará comiendo su propia condenación.

El sincretismo, espiritismo, santerismo, esoterismo y gnosticismo, atentan contra este primer mandamiento (Lv 20, 6; 19, 26; Dt 4, 15 - 20; 18, 10 -12). Dios nos pide abandonar otros “dioses”, como el dinero, el placer y el poder (Dt 4, 15 -19; 5, 7; 18, 10 – 14; Lv 19, 26 - 31). Nos habla sobre las imágenes (dulía, latría, hiperdulía) (Ex. 20, 4 - 6). Nos enseña el mayor de los mandamientos (Lc 10, 27 - 37) y lo que cuesta seguirlo ((Lc 14, 25 - 33) (Dt 13, 6 -8). Confianza sólo en Dios (Jr 17, 5; Sal 37, 4; Jn 17, 15 -19; Lc 9, 25). (Libro: Lo que todo cristiano debe saber y conocer / Francisco Mario Morales)    

Yo soy el Señor tu Dios. La crisis del hombre moderno es crisis de Dios, eclipse de Dios, ignorancia de Dios, aversión a Dios. La esperanza de los hombres es decepcionada por estar la respuesta fuera de Dios. El hombre subordina su propia vida, su futuro, todo lo que posee de bueno, a otros “señores”. Larga sería la lista de todos los “falsos señoríos” propuestos por el espíritu del mundo opuesto al Espíritu de Dios.

No tendrás otro Dios fuera de mí. Los ídolos parecen disfrutar de una salud óptima, Dios parecería en cambio suscitar menos fascinación en el hombre moderno. Sin embargo se trata de “ídolos mudos”, que no pueden salvar el corazón del hombre en su más recóndita necesidad de amar y ser amado. ¡Cuántas imitaciones, cuántos falseamientos del verdadero rostro de Dios! Se hace la guerra en nombre de Dios, pero Dios es uno. Si es “uno” no puede estar en conflicto, en perenne conflicto entre generaciones y pueblos. (Patricia Navas / aleteia.org/2013/11/12/los-diez-mandamientos-explicados-al-hombre-de-hoy/). Dios nunca nos ha prohibido hacer imágenes de Él.

2) No tomarás el nombre de Dios en vano.

De cuántas maneras se insulta a Dios, se blasfema, se altera su verdadera esencia. Es fácil usar el nombre de Dios, doblegándolo a las propias necesidades. Cuántos falsos profetas abusan de los demás, especialmente de los “débiles” en nombre de Dios. Cuántos creyentes se “autosalvan” dando a Dios el nombre “misericordia” olvidando que su nombre es también “verdad” y “justicia”. . (Patricia Navas / aleteia.org/2013/11/12/los-diez-mandamientos-explicados-al-hombre-de-hoy/)

“No juren ni por el Cielo, ni por la tierra, ni con otro juramento. Que el sí, sea sí, y el no, no. Así no cometerán pecado” (St. 5,12). “No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios, pues Él no dejará sin castigo al que use mal su nombre” (Dt. 5,11). “Dios nos habla sobre el respeto que le debemos” (Dt. 5, 11b). En el Sermón de la Montaña Jesús nos enseña sobre los juramentos Cf Mt 5, 33 - 37.

3) Santificarás las fiestas.

La fiesta, y por tanto el reposo del trabajo, es el espacio ofrecido a la intimidad con Dios. Es tiempo reservado al descubrimiento de uno mismo en relaciones de verdadera fraternidad con los demás. Asistimos a la desnaturalización de esta verdad: la fiesta no alimenta en el hombre la necesidad de Dios, más bien la olvida, haciéndose cada vez más sinónimo de consumismo, de placer, de adquisición y disfrute de los bienes materiales. (Patricia Navas / aleteia.org/2013/11/12/los-diez-mandamientos-explicados-al-hombre-de-hoy/)

El descanso no es lo único que santifica al domingo. Debemos dedicar este día del Señor, antes que nada, a alabarlo, agradecerle, pedirle perdón y solicitarle las gracias necesarias y, después, a descansar y fortalecer la unión familiar.

“Este es mi cuerpo, hagan esto en memoria mía” (Lc 22,18-20). Jesús nos enseña sobre la gratitud (1 Co 4, 7), sobre la oración (1 Ts 5, 17 - 18), y sobre Su generosidad hacia nosotros (1 Co 4, 7).
 
4) Honrarás a tu padre y a tu madre.

