Reportajes

Diez minutos para lanzar un ataque nuclear

2018-01-08

No es necesario ni siquiera pronunciar unas palabras exactas para desatar una guerra nuclear, el...

DANIEL OLLERO | El Mundo

Si el presidente de EU, Donald Trump, decidiera ejecutar un
bombardeo atómico nadie podría detenerle

El botón nuclear del que Donald Trump alardea frente al líder norcoreano, Kim Jong-un, diciéndole que el suyo es "más grande y funciona", no existe. Es más complicado que pulsar una tecla, pero si el presidente de Estados Unidos decidiera lanzar un ataque de esta envergadura podría hacerlo fácilmente. Sólo necesita poder hablar, romper una tarjeta y leer unos números. En menos de 10 minutos todo habría terminado y no necesitaría del permiso de nadie.

La imagen del botón rojo se ha popularizado en el imaginario colectivo como la forma de lanzar un ataque. Esto se debe en gran medida a Lyndon B. Johnson, que le dijo a su oponente que un buen presidente debe "hacer cualquier cosa honorable para evitar pulsar ese gatillo, apretando ese botón que volará el mundo" y, más tarde, a Richard Nixon, que buscaba fomentar la idea entre los comunistas de Vietnam de que se trataba de un hombre enajenado que "tiene en su mano el botón nuclear".

Sin embargo, según la investigación del histórico periodista del 'New York Times', William Saphire, la asociación entre pulsar el botón y afrontar consecuencias catastróficas tiene sus orígenes en la Segunda Guerra Mundial. El botón se encontraba presente en los bombarderos y accionaba una alarma que indicaba a la tripulación (navegantes, artilleros, operadores de ametralladoras, etc) que debían saltar en paracaídas de la aeronave porque esta había sufrido daños irreparables.

No es necesario ni siquiera pronunciar unas palabras exactas para desatar una guerra nuclear, el presidente de Estados Unidos sólo necesita informar de sus intenciones. Puede hacerlo desde la Sala de Crisis situada en los sótanos de la Casa Blanca, desde un centro de mando militar o desde cualquier lugar del mundo gracias al famoso maletín nuclear, también conocido como pelota nuclear, con el que su ayudante de campo, un militar con un rango de mayor o superior y un historial inmaculado, le acompaña a todas partes.

TRES TIPOS DE ATAQUE

Una vez que el presidente ha tomado la decisión de llevar a cabo el ataque, dentro del maletín nuclear, o en cualquier otro centro de mando, se encuentran resumidas las distintas opciones y escenarios de ataque para que el presidente pueda evaluar en cuestión de minutos las posibilidades. Independientemente del objetivo, el ataque nuclear puede ser total -tomando como objetivo a grandes ciudades, enclaves industriales e instalaciones militares-, selectivo -centrándose en objetivos civiles y militares de alto valor estratégico- o limitado, apuntando hacia un número reducido de objetivos con interés militar, probablemente armas nucleares o balísticas del enemigo.

TARJETA DE CÓDIGOS

Cuando el presidente tiene claro los objetivos y el potencial de su ataque, debe preparar los códigos nucleares (conocidos como 'Gold Codes', códigos de oro, en inglés) para identificarse. Estos se encuentran en una tarjeta opaca con un tamaño similar a una visa con una carcasa que debe romper para leer su interior. Dentro, se encuentra un papel lleno de caracteres aleatorios y, solo en una parte, los códigos correctos. Por seguridad, el presidente debe memorizar en qué parte se encuentran los códigos correctos con los que debe identificarse. Además, con el objetivo de reducir las posibilidades de hackeo o usurpación de funciones, las tarjetas cambian cada día y están fabricadas por la NSA. Este sistema fue instaurado por John F. Kennedy en 1962 y hasta el año 1977, el código fue 00000000, una de las contraseñas más sencillas, e inseguras del mundo.

DOBLE CONFIRMACIÓN

La identificación del presidente mediante los códigos no es suficiente. El rígido protocolo nuclear de Estados Unidos exige la confirmación de la orden por parte del secretario de Defensa. En esta situación de crisis, su labor es confirmar que la orden de lanzar un ataque nuclear proviene del presidente y no puede vetar la decisión del mandatario. Si se negase a confirmar la orden, el presidente puede deponerle de su cargo y nombrar un nuevo secretario de Defensa que la confirme. Este paso es simplemente una medida de seguridad extra.

EL 'TELÉFONO DORADO'

Cuando la doble confirmación se ha producido, se comunican con el Pentágono y con los Cuarteles Generales del Centro de Mando Estratégico, situados en Nebraska, utilizando el 'teléfono dorado' ('golden phone', en inglés) que emplea una línea segura que no se puede hackear. Si en el momento de dar la orden Estados Unidos se encontrase bajo ataque total, la llamada se realiza a una red descentralizada de bases con capacidad nuclear.

MENSAJE ENCRIPTADO

Cuando estos centros han recibido y confirmado la orden, envían un mensaje encriptado por escrito de 150 caracteres a las bases militares con capacidad nuclear encargadas de ejecutar la operación, así como, a nivel puramente informativo, al resto de bases norteamericanas con un alto valor estratégico. Una vez que la orden llega a las bases encargadas de llevar adelante el ataque, el comandante debe confirmar los códigos con los de su caja fuerte y, si estos coinciden, seguir adelante.

EJECUCIÓN DEL ATAQUE

Llegados a este punto, la forma de lanzar las bombas cambia dependiendo de la base que haya recibido la orden. En el caso de una base aérea, se ordena a los bombarderos -normalmente B2 o B52- despegar y ejecutar la operación. En cambio, si la orden debe ejecutarse desde un silo de misiles o desde un submarino nuclear, el comandante (o capitán, si se trata de un submarino) junto a otro (u otros) oficiales de alta graduación, deben apuntar con los misiles hacia el objetivo, introducir sus llaves en el ordenador y girarlas simultáneamente para que la computadora confirme la orden. La cantidad de llaves que se deben girar simultáneamente depende del tipo de instalación militar que se trate, aunque lo más habitual es que sea de cuatro en un submarino nuclear y entre dos y cinco en el caso de un silo de misiles.

UNA ORDEN IMPARABLE

La única forma legal de detener a un presidente que ha decido lanzar un ataque nuclear es que el vicepresidente, que también tiene un maletín y códigos nucleares, declare al presidente como "no apto" para el ejercicio de sus funciones con el apoyo de la mayoría de su Gabinete o del Congreso. ¿Cómo se sabe si el presidente que ordena lanzar un ataque nuclear se encuentra en pleno ejercicio de sus facultades mentales? Esta misma pregunta la planteó el mayor Harold Hering de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en 1973. La respuesta que recibió fue su despido fulminante.



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