Vuelta al Mundo

Una presidencia con efectos inesperados en la Unión Europea

2018-03-29

El foco de este semestre estará en la capacidad de los representantes búlgaros para...

VESSELA TCHERNEVA | Política Exterior

Bulgaria descubrirá durante su presidencia semestral de la Unión Europea que la mayoría de los asuntos en la agenda son de interés nacional búlgaro.

“Me alegra que la gente de nuestro país apoye firmemente la Unión Europea y se interese por los problemas a los que se enfrenta Europa. Este es uno de los efectos de la presidencia rotatoria de la UE”, declaraba un sociólogo estonio como parte del resumen del final de la presidencia de Estonia en el segundo semestre de 2017. Casi a la mitad de la presidencia búlgara, nos preguntamos cuál será la situación en los últimos días de junio de 2018. Y la pregunta más importante: ¿tendrá lugar la tan larga esperada desprovincialización de la política europea?

La presidencia del Consejo es una oportunidad para que Europa aprenda algo sobre Bulgaria, más allá del cliché de que es el Estado miembro más pobre y corrupto. Las instituciones búlgaras, los políticos en el poder y los funcionarios desempeñarán un papel importante en la imagen de Bulgaria.

Un estudio del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) sobre la capacidad y voluntad de los Estados miembros para cooperar entre sí ha demostrado que Bulgaria es el socio menos solicitado y el que menos responde a las consultas sobre posiciones comunes de otros Estados miembros. El país también se sitúa el último de los 28 respecto a la proximidad con los demás a la hora de buscar intereses comunes. ¿Cómo actuará Bulgaria durante la presidencia rotatoria? Tanto como unificador en nombre de la voluntad europea, o como observador pasivo que prácticamente ayudará a profundizar las fallas de la UE, la forma en que se vea a Bulgaria en el futuro depende de su actuación en estos seis primeros meses de 2018.

El foco de este semestre estará en la capacidad de los representantes búlgaros para responder adecuadamente a los problemas y las expectativas de los ciudadanos. ¿Cuáles serán los asuntos principales sobre los que se espera que Bulgaria tenga una postura y logre un consenso?

– Unidad frente a la amenaza populista (y rusa). Si 2017 fue el año de la esperanza de un nuevo horizonte para Europa, 2018 tiene que ser el año de su realización. El continuo crecimiento económico en Europa da razones para el optimismo, pero los peligros están lejos de haberse superado. Los populistas han ganado en Austria y República Checa, y tienen oportunidades en las elecciones de Italia. En Alemania, aproximadamente una quinta parte del Bundestag está compuesta por parlamentarios de extrema izquierda y extrema derecha.

Son muchas las investigaciones que muestran cómo Rusia aprovecha rápidamente la debilidad de los partidos políticos tradicionales y ejerce una influencia destructiva en la agenda política de los países miembros y de la UE en su conjunto: desde el apoyo del Kremlin a Marine Le Pen en Francia, la intervención de sus medios en el referéndum ilegal en Cataluña, o su papel como catalizador del Brexit. Sin embargo, los problemas y la insatisfacción de la Unión, en la que estalló el sentimiento populista, no fueron obra de Rusia, aunque supo sacar partido de ellos.

La división Este-Oeste parece ser más profunda que la causada por los políticos euroescépticos en Polonia o Hungría, y más fundamental que la instigada por Rusia. La crisis sobre la inmigración fue el síntoma de una tendencia más larga. La asimetría en la relación entre los Estados miembros “antiguos” y “nuevos” podría haber parecido hace 10 años una continuación lógica del proceso de adhesión. Pero hoy, para muchos en el Este, seguir “ciegamente” las reglas de los libros de texto liberales occidentales no es suficiente. La emancipación de Europa Central y Oriental está apenas en sus comienzos. La discusión sobre las diferencias en los salarios de los trabajadores, en los precios de los alimentos o en el acceso a los círculos de poder europeos provocará un acalorado debate en los próximos años.

Ante esta situación, preservar la unidad europea es difícil, pero es una tarea clave para la presidencia búlgara, especialmente desde que la Comisión Europea iniciara el procedimiento contra Polonia en virtud del artículo 7 del Tratado de Lisboa. Por otra parte, cuando el motor franco-alemán comience a funcionar, los países más pequeños buscarán el equilibrio contra este poderoso tándem. Bulgaria puede reclamar neutralidad, pero no será suficiente.