Los hijos nacen de un padre y de una madre, no de donantes de esperma o de úteros prestados en insignia de una nueva ética social. ¡Cuántos hijos huérfanos de paternidad negada o rechazada incluso por las mismas legislaciones humanas! ¿Cómo podrán los hijos honrar a sus padres y a sus madres si estos permanecen “anónimos”? Quien honra al padre y a la madre respeta su propia historia, las memorias familiares que dan identidad social. (Patricia Navas / aleteia.org/2013/11/12/los-diez-mandamientos-explicados-al-hombre-de-hoy/). San Francisco de Sales, nos enseña algo muy importante para la enseñanza del amor: “No sólo amar a los demás, sino que los demás sientan y se den cuenta que sí los amamos”.

Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos en la fe, en la oración y en todas las virtudes. Ellos tienen el deber de atender, en la medida de sus posibilidades, las necesidades materiales y espirituales de sus hijos (Síntesis del Nuevo Catecismo, p. 330).

El Señor nos recuerda nuestra obligación de amar a nuestros padres, pero estos también deben hacerse responsables de su papel. No basta con traer un ser al mundo, ya que es grande la tarea de llevarlo a una vida plena. “Lo que se siembra se cosecha”. “Hijos, obedezcan en todo a sus padres” (Co.3, 20- 21). “Padres, no irriten a sus hijos” (Ef 6, 4).

Jesús nos habla de nuestros deberes como hijos (Ef 6, 1 - 3), como padres (Ef 6, 4), como esposos (Ef 5, 21 - 32), y como padres e hijos (Co 3, 18 - 21).

5) No matarás.

Se puede matar de muchas maneras, no sólo con las armas: matan también la lengua, la ignorancia, el silencio. No matar es también defender la vida. Siempre, no sólo cuando se puede o conviene. La vida: en su inicio, en su desarrollo, en su final. La vida no debe ser mortificada. En tiempos de crisis no se pueden favorecer nuevos asesinos: los suicidios son a menudo hijos de una pobreza provocada o de un bienestar desenfrenado que desaparece de repente. (Patricia Navas / aleteia.org/2013/11/12/los-diez-mandamientos-explicados-al-hombre-de-hoy/)

Toda vida humana, desde el momento de la concepción hasta la muerte, es sagrada. Dios ama al hombre, hecho por Él a su imagen y semejanza. Causar la muerte a un ser humano atenta gravemente en contra de la dignidad de esa persona y la santidad del Creador. Por lo tanto, el aborto, la eutanasia, el homicidio y el suicidio son condenados por Dios (Síntesis del Nuevo Catecismo, p. 335).            

Cuando Dios nos manda no matar, nos está prohibiendo dañar el cuerpo o el alma tanto de nosotros como de nuestro prójimo.

“El que dice: «Yo amo a Dios», mientras odia a su hermano, es un mentiroso” (1 Jn 4, 20).

Las peleas e insultos, el odio, la venganza, el alcoholismo, la drogadicción, el aborto, la eutanasia, el secuestro y el terrorismo también atentan contra este mandamiento.

No sólo se mata el cuerpo, se puede matar la dignidad, la honra y el honor. Dios nos habla de leyes de santidad, justicia (Lv 19, 16 - 17), prudencia y discreción. La lengua no debe usarse para difamar y calumniar. Se miente para justificarse ante los demás.

6) No cometerás actos impuros. Se cometen actos impuros también únicamente por emulación, por una cultura obsesiva que hace de la liberación del sexo uno de los mayores negocios comerciales, precisamente a partir de la devaluación de la dignidad del hombre y de la mujer. Hacer la prostitución más “decente” no la hace menos “explotación del cuerpo”; de lo contrario, tarde o temprano incluso la pedofilia será socialmente compatible con las “necesidades de la modernidad”. Es impuro no conservar la unidad entre cuerpo y espíritu, violentar el espíritu en nombre del bienestar corporal. . (Patricia Navas / aleteia.org/2013/11/12/los-diez-mandamientos-explicados-al-hombre-de-hoy/)

“La castidad significa integridad; la sexualidad forma parte del hombre y, por ello, de su ser corporal y espiritual. Sin embargo, la templanza es una virtud que impregna de raciocinio el instinto carnal y las pasiones humanas. ¿Qué es la castidad? Castidad, no es otra cosa sino el dominio de la sexualidad por la razón para aprender a respetarse a sí mismo y a los demás

 Acciones contrarias a la castidad son la pedofilia, la masturbación, la fornicación, la pornografía y la homosexualidad” (Síntesis del Nuevo Catecismo, p. 345,346).

