Entre la Espada y la Pared

Donald Trump, más cerca de un nuevo Watergate

2018-01-29

Richard Nixon dimitió de la presidencia de EU en 1972 no por ordenar el espionaje de sus...

PABLO PARDO | El Mundo

Richard Nixon dimitió de la presidencia de EU en 1972 no por ordenar el espionaje de sus rivales demócratas, sino por obstrucción a la justicia. Ahora, la revelación de que Donald Trump estuvo a punto de cesar al fiscal especial que investiga la presunta injerencia de Rusia en las elecciones de EU de 2016, Robert Mueller, amenaza con hacer que la Historia se repita.

La noticia de que Trump trató de cesar a Mueller en junio llegó del 'New York Times', pero ha sido confirmada por prácticamente todos los medios de comunicación de Estados Unidos, incluyendo a Fox News, la cadena de noticias propiedad de Rupert Murdoch que se ha erigido en uno de los baluartes de defensa del presidente.

Solo la oposición del jefe del equipo legal de la oficina del presidente, Don McGahn, evitó que Trump llevara a cabo su decisión, aunque ahí los testimonios difieren. El 'New York Times' afirma que McGahn amenazó con dimitir si se producía el cese de Mueller; el 'Washington Post' dice que no llegó tan lejos.

El cese de Mueller habría sido un punto de no retorno en la crisis, porque habría puesto en una posición imposible a los republicanos del Congreso, que llevan casi un año tratando de blindar al presidente en la investigación para que su base no les abandone en las elecciones legislativas. Políticamente se habría tratado del equivalente del intento por Richard Nixon de cesar al fiscal especial del 'Watergate', Archibald Cox, que es lo que desencadenó una serie de acontecimientos que acabaron forzándole a dimitir.

Encima, la excusa buscada por el presidente para justiciar su decisión raya el surrealismo: Mueller no es independiente porque tiene una disputa personal con Trump debido a las cuotas que tienen que pagar los miembros del club de golf que el presidente posee en las afueras de Washington, y del que el fiscal especial fue miembro hasta 2011. No es solo difícil de creer que Mueller vaya a provocar una crisis institucional por lo que pagaba por ir a jugar al golf los fines de semana. Es que el único testimonio de esa disputa es la palabra de Donald Trump, el mismo hombre que acuñó la expresión "hipérbole creíble" en su best-seller 'The Art of the Deal', para referirse a "una forma inocente de exageración".
Trump califica las acusaciones de 'fake news'

El único que niega la veracidad de la información es el propio Trump, que la ha calificado de "noticia falsa" en Davos. Y a esas dos palabras se aferran los republicanos. Porque en el Senado hay desde el verano pasado dos proyectos de ley distintos para blindar a Mueller de un posible cese por parte de Trump. Hasta la fecha, el líder republicano en esa cámara, Mitch McConnell, ha llevado a cabo un exitoso esfuerzo para paralizar ambas iniciativas. Si siguen llegando revelaciones en el sentido de las formuladas el jueves, McConnell podría verse obligado a ceder y a dejar que el Senado debatiera la protección de Mueller. Parece imposible que se llegara a ninguna ley, pero el mero hecho de poner sobre el tapete la cuestión es problemático para los miembros del partido del presidente. Además, ese debate redoblaría los esfuerzos del sector más 'trumpista' del Partido Republicano de politizar al FBI y acabar con la independencia de esa agencia policial, a la que acusan de estar llevando un ataque contra Trump.

Pero la creciente oleada de informaciones sobre una posible obstrucción a la justicia abre un nuevo frente legal para Donald Trump. Hasta la fecha, esa acusación había quedado en un segundo plano, ocultada por la relación de varios de sus máximos asesores políticos con Rusia (y, en menor medida, con Israel, aunque ese tema es tabú en EU) y por el posible lavado de capitales rusos llevado a cabo por él y por personas de su entorno - incluyendo a su yerno y asesor político, Jared Kushner - antes de entrar en política. La cuestión de la obstrucción a la justicia siempre estaba ahí, en particular tras el cese del director del FBI, James Comey, que es lo que desencadenó el nombramiento de Mueller. Pero nunca se había convertido en la principal línea de ataque al presidente. Ahora, eso ha cambiado. Y el 'Rusiagate' se parece un poco más al 'Watergate'.



yoselin

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