Migración

Libia: el gran éxodo desde el infierno

2017-12-28

Es difícil encontrar ciudades antiguas en el África subsahariana. La...

A. ROJAS / C. VALDEHÍTA Madrid / El Mundo

Medio millón de subsaharianos esperan varados en el limbo libio para cruzar la frontera más mortífera del mundo camino a Europa

Muchos huyen de países convertidos en agujeros negros para los derechos humanos

La violencia, cada vez más legitimada en el planeta

Es difícil encontrar ciudades antiguas en el África subsahariana. La explicación es la migración. Nadie permanece mucho tiempo en el mismo lugar. El continente siempre ha sido un hormiguero sin fronteras en las que la gente se ha movido sin restricciones por estaciones, cosechas o recursos naturales. Las rutas actuales de esas travesías siguen las huellas de las de la era medieval. Esos movimientos de población sólo se vieron gravemente alterados durante la colonización de América por el tráfico masivo de esclavos desde sus costas del Oeste, el reparto de África a escuadra y cartabón en la conferencia de Berlín (1885) y la época actual, donde las cifras de refugiados de varios conflictos llenan de nuevo los barcos hacia el éxodo. Se trata de un movimiento sin precedentes, pero también complejo y difícil de catalogar. ¿De qué infiernos huyen estos solicitantes de asilo? ¿Qué conflictos perturban esa migración africana y vuelven a llenar los caminos? ¿Por qué muchas de estas vías acaban en Libia? ¿Qué factores influyen para que unos lleguen desde algunos países en guerra y desde otros no?

Las rutas migratorias están en manos de mafias, más activas y poderosas que nunca. La presencia de estos traficantes y su enorme logística, así como la permisividad de las autoridades, determinan las nacionalidades de las personas que pueden o no pueden llegar a Libia. Según la Organización Internacional de Migraciones hay 432,574 migrantes en Libia de 38 nacionalidades diferentes que esperan el salto a la tierra prometida europea.

No es sencillo determinar el porcentaje de refugiados o de inmigrantes económicos en este casi medio millón de personas, pero todos ellos se convierten en víctimas de la extorsión de las mafias desde su partida hasta el infierno libio, donde se han documentado mercados de esclavos. La Unión Africana se comprometió hace unas semanas a evacuar de Libia a 20,000 subsaharianos que esperaban cruzar el Mediterráneo, una pequeña parte del total. Sólo podrá hacerlo a los países que acepten las deportaciones, como Nigeria, que ya ha recibido 3,000 personas y acogerá a otros 3,000 en breve. O Ruanda, que no exporta migrantes pero que aceptaría a unos cuantos miles. Burkina Faso, Camerún o Senegal repatriaron a unos cientos. Poco más. Llama la atención que apenas encontremos refugiados del Congo, Sudán del Sur o República Centroafricana entre los detenidos en Libia. La explicación es sencilla: las mafias no llegan allí. Estos son los infiernos que alimentan ese gran éxodo hacia el Mediterráneo.

NIGERIA

. No hay datos de cuántos nigerianos han llegado allí, pero sí del número que alcanzó la costa de Italia: 17.462 entre enero y octubre, según datos del Ministerio del Interior italiano, la mitad que en el mismo periodo del año anterior. El norte de Nigeria sufre una emergencia humanitaria debido a la escasez de alimentos y a la acción de los terroristas Boko Haram, que también ataca y martiriza a los civiles de Chad, Camerún y Níger. Por otro lado, este país nutre con mujeres las redes de trata, que acaban en lugares como la colonia Marconi de Madrid con enormes deudas con sus traficantes.

SOMALIA

. El 14 de diciembre un grupo de 74 refugiados procedentes de Somalia y Eritrea (22 mujeres y 51 niños) fueron enviados a Níger a través de ACNUR, aunque cabe preguntarse qué harán estos refugiados del Tercer Mundo en otro Tercer Mundo que no es el suyo. A la eterna guerra civil en Somalia se unen las sequías casi endémicas y la pobreza sin horizonte. El deficiente sistema sanitario, la alta tasa de analfabetismo, el terrorismo de Al Shabab y los abusos de los derechos humanos hacen que se perpetúen prácticas como la esclavitud, el matrimonio infantil y la ablación femenina.

ERITREA

. Hay 10,000 opositores en sus cárceles, un ejército de 250,000 esclavos (el mayor de todo el continente) y una corrupción rampante. El Gobierno del dictador Isaias Afewerki, un dictador estalinista made in África, ha convertido el país en una gigantesca y hermética prisión en la que, según Amnistía Internacional, se arresta de forma arbitraria a todo aquel sospechoso de disidencia y no se avisa a su familia de su paradero. Según Reporteros Sin Fronteras, es el país del mundo en el que menos se respeta la libertad de expresión. Sin un sistema de educación y sanidad que merezca tal nombre, y con niveles preocupantes de desnutrición, el de Eritrea puede definirse como el totalitarismo de la miseria. Un 5,5% de los refugiados que llegan a Italia procede de allí.

SUDÁN

. El régimen de Omar al Bashir, en busca y captura por crímenes de guerra y genocidio en Darfur, no se diferencia demasiado del anterior. Con varios conflictos en ciernes en las regiones de Nilo Azul o el Kordofan, se trata de uno de los países más represivos de África. De sus fronteras parten el 5,6% del total de personas que acaban llegando a Europa. La gran mayoría terminan varado en lugares como Calais, en su intento de llegar al Reino Unido, objetivo tradicional de los sudaneses.



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