La voluntad de Dios es que no tengan relaciones sexuales fuera del matrimonio cf 1Ts 4,3-8.

 Existen, además, desviaciones sexuales que atentan contra este mandamiento: el exhibicionismo, fetichismo, froterismo, masoquismo, sadismo, travestismo, voyerismo, coprofilia, necrofilia, zoofilia, incesto, swingers, etc.

Dios nos habla sobre las relaciones sexuales prohibidas (Lv 18, 1 - 23), sobre tatuajes (Lv 19, 26- 31), pasiones vergonzosas y perversión (Rm 1, 18 – 32), los deseos humanos (Gl 5, 19 - 26) y la santidad del cuerpo (1 Co 6, 13 – 20).  La puerta del amor se abre hacia afuera, siempre hacia los demás, y se llama felicidad. En cambio, la del placer se cierra con el candado del egoísmo. El amor dura. El placer se acaba. Recuérdalo siempre: cuando se persigue denodadamente el placer por el placer, desaparece porque le falta su fundamento: el amor

7) No robarás. El hurto es una intención mala que está dentro de nosotros. No se trata sólo de “no robar al hombre”, sino también de “no robar el hombre”, es decir, privarlo de su tiempo, de su dignidad, de su futuro, de justicia y de paz. Hay que educar para ser generosos de corazón, experimentando la economía del don, de la gratuidad. La raíz del “no robar” es también el poseer: se roba porque nunca se está satisfecho con lo que se tiene, invadido por el deseo de tener y de acumular. (Patricia Navas / aleteia.org/2013/11/12/los-diez-mandamientos-explicados-al-hombre-de-hoy/)

El robo es la usurpación del bien ajeno en contra de la voluntad de su dueño. Toda manera de tomar y de usar injustamente un bien ajeno, es contraria al séptimo mandamiento. La injusticia cometida exige reparación; así, la justicia conmutativa impone la restitución del bien robado. (Síntesis del Nuevo Catecismo, p. 354).

El robo es lo opuesto a la justicia; el cristiano tiene que ser solidario con la justicia y la honestidad y aborrecer lo injusto. “No se engañen, ni los ladrones, ni los avaros ni los que viven de rapiña han de poseer el reino de Dios” (1 Co 6, 9 -10).

La deshonestidad y la usura atentan contra este mandamiento cf. Dt 24, 10 - 11.

8) No dirás falso testimonio. También el falso testimonio está dentro de nosotros como mentira, como ablandamiento de la verdad. Una actitud que se hace cultura, que se estabiliza en el hombre como simulación, ficción, verosimilitud de la realidad sustituida por la ficción. Estar de parte de la verdad, defenderla, es un acto de justicia y de amor a uno mismo y a los demás. (Patricia Navas / aleteia.org/2013/11/12/los-diez-mandamientos-explicados-al-hombre-de-hoy/)

La veracidad es una virtud que consiste en mostrarse verdadero en nuestros actos y palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía.

 La mentira consiste en decir algo falso con la intención de engañar al prójimo, quien tiene derecho a la verdad. (Síntesis del Nuevo Catecismo, p. 364,367).

“No mientan unos a otros” (Col. 3,9). Sin la sinceridad ni el amor a la verdad, la posibilidad del diálogo es destruida en su raíz y la convivencia social y familiar se torna imposible. “Digan sí, cuando es sí, y no, cuando es no” (Mt 5,37).  Dios nos habla en el A. T. sobre la prudencia y discreción (Lv 19, 16). Jesús nos enseña a amar a nuestro prójimo (Mt 22, 39), a no juzgar (Lc 6, 37- 38; Lc 6, 41 – 42; Rm 14, 10 - 12), y no mentir (Jn 8, 44 – 47; (Rm 14, 13).

9) No desearás la mujer de otro. “La mujer de otro”. Parece un mandamiento al varón. Pero es, hoy, también “el hombre de otra”. La mujer, el hombre, no son una cosa que se desea, que pertenece a alguien como una “cosa”. Cuántos delitos pasionales, cuánta violencia doméstica, cuánta discriminación del género femenino responde a esta lógica deshumanizada. . (Patricia Navas / aleteia.org/2013/11/12/los-diez-mandamientos-explicados-al-hombre-de-hoy/)

Todo buen cristiano debe tener presente en su vida este mandamiento del Señor, acostumbrándose a respetar siempre a la persona con quien sostiene un compromiso matrimonial, evitando los amores pasajeros y las aventuras pasionales. La mujer también debe darse a respetar y cuidar su dignidad.

