Cultura

Tlahuanca, la fiesta prehispánica de la embriaguez en el centro de México

2018-03-12

"Hoy toca borrachera, pero espiritual", bromea un señor mientras bebe pulque con...

Nuria Monreal Delgado

San Pedro Cholula (México), 12 mar (EFE).- El pulque, bebida fermentada tradicional de México, considerada elixir de los dioses aztecas, se reparte sin distinción este día entre los miles de asistentes que participan en la Tlahuanca, también conocida como la fiesta de la embriaguez o "borrachera espiritual".

"Hoy toca borrachera, pero espiritual", bromea un señor mientras bebe pulque con su esposa en el municipio de San Pedro Cholula, estado central de Puebla.

A su lado, una fila de cientos de personas se prepara para recibir este preparado milenario que se elabora a partir de la fermentación del maguey.

Pese a ser una bebida alcohólica, los pequeños también pasan por su jícara (vasija) de pulque. Tímidamente una niña de unos 5 años bebe con miedo su primer sorbo. "Sí me gustó, mamá. Está bueno", comenta con gusto a su progenitora.

La ciudad milenaria de Cholula conserva desde la época prehispánica esta tradición en la que, a través de danzas y rituales, los pueblos nativos pedían agua para sus cosechas en los centros ceremoniales.

En aquellos tiempos se repartía pulque a todos los habitantes, quienes lo tomaban como un privilegio ya que es una bebida a la que no tenía acceso todo el mundo.

En la actualidad, esta tradición se ha convertido en una ceremonia "profano-religiosa", señala a Efe Alfredo Torres Cuautle, cronista de San Pedro Cholula. "Ahora hay una misa dedicada a San Pedro de Ánimas", comenta.

Del ritual prehispánico hoy en día solo se conserva la parte final, en la que se reparte pulque entre los asistentes.

Pasado el mediodía y ante un calor poco común para esta época, comienza una nueva edición de la Tlahuanca en la Capilla Real de Cholula, ubicada en el corazón de este municipio mexicano.

En esta fiesta de la embriaguez participan los 10 barrios más representativos de San Pedro Cholula; cada año, un barrio representado por su mayordomo es el encargado de preparar todo lo referente a esta festividad.

"El mayordomo conserva durante un año la imagen de San Pedro de Ánimas y este día se entrega a la Capilla Real", señala a Efe Graciela Herrera Tochomi, jefa de departamento de Turismo de San Pedro Cholula.

Antonio López Barrios es el encargado este año de la organización de este evento. Orgulloso, acompañado de su esposa e hijo, señala a Efe que ha esperado este día por 24 años. "El llegar a este compromiso es muy bonito?. Algunos llegan a este cargo (mayordomo) y otros se mueren antes", comenta.

Con una misa y una procesión por el atrio de la capilla se venera a San Pedro de Ánimas. Tras la liturgia comienza la repartición de pulque en jícaras elaboradas a mano.

Son más de mil litros de pulque los que se reparten en este día entre los asistentes. Por cada barrio acuden de 200 a 300 personas, además de curiosos y turistas que no dejan pasar la oportunidad de probar esta bebida ancestral.

A pesar de que la palabra Tlahuanca significa borrachera en lengua nahuátl, la jefa de departamento de Turismo, Graciela Herrera, hace hincapié en que no se trata de una "borrachera" convencional, sino de un ritual simbólico en que "se busca a través de esta bebida encontrarse con Dios".

Restos prehispánicos hallados en la Pirámide de Cholula refuerzan esta tradición. El Mural de los Bebedores, ubicado en la zona arqueológica de Cholula, refleja a pobladores nativos ingiriendo esta bebida en un ritual.

El cronista Torres Cuautle señala que esta es una prueba más de que la Tlahuanca es una de las tradiciones más antiguas de esta ciudad milenaria, considerada la más viva de América pues desde sus orígenes ha tenido "vida ininterrumpida".

"Hay restos de la cultura olmeca, totoneca y cholulteca, lo que ha originado una gran continuidad de este tipo de celebraciones", señala.

Hasta que caiga la tarde y del pulque solo quede un leve recuerdo de su aroma, la fiesta de la Tlahuanca no llegará a su fin.

Entonces será momento de regresar a casa, con jícara en mano para esperar de nuevo al cuarto lunes de Cuaresma, en el que esta fiesta llegue de nuevo a la ciudad que por siglos ha sido testigo de su celebración.



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