Ecología y Contaminación

Teherán echa el cierre por la polución del aire

2017-12-20

Tras cuatro días consecutivos con las guarderías y colegios de casi toda la provincia...

LLUÍS MIQUEL HURTADO

El humo de los coches obliga a las autoridades a tomar medidas excepcionales para afrontar el que ya es uno de los principales problemas de salud pública en el país.

"Durante la última semana se han doblado los casos de ataque de corazón"

Teherán reposa en la falda de una cordillera cuyos imponentes picos, muchos de los cuales superan los 3,500 metros de altura, han desaparecido esta semana por completo del 'skyline' tras una capa de niebla ocre. Y mortal. El humo que expiran los tubos de escape de los cerca de cuatro millones de coches que circulan a diario por la urbe ha obligado a las autoridades a tomar medidas excepcionales para amortiguar el que ya es uno de los principales problemas de salud pública en el país.

Tras cuatro días consecutivos con las guarderías y colegios de casi toda la provincia cerrados, además de minas y plantas cementeras, el Ejecutivo ha decretado para este jueves y viernes, las dos jornadas de fin de semana en Irán, la prohibición de toda actividad al aire libre. Además, según ha informado este miércoles el delegado del Gobierno en un comunicado, la Policía ejercerá "desde la puerta de casa" un estricto control de tráfico en el centro capitalino. Sólo se permitirá la circulación de coches con matrículas alternas.

Esta última decisión no significa más que la aplicación a rajatabla de la normativa que ya rige habitualmente el área central de la ciudad, zona en la que normalmente se registran concentraciones de partículas en suspensión ligeramente menores que en otros distritos. En el extremo opuesto está el norte teheraní, donde empieza el monte, donde se reduce la oferta de transporte público y donde los habitantes, muchos de ellos adinerados, consideran el coche un símbolo de estatus del que ostentar en los días de fiesta.

Según los registros municipales, citados por la agencia France Presse, la concentración de partículas finas (PM2.5) - las que tienen este diámetro o inferior pueden llegar hasta los pulmones - no ha dejado de aumentar en los últimos días. En las últimas horas se han llegado a anotar picos de 181 microgramos por metro cúbico en algunos puntos de la capital. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una tasa inferior a 25 microgramos de promedio durante veinticuatro horas.

"Es una tragedia", sentencia Reza Zarifi, redactor del periódico municipal Hamsharí y uno de los que más ha alertado de los riesgos para la salud del abuso del coche. "Durante la última semana se han doblado los casos de ataque de corazón", asegura a EL MUNDO. Su último artículo empieza con una lista de síntomas atendidos estos días en los hospitales de Teherán: "Dificultades para respirar, tos constante, dolor de pecho, picor en los ojos, irritación ocular, dolor de cabeza y sensación de quemor".

Sharbanu Armani, miembro del consejo municipal de Teherán, alertó el 28 de noviembre de que "cada 24 horas doce personas mueren debido a la polución del aire" en la ciudad. El Ministerio de Salud estimó que en 2012 la contaminación del aire contribuyó a 4,500 muertes prematuras en Teherán, y a 80,000 en todo el país. Otras localidades como Isfaján, Urmía, Tabriz y Mashad han tenido que adoptar medidas similares a las teheraníes. Las autoridades han recomendado a niños y ancianos no salir de casa salvo lo necesario.

Este escenario irrespirable es consecuencia de una tormenta perfecta de causas, algunas meramente climáticas y otras fruto de la mano del hombre. Cada año, para esta época, se producen inversiones térmicas, en las cuales el aire frío, cargado de polución, no asciende a capas superiores y queda atrapado a baja altura. La ausencia de precipitaciones, particularmente en este otoño, y el poco viento a los pies de la cordillera del Alborz han favorecido el asentamiento de una boina terrosa sobre Teherán.

Reza Zarifi lamenta, también, que los estándares ecológicos impuestos a los demasiados vehículos que circulan por la capital y la calidad de la gasolina refinada en Irán sean pobres. Por un lado están los vehículos de producción nacional, explica, sometidos a estándares mínimos. Por el otro, las consecuencias de una industria petroquímica vetusta cuya renovación, al igual que la producción de coches energéticamente eficientes, se ha visto obstaculizada por las sanciones al programa nuclear iraní.

"Se han adoptado algunas medidas", escribe M.A. Saki en el periódico local Tehran Times. "Por ejemplo, el ayuntamiento de Teherán ha expandido la red de metro y los servicios de bus. Además, el Gobierno ha reducido enormemente las tasas a la importación de coches híbridos. Sin embargo, estos movimientos están siendo ensombrecidos por el continuo incremento de coches de petróleo entrando en las calles y la migración económica llegando a las grandes ciudades, especialmente a Teherán".

Para Zarifi, una solución al problema pasa por "acabar con los vehículos diesel envejecidos, incrementar la calidad de la gasolina, usar motores eléctricos o híbridos, reducir la contaminación industrial y", subraya, "desarrollar el transporte público en las ciudades". Una tarea ardua por las duras medidas que exige para la que, cree, el Gobierno no está preparado. "Algunos dirán que pasos así no son fáciles en Irán, cuya población es adicta al petróleo subsidiado", opina Saki, recordando la polémica adicional del combustible barato. "Pero ya que milagros no va a haber, y dado que debido al calentamiento global a cada año que pasa nuestro país recibe menos lluvias y nieves para limpiar sus ciudades, es necesario adoptar medidas decisivas y desagradables para enfrentarse al gran reto de la polución del aire".



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