Mujeres

Solteras e independientes, las mujeres que están cambiando la sociedad china

2018-03-07

"Estoy bien con mi vida de soltera. No solo estoy centrada en mi trabajo, también en...

Jèssica Martorell

Pekín, 7 mar (EFE).- A Lily Yan le quedan unos días para cumplir los 30, pero su soltería no es ningún drama para ella ni para su familia, que la apoya en su decisión de rebelarse contra la presión social para casarse y tener hijos. Ella, como otras mujeres independientes y anónimas, están cambiando la sociedad china.

Muchos se refieren a ellas de forma despectiva como "shengnu" ("mujer sobrante") si no consiguen encontrar un buen marido antes de alcanzar la treintena, como la tradición manda.

Pero cada vez son más las mujeres en pie de guerra contra esta presión social y que toman las riendas de su vida, decidiendo no casarse o solo hacerlo por amor y no por imposición social.

Las últimas cifras oficiales muestran que cada vez menos parejas se casan en China. En 2016, alrededor de 11,4 millones de parejas contrajeron matrimonio, un 6,7 % menos respecto al año anterior, una tendencia a la baja que se viene repitiendo en los últimos años.

"Estoy bien con mi vida de soltera. No solo estoy centrada en mi trabajo, también en pasarlo bien", cuenta a Efe Lily, cuya carrera profesional no ha dejado de mejorar desde que se mudó hace casi cuatro años a Pekín, donde ahora es la responsable de una conocida cadena de restaurantes.

"Lo más duro es la familia, pero yo ya he reeducado a mis padres con éxito", dice entre risas, al esforzarse en explicarles el por qué de cada una de sus decisiones. Pese a ser unos padres tradicionales, ahora son "bastante abiertos de mente", asegura.

A aquellas que dan prioridad a su profesión o su felicidad por encima del matrimonio se les suele tachar de arrogantes, materialistas o egoístas, ya que no casarse sigue considerándose una de las mayores faltas de respeto a los padres.

Por eso, muchas siguen sintiéndose avergonzadas al reconocer su edad y su soltería, aunque poco a poco está dejando de ser un tema tabú.

Lily recuerda que cuando se marchó de Tianjin, su ciudad natal, sus amigos le advirtieron de que en unos años se arrepentiría, porque en la capital encontrar marido era más difícil.

"Pero no me he arrepentido. Ahora estoy muy lejos de eso (del matrimonio). Suena demasiado aterrador para mi porque tienes que entregar toda tu vida a una persona", comenta.

Abrirse paso en el mundo de los negocios, todavía copado por hombres, tampoco le ha sido fácil por ser joven y mujer: "Me he encontrado con hombres con opiniones muy fuertes y menos respetuosos con las mujeres jóvenes".

Otra valiente que lucha contra el guión marcado es Vivian Shi, una profesora pequinesa de 36 años. "Mi misión en la vida no es encontrar un marido. No me preocupa lo que la sociedad piense sobre mi", asegura.

Aunque tampoco desea estar soltera de por vida, tiene claro que no quiere casarse por obligación. "Primero tengo que querer a alguien. Después ya pensaré si quizás quiero casarme o tener un niño. Paso a paso".

Lo mismo opina Liu Qing, también profesora de 35 años, que quiere ser dueña de su destino y no estar atada por las tradiciones.

"En China todavía se cree que la prioridad de las mujeres tiene que ser la familia, y no su profesión", lamenta, y cree que la clave para no caer en la trampa de sentirse una "mujer sobrante" es lograr independencia financiera.

"Tradicionalmente, no se casaban por amor, sino porque era lo práctico. Los hombres necesitaban una mujer para que cuidara de la familia y continuar con su linaje. Las mujeres, que no solían trabajar, necesitaban a alguien que las mantuviera", explica.

Según Liu, algunos familiares siguen pensando que no puede ser feliz sin pareja. "Creen que tienen una vida mejor que la mía solo porque están casados. Y se equivocan. Soy feliz sin novio".

"A lo mejor un día encuentro a alguien y queremos tener un hijo. Pero si no, también está bien. Tendré más libertad", opina contra aquellos que creen que las mujeres necesitan tener hijos para sentirse realizadas.

Todas ellas han tenido que sufrir las comunes citas a ciegas organizadas por su padres, o primeros encuentros en los que las preguntas-requisitos (¿cuántos años tienes?, ¿cuánto cobras? o ¿tienes alguna propiedad?) han roto cualquier tipo de química.

Sin embargo, son optimistas y creen que las nuevas generaciones ya están cambiando, incluso la de sus padres, que ante el mayor número de divorcios, segundos matrimonios o infidelidades empiezan a darse cuenta de que el matrimonio no es tan perfecto como ellos pensaban.



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