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Los horrores para trece hermanos en un hogar de California que aparentaba ser escuela 

2018-01-17

El Departamento de Educación dice que investiga lo que llamó una tragedia y un...

Louis Keene, Jennifer Medina y Patricia Mazzei, The New Hork Times

PERRIS, California — La escuela privada tenía un nombre acogedor y el director un enfoque científico. Pero el colegio Sandcastle Day School era en realidad una pesadilla para los seis estudiantes inscritos.

David A. Turpin estableció la escuela dentro de su hogar, al sureste de Los Ángeles, contando únicamente con seis estudiantes; quienes estaban en edad escolar de sus trece hijos. Y lo que sucedió en las “instalaciones” no era enseñanza, sino tortura, según las autoridades, quienes realizaron una redada el fin de semana y encontraron una escena horripilante, con niños macilentos encadenados a muebles. El olor a podrido, dijeron, era insoportable.

Turpin, con su escuela de horrores, había logrado mantener alejadas a las autoridades, pues sus hijos nunca habían sido vistos por maestros o consejeros estudiantiles que pudieran alertar de ausencias a una clase. Surgieron así cuestionamientos hacia los funcionarios locales y estatales de California, que intentaron explicar el martes por qué podrían haber sucedido cosas así en un colegio al que le dieron el permiso de funcionar.

Turpin, de 56 años, y su esposa, Louise A. Turpin, de 49, fueron arrestados por nueve cargos de tortura y por poner en peligro a menores de edad después de que una de las hijas logró escaparse de la casa por una ventana durante la madrugada y llamó a la policía con un celular que no tenía línea excepto para llamadas al 911. La menor, de 17, le mostró fotografías a la policía para respaldar su historia. Y ya que las autoridades irrumpieron en la casa encontraron a los otros doce hijos de los Turpin, de edades que van de los 2 a los 29 años, aunque estos últimos estaban tal malnutridos que se veían muchísimo más pequeños.

“No puedo comenzar a imaginar el dolor y el sufrimiento que han vivido”, dijo el alcalde de Perris, Michael Vargas.

Antes del domingo no había señales de que alguna autoridad hubiera visitado el hogar dado de alta como escuela. Los servicios de protección de menores del condado de Riverside nunca recibieron reportes de posible abuso. Y el Departamento de Educación del estado dijo que había aceptado el registro de la escuela pero que nunca había puesto pie dentro de esta.

Han surgido así preguntas sobre si las autoridades son muy laxas cuando se trata de la educación formal desde casa y si debería de haber monitoreado mejor el hogar de los Turpin. En California, prácticamente cualquier persona puede establecer una escuela privada al presentar un afidávit; es uno de catorce estados de Estados Unidos que solo le pide a los padres registrarse para establecer una escuela casera, mientras que en los otros once ni siquiera hay que presentar documentos para ello.

El Departamento de Educación dice que investiga lo que llamó una tragedia y un portavoz reconoció que registra las escuelas privadas “pero no las sanciona, monitorea, inspecciona ni revisa”.

En la actualidad hay más de tres mil escuelas privadas registradas ante el departamento. El estado exige que los instructores de esos colegios sean “capaces de enseñar” pero no pide credenciales respectivas o una capacitación como la que son requeridas para las escuelas públicas.

“Me gustaría poder traerles información que explique por qué sucedió esto”, dijo a los medios Greg Fellows, portavoz de la oficina del alguacil del condado Riverside, el martes.

Los Turbin se encuentran en prisión. Cuando llegaron los policías el domingo “la madre estaba muy confundida respecto a por qué estábamos ahí”, dijo el capitán Fellows.

La oficina de protección de menores local ahora buscará la autorización para resguardar a los niños y a los hijos adultos también si es necesario, dijo la directora Susan von Zabern.

Por ahora, los siete adultos —cinco mujeres y dos hombres– se encuentran hospitalizados en una zona segura del Centro Médico Corona Regional.

“Son muy amigables y han cooperado, y creo que están esperanzados con que su vida pueda mejorar”, dijo Mark Uffer, el director del hospital. Respecto a las condiciones médicas de los hermanos, dijo: “Nunca había visto algo así”.

La doctora Sophia Grant, directora de la Unidad de Abuso de Menores y Negligencia en el sistema de salud de la Universidad de California-Riverside dijo que no podía discutir cuestiones específicas, pero que el tratamiento para personas que han vivido algo similar usualmente consiste de darles una alimentación progresiva, exámenes diagnósticos como escaneos cerebrales y asistencia psicológica a largo plazo.



regina

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