“Quien mira con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio en su corazón” (Mt 5, 27- 28). En el Sermón de la Montaña Jesús nos enseñó sobre el adulterio (Mt 5, 27 - 30) y el divorcio (Mt 5, 31 – 32; Mt 19, 9; Mc 10, 11 – 12; Lc 16. 18).

10) No codiciarás los bienes ajenos. La envidia se encuentra en la base de este y del anterior mandamiento. Es el más “sociable de los vicios”. La modernidad ha exaltado la cultura de la envidia. En las sociedades civiles avanzadas, en Occidente, el presupuesto de la democracia es la igualdad: “yo debo tener los mismos derechos que los demás”. Pero esto no significa sufrir “el complejo de ser idénticos”, es decir, de poseer las mismas cosas que los demás, haciéndose esclavo de las cosas, o empobreciéndose, endeudándose, enfermándose por aquello que se envida y no se puede poseer. (Patricia Navas / aleteia.org/2013/11/12/los-diez-mandamientos-explicados-al-hombre-de-hoy/)

La codicia no consiste en querer tener más de lo que se tiene, sino en procurar adquirir por medios ilícitos los bienes que pertenecen a otros. El pecado de la codicia está en las obras que se hagan o se deseen hacer para adueñarse de dichos bienes, sin importar los medios. Por ejemplo, no es correcto despojar de sus bienes al prójimo o enriquecerse a costa de los indefensos.

“No amen al mundo ni lo que hay en él. Si alguno ama al mundo, en ese no está mi Padre” (1 Jn2, 15-16). Dios en el A. T nos habla de la codicia (Ex 20, 17), del despojo (Lv 19, 13), de la codicia y la envidia (2 Sm 12, 1 - 4), del error (Sb. 2, 24), de los opresores (Mi 2, 1- 2) y nos enseña sobre el mundo (1 Jn 2, 16).

“¿Qué sentido tienen para nosotros estas diez palabras? ¿Qué dicen a nuestro tiempo inquieto y confundido que parece querer prescindir de Dios?”, preguntaba el Papa en su mensaje el pasado mes de junio.

“Los diez Mandamientos son un don de Dios”, respondió, vienen de un Dios que nos ha creado por amor”. Y destacó que esos preceptos “nos indican un camino a seguir, y constituyen también una especie de «código ético» para la construcción de sociedades justas, a medida del hombre”.

Y dijo que “no debemos ver los diez mandamientos como limitaciones a la libertad -no, no es esto-, sino que debemos verlos como indicaciones para la libertad. No son limitaciones, sino ¡indicaciones para la libertad!

“Ellos nos enseñan a abrirnos a una dimensión más amplia que la material, a vivir el respeto por las personas, venciendo la codicia de poder, de posesión, de dinero, a ser honestos y sinceros en nuestras relaciones, a custodiar toda la creación y nutrir nuestro planeta de ideales altos, nobles, espirituales”, añadió.

Para el Francisco, “seguir los diez mandamientos significa ser fieles a nosotros mismos, a nuestra naturaleza más auténtica y caminar hacia la libertad auténtica que Cristo enseñó en las Bienaventuranzas”.

Según el Papa, los diez mandamientos “no son un himno al «no», se refieren al «sí». Un «sí» a Dios, el «sí» al Amor”.

Los Mandamientos, ¿prohibiciones o caminos?

“El peligro radica en un modo de ver las normas morales cristianas como si se tratase de leyes hechas por los hombres

Los mandamientos no son simples prohibiciones ni normas con las que podemos jugar para ver hasta dónde sí y hasta dónde no... Cada uno nos pone ante metas a veces difíciles, pero siempre capaces de embellecer, desde corazones generosos, un mundo que necesita testigos alegres de la vida cristiana. Un mundo por el que el Cristo murió, para que un día podamos volver a reunirnos en la Patria eterna donde podremos ser abrazados por un Padre que nos quiere con locura, y nos invita a vivir a fondo como hombres y como cristianos nuestra vocación más profunda: el amor”. (Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net)

El Papa Francisco afirmó, que el amor a Dios y al prójimo es el principal Mandamiento, como recordó Jesús, y que sin amor no sirve de nada cumplir los Mandamientos y hacer buenas obras.



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