Internacional - Política
Unas elecciones a medida de Al Sisi
Manuel Pérez Bella
El Cairo, 21 mar (EFE).- Egipto celebra entre los próximos lunes y miércoles unas elecciones presidenciales pavimentadas para garantizar la reelección de Abdelfatah al Sisi, sin rivales de peso ni voces críticas durante la campaña.
La victoria del ex mariscal se da por descontada, ya que el otro candidato, un desconocido Musa Mustafa Musa, lejos de ser un opositor, es un fervoroso seguidor de Al Sisi y que, durante la campaña, no ha aprovechado para salir del anonimato.
El propio Musa admite que se ha presentado para evitar que las elecciones se conviertan en un referéndum, una vez que el resto de potenciales candidatos se retiraron de la contienda o fueron arrestados, e impedir así que esta circunstancia sirva de munición para los que quieren dañar la imagen de Egipto.
La principal preocupación para el Gobierno en la cita electoral es lograr un nivel de participación suficiente que apuntale al "rais" en el poder, para lo que debe hacer frente a la apatía histórica del electorado egipcio y a los llamamientos al boicot que ha formulado la oposición.
Desde todos los estamentos políticos, desde las oficinas de las campañas de ambos candidatos y desde los medios oficiales se ha apelado de forma constante a los 59 millones de electores para que acudan a votar.
El analista Amr Hashem, del Centro de Estudios Políticos y Estratégicos Al Ahram, explicó a Efe que estimular la participación "es una característica de los regímenes autoritarios y totalitarios" porque su legitimidad, desde el punto de vista legal y político, radica en una alta afluencia a las urnas.
Históricamente, la participación en las elecciones ha sido muy baja en Egipto, con la excepción de las presidenciales de 2012, las únicas que, hasta la fecha, se han celebrado en libertad y con garantías democráticas y en las que votó el 51,85 % del censo electoral en la segunda vuelta.
En 2014, en las primeras elecciones que ganó Al Sisi, un año después del golpe de Estado que le llevó al poder, la participación fue del 47,45 %, aunque la oposición cuestionó la veracidad de esos datos, lo que genera dudas sobre lo que pueda ocurrir con el próximo recuento.
"No sé si los resultados tendrán credibilidad. Temo que no se anuncien los resultados verdaderos en el caso de que haya una baja participación", afirmó Hashem.
El investigador del Instituto Tahrir para Oriente Medio, Timothy E. Kaldas, vaticina que la participación será "incluso más baja, porque la popularidad de Al Sisi ha menguado y porque las elecciones son claramente una farsa".
En opinión de este experto, los votantes no tienen alicientes para acudir a las urnas, porque los seguidores de Al Sisi saben que va a ganar y los opositores tienen claro que Musa no es un candidato serio.
Los analistas coinciden en que en la corta historia electoral de Egipto -Hosni Mubarak celebró las primeras presidenciales con el concierto de opositores en 2005-, nunca ha habido un candidato tan poco creíble como Musa.
Según Kaldas, bajo ningún concepto el Gobierno habría aceptado una victoria de un opositor, pero ni siquiera ha permitido que se presenten a la contienda para evitar el desgaste que habría supuesto aguantar "meses de críticas continuas" formuladas por un candidato de verdad.
Del mismo modo, "habría sido más peligroso para el Gobierno celebrar un referéndum sobre la presidencia de Al Sisi en lugar de tener un candidato de oposición falso como Musa Mustafa Musa. A diferencia de un candidato de oposición, el Gobierno no puede encarcelar la palabra 'no'", zanjó Kaldas.
Si Al Sisi certifica su victoria, cumplirá un segundo mandato de cuatro años y permanecerá en el poder hasta 2022, aunque podría alargar su tiempo en el poder si prospera una propuesta de reforma constitucional, impulsada a finales del año pasado por varios diputados, que quiere extender a seis años el periodo presidencial.
yoselin
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