Internacional - Política

Xi Jinping cierra su ascenso al poder permanente con un discurso nacionalista

2018-03-20

Además, los legisladores reeligieron a Xi por unanimidad y respaldaron colocar a hombres de...

Rafael Cañas

Pekín, 20 mar (EFE).- El presidente chino, Xi Jinping, concluyó hoy el proceso de consolidación de su poder permanente con un discurso de tono marcadamente nacionalista que protagonizó el final del plenario de la Asamblea Nacional Popular que le ha encumbrado a un nivel de poder que sólo antes había tenido Mao Zedong.

La intervención de Xi, una novedad respecto a años anteriores, mostró el nuevo alcance de la posición central del jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas, además de secretario general del Partido Comunista de China (PCCh).

Ante casi 3,000 delegados, Xi desglosó una intervención de exaltación de China, desde sus logros históricos, con la invención de la pólvora, la imprenta, la brújula y el papel, hasta la actualidad, con los avances del país bajo el control del PCCh desde 1949.

En el discurso en el que inició su segundo mandato de cinco años, Xi proclamó que China es hoy "una gran nación cuyo orgullo está justificado" y apeló a sus casi 1,400 millones de habitantes a seguir haciendo historia y "crear nuevos milagros".

Además, el presidente recalcó el "liderazgo absoluto" del Partido Comunista en todos los aspectos de la vida del país.

Xi cerró así una sesión plenaria anual marcada por la consolidación de su poder a todos los niveles sobre el país más poblado del mundo y la segunda economía global.

En las últimas dos semanas, la ANP ha eliminado el límite de dos mandatos para el presidente y el vicepresidente, lo que permite a Xi convertirse en líder chino prácticamente de por vida.

Además, los legisladores reeligieron a Xi por unanimidad y respaldaron colocar a hombres de su núcleo más estrecho en puestos clave: desde el nuevo vicepresidente, Wang Qishan, hasta el nuevo arquitecto de la política económica, Liu He, pasando por Yang Xiaodu como máximo responsable de la lucha contra la corrupción.

Bajo el marco habitual de banderas rojas gigantes, el presidente lanzó también los tradicionales alegatos a favor de la unidad de las múltiples etnias que componen China (con un guiño a los tibetanos) y volvió a advertir con firmeza contra cualquier intento de proclamar la independencia de Taiwán, la isla separada del país tras el triunfo comunista en la guerra civil que terminó en 1949.

Con su discurso, Xi arrebató buena parte del protagonismo al primer ministro, la figura que tradicionalmente concentra el interés del último día del plenario con su habitual conferencia de prensa, la única que ofrece en todo el año.

Y en esa conferencia de prensa también en el Gran Palacio del Pueblo, el primer ministro, Li Keqiang, trató por igual asuntos domésticos e internacionales, y a pesar de su papel destacado en el régimen chino su intervención pasó a un segundo plano, con cuestiones llamativamente ausentes, sobre todo los cambios constitucionales que han dado a Xi un poder ilimitado.

Li mantuvo el tipo como un buen ejecutivo y gestor, con anuncios positivos a nivel doméstico sobre pensiones, empleo o asistencia sanitaria, y destacó sobre todo que la economía china se va a abrir progresivamente aún más a las inversiones y las importaciones.

Entre los sectores que se abrirán próximamente destacó finanzas, manufacturas, sanidad y educación. Resaltó que se reducirá la "lista negativa" que detalla las áreas vetadas a la inversión exterior y que se recortarán los requisitos para la transferencia tecnológica, con una mayor protección de los derechos de propiedad intelectual.

El jefe del Ejecutivo prometió que las empresas extranjeras podrán competir en términos de igualdad con las chinas (atendiendo una queja recurrente de las firmas foráneas) y reiteró que en otros sectores bajarán los aranceles a los productos importados.

Ante el panorama de esta apertura, ya desgranada poco a poco desde el final del XIX Congreso del PCCh de octubre pasado, Li dejó entrever que Pekín permitirá al exterior acceder a una mayor parte del pastel económico chino y que en estas circunstancias la guerra comercial con la que amenaza el presidente de EU, Donald Trump, no tiene sentido.

Así, el primer ministro chino recalcó que su país quiere un comercio más equilibrado con Estados Unidos y pidió a Washington "actuar racionalmente", ya que una eventual guerra comercial dañaría a todo el mundo y "nadie saldría ganador". 



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