Detrás del Muro

La reconciliación palestina, estancada entre la desconfianza y la debilidad

2018-03-20

Entre los puntos acordados en octubre en El Cairo entre Hamás, que tomó por la fuerza...

Saud Abu Ramadán | EFE


La reconciliación palestina se mantiene, aunque muy débilmente y con una muy lenta trasferencia del control de la Franja de Gaza del movimiento islamista Hamás a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), frenada por serios desacuerdos en la recaudación de impuestos y la seguridad.

Entre los puntos acordados en octubre en El Cairo entre Hamás, que tomó por la fuerza el enclave en 2007, y el movimiento nacionalista Al Fatah, del presidente palestino Mahmud Abás, solo se han producido avances en dos: el traspaso de los pasos fronterizos y una incipiente incorporación de trabajadores de la ANP que habían sido desplazados.

Las autoridades de la ANP, con sede en Cisjordania, controlan los cruces de Erez y Kerem Shalom, en la frontera con Israel, y el de Rafah, que conecta con Egipto, el traspaso más visible de la reconciliación hasta el momento.

Además, han retornado a sus puestos en Gaza entre 3,000 y 4,000 funcionarios de la ANP que los habían abandonado cuando Hamás se hizo con el control de la franja, pero otros 12,000 esperan decisiones sobre su futuro laboral, explicó a Efe el director del centro de análisis Pal-Think de Gaza, Omer Shaban.

Los acuerdos relativos a la recaudación de impuestos no han sido del todo implementados, y tampoco el pago de salarios a los cerca de 40,000 funcionarios de Hamás designados desde que el movimiento islamista se hiciera con el control de la Franja, que incluye a empleados, efectivos policiales y miembros de la judicatura.

Alrededor de la mitad (unos 18,000) están asignados al Ministerio del Interior, el único que todavía no ha traspasado Hamás a la ANP, y el resto a otras instituciones.

Además de los de Interior -la mayoría en funciones de seguridad- otros 20,000 funcionarios quedaron inhabilitados y fueron expulsados de sus puestos en 2007, aunque mantuvieron sus salarios, que le siguió abonando desde Ramala la ANP a pesar de que no trabajaban.

Por el momento, tanto la ANP como Hamás están compartiendo la recaudación de impuestos, aunque la dirección del Ministerio de Finanzas haya sido devuelta al Gobierno palestino. Los primeros reciben las tasas impositivas de los tres pasos fronterizos mientras que el movimiento islamista cobra lo relativos a servicios y actividades en el interior del enclave.

Así, Hamás recibe el IVA, el impuesto sobre la renta, Seguridad Social, Agencia Tributaria, licencias y otros servicios, por los que estaría ingresando entre 50 y 60 millones de shéqueles mensuales (11 y 14 millones de euros), de acuerdo a la ANP y al Ministerio de Finanzas en el enclave.

Desde la creación del Gobierno de consenso palestino, en junio de 2014, Gaza no ha tenido un presupuesto específico, a excepción de 2013 cuanto las cuentas generales ascendieron a 800 millones de dólares.

Las fuentes de financiación de Hamás con anterioridad a esa fecha estaban basadas principalmente en aportaciones, sobre todo de donantes árabes e islámicos, pero no existe un recuento oficial del total recibido.

Sin embargo, la ANP asegura que gasta 100 millones de dólares cada mes en la Franja, gran parte para costear los salarios de sus funcionarios y el coste de los ministerios, especialmente Educación y Sanidad, además de aportaciones sociales a las familias más desfavorecidas.

Hamás y Al Fatah se acusan mutuamente de entorpecer el proceso de reconciliación y el movimiento islamista reprochó al presidente palestino que no levantara inmediatamente las sanciones financieras impuestas al enclave para que se devolviera a la ANP su control.

De las tres sanciones (la reducción de salarios de los funcionarios del 30% al 50%; la jubilación forzada de 8,000 empleados públicos, y la suspensión de parte del pago de la electricidad) solo se ha cancelado esta última y Gaza ha vuelto a recibir los 120 megavatios de energía que llegan de Israel.

Las dificultades que afronta la reconciliación palestina pueden resumirse en tres aspectos, el primero de carácter político, y no técnico, ante la falta de programa común y unitario entre las dos formaciones.

Además, adolece de un alto nivel de desconfianza entre las partes que estanca el proceso una y otra vez ya que no terminan de abordar con claridad los puntos más delicados y, en tercer lugar, la falta de recursos financieros impide también completar la absorción de los funcionarios. 


 



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