Internacional - Política

Al Sisi es un dictador atípico que ha terminado regalando su propia tierra

2018-01-05

A punto de cumplir los 46 años, Jaled Ali ha asumido la incómoda tarea de encarnar la...

FRANCISCO CARRIÓN | El Mundo

A punto de cumplir los 46 años, Jaled Ali ha asumido la incómoda tarea de encarnar la oposición al régimen de Abdelfatah al Sisi en los comicios presidenciales previstos para esta primavera cuyo calendario definitivo anunciará la comisión electoral la próxima semana. "La gente ha perdido la esperanza. El único éxito que puede esgrimir Al Sisi es haber impuesto la represión y la dictadura", desliza este abogado izquierdista que ya fue candidato en 2012, las únicas presidenciales que el país más poblado del mundo árabe ha celebrado hasta la fecha con garantías internacionales.

Catapultado por sus batallas judiciales, Ali reúne entre sus partidarios a los activistas que desfilaron por la plaza Tahrir de El Cairo y entonaron el grito de "Pan, libertad y justicia social" que ahogaron militares e islamistas. Su principal escollo para disputarle el trono a Al Sisi -que cosechó el 96,9% de los sufragios en 2014- es una condena a tres meses de prisión por un supuesto gesto difamatorio hacia la judicatura. El miércoles una corte de apelaciones aplazó el fallo final hasta el 7 de marzo dejando en el aire sus ambiciones. "Es todo fabricado. Hace tiempo que me describen como un traidor financiado desde el extranjero", replica Ali sin alterar el gesto.

Pregunta.- Pocos dudan del resultado de las presidenciales. ¿Tiene alguna posibilidad real de vencer a Al Sisi?

Respuesta.- Si Al Sisi se representara a gobernador de una provincia y concurriera en unas elecciones limpias y justas, las perdería. El desafío es precisamente que sea un proceso real. No creo que lo sea pero hay que intentarlo. Presentarse es una forma de resistencia.

P.- Al Sisi controla el aparato policial, el ejército y la prensa...

R.- También los controlaba en el escándalo de la cesión de las islas de Tirán y Sanafir a Arabia Saudí y pudimos iniciar un litigio judicial; ganarle; y avergonzarle en público. No podemos predecir la reacción de la calle. Hosni Mubarak también controlaba los resortes del poder y en una noche todo cambió. El régimen puede tratar de robar el futuro de su pueblo pero nada es para siempre.

P.- ¿Cuál es el legado de Al Sisi?

R.- Es una herencia desastrosa en derechos humanos, con miles de egipcios detenidos, que ha abonado, a su vez, una tierra fértil para el aumento de las acciones terroristas.

P.- La represión ha alimentado la hoguera del terror...

R.- Es un elemento muy importante junto a la desconfianza, la melancolía y la frustración que sienten hoy los jóvenes. Algunos han sido condenados a cinco años de cárcel por divulgar su opinión en Facebook y otros permanecen en prisión preventiva desde hace más de dos años. Es un mensaje muy claro para toda la sociedad. En este país no hay horizonte seguro. Puedes acabar entre rejas si hablas o callas.

P.- Un lustro después del golpe de Estado, el norte de la península del Sinaí sigue siendo un agujero negro para las autoridades...

R.- Es un auténtico fiasco. Decían que podían desplegar el ejército en seis horas pero los cristianos de Al Arish [la capital del norte del Sinaí] permanecen desplazados desde hace un año. Han impuesto el estado de emergencia y un bloqueo informativo que impide cualquier cobertura sobre el terreno. En la práctica, tratan al Sinaí como una zona de operaciones castrenses. No hay éxito alguno en la península.

P.- ¿Cuál es su fórmula para derrotar al terrorismo?

R.- Una democracia de verdad, justicia social real y una judicatura independiente que juzgue crímenes y no opiniones políticas o intelectuales. Por desgracia, Al Sisi no tiene más experiencia que la del ámbito de la seguridad y carece de conciencia política. Solo conoce la represión y ya hemos visto los resultados.

P.- Si tuviera que describirlo, ¿qué diría de Al Sisi?

R.- Es alguien que tuvo la inmensa oportunidad de dirigir un país en un momento en el que gozaba de una elevada popularidad y la malgastó. En la Historia hay dictadores que practicaron políticas autocráticas pero al mismo tiempo levantaron su patria; protegieron sus fronteras e incluso las ampliaron. Al Sisi es un dictador atípico que ha acabado regalando su propia tierra.

P.- Sin embargo, cuenta con respaldo internacional. En París o Washington le consideran el mal menor para una región en llamas...

R.- Donald Trump y Emmanuel Macron son aliados de sus intereses. Ya fueron socios de Mubarak y, cuando vieron al pueblo salir y derrocarle, cambiaron de lealtades. No será diferente la próxima vez.

P.- Su primer mandato ha estado marcado por una cruzada moral. Ha detenido a homosexuales y encarcelado a escritores y cantantes acusados de incitación al libertinaje...

R.- Éste es un régimen cercano al salafismo. Entre Al Sisi y los ultraconservadores no hay grandes discrepancias. Existe un intento continuado de bloquear cualquier libertad y perseguir a novelistas o cineastas.

P.- Uno de los resultados tangibles de sus años en palacio son los megaproyectos que ha lanzado...

R.- Cualquier iniciativa para lograr la prosperidad o el desarrollo es positiva pero hay que elegir bien los tiempos y el modo de ejecución. La ampliación del canal de Suez agotó las reservas de divisa extranjera. Y la nueva capital del país obliga a pedir préstamos que socavan la soberanía egipcia.

P.- El ejército ha asumido el liderazgo en la mayoría de los proyectos estatales...

R.- Es una tendencia regional pero en Egipto existe un sector público que puede desempeñar ese papel. Las fuerzas armadas tienen otras misiones más relevantes que llevar a acabo. Para construir carreteras y puentes está el sector civil.

P.- Egipto es una sociedad polarizada, dividida y traumatizada por la sucesión de acontecimientos que ha vivido desde 2011. ¿Qué habría que recetarle a este país?

R.- Tenemos que aprobar normas de justicia transicional. La paz social no existe en estos momentos. Sin paz social ni estabilidad real es imposible atraer inversiones.

P.- La tolerancia religiosa se halla en jaque por los ataques terroristas y los brotes de violencia sectaria...

R.- No se trata de promulgar una ley en concreto sino de trabajar en la educación y las políticas de Estado teniendo en cuenta, además, la discriminación entre clases sociales. Hay que poner en marcha políticas que garanticen los derechos de la ciudadanía más allá de su religión o ideología.

P.- ¿Qué futuro le vaticina a Al Sisi?

R.- Todo es posible en Egipto. Su represión puede seguir dando frutos o, en cambio, la ira popular puede desalojarle a través de unas elecciones o un gran acontecimiento popular. Nadie sabe lo que sucederá. A veces la sociedad soporta lo inaceptable y una pequeña mecha termina encendiendo el descontento.



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