– Más seguridad europea. Las pérdidas territoriales del Estado Islámico (EI) en el último año son buenas noticias, pero el continuo declive de varios países en Oriente Próximo es un hecho y, junto con ello, las preocupaciones de los europeos sobre el terrorismo. Para seguir siendo abiertos y democráticos, los europeos necesitan un grado mucho más alto de protección por parte de la UE, especialmente dada la posición vacilante de Estados Unidos.

La Cooperación Estructurada Permanente en defensa (PESCO, en inglés) está lista para llenarse de contenido. Ninguno de los 17 proyectos conjuntos puestos en marcha han sido iniciados por Bulgaria. Sin embargo, si quiere contribuir a la defensa y seguridad de la UE, como presidencia rotatoria, Sofía tendrá la oportunidad de organizar los formatos consultivos de los 25 Estados miembros de la PESCO. Si la defensa europea no avanza en los primeros seis meses de su existencia, las buenas intenciones iniciales serán cuestionadas.

El lado más “militarizado” del debate sobre la defensa europea es la Iniciativa de Intervenciones Europeas (EII, inglés) de Francia. Se supone que este esfuerzo mejora una cultura estratégica común en toda Europa y, como su nombre indica, convierte la disuasión europea en algo más real. Es probable que Bulgaria no forme parte de este pequeño grupo de países, pero no debería obstaculizar su desarrollo en 2018. El gran interrogante será si Alemania participará activamente en la EII e involucrará sus capacidades militares. Esto probablemente dará forma a la visión que naciones más “pacifistas” como Bulgaria tienen acerca de la EII.

– Soluciones comunes sobre inmigración. Es el mayor temor de los europeos, por lo que continuarán impulsando las decisiones políticas en 2018. Si las predicciones de un nuevo incremento de la presión migratoria en la ruta de los Balcanes resultan ciertas, alcanzar un acuerdo entre todos los Estados miembros se convertirá en la prioridad de la UE y de la presidencia rotatoria. El gobierno alemán bajo el liderazgo de Angela Merkel tendrá que mostrar a su electorado que no es el único que se ocupa de la inmigración; e Italia, que Europa no le ha abandonado para siempre en este asunto. Polonia y Hungría, con casi ningún refugiado de Oriente Próximo en su territorio, seguirán negando cada programa de reubicación. En este contexto, Bulgaria tendrá que buscar cuidadosamente un acuerdo, por pequeño que sea. Es probable que esta decisión sea una combinación de la gestión fronteriza y el plan para un retorno más rápido de los inmigrantes cuyas solicitudes de asilo sean denegadas. La solución a las causas fundamentales de esta crisis tendrá que esperar. Desde una perspectiva nacional, lo que Bulgaria quiere sacar de la conversación sobre las fronteras será una membresía parcial en el área Schengen: conseguir que se levanten las fronteras aéreas (relevantes para los ciudadanos búlgaros) y no las terrestres y marítimas, donde la presión de ciudadanos de terceros países no aumentará.

– Volver a poner los Balcanes occidentales en la agenda. Esta tarea parece fácil ante la Cumbre de los Balcanes occidentales del 17 de mayo en Sofía, pero la ambición de aproximar a los países balcánicos a la membresía probablemente no registrará un avance significativo. Por ello, la cumbre de mayo debe mostrar resultados concretos al margen de la ampliación. La reducción de las tarifas de la UE para los Balcanes occidentales y la finalización del corredor número ocho (que conecta el mar Negro con la costa adriática de Albania) son objetivos modestos pero concretos. Sin embargo, si la presidencia búlgara es realmente ambiciosa en esta área, deberá encontrar la forma de incluir a los Balcanes occidentales en las discusiones sobre otras cuestiones importantes, como la defensa y la inmigración. Pero incluso si Bulgaria no tiene éxito a la hora de alcanzar un pensamiento más estratégico en su política europea, la presidencia de la UE ayudará al país en su camino hacia la “desprovincialización”. Cada vez más políticos y funcionarios búlgaros aprenderán cómo funciona la Unión, por qué es necesario tener un lugar en las instituciones y con quién debe cooperar para alcanzarlo. La europeización de Bulgaria dará un paso más allá.

¿Qué hacer con Turquía?

Teniendo en cuenta dónde estaban las relaciones entre la UE y Turquía en 2017 –en su punto más bajo tras los daños colaterales de la campaña del referéndum presidencial en Turquía y de las elecciones holandesas y alemanas– parecía imposible volver a incluir la relación en la agenda tanto de Bruselas como de Ankara. Llamar a las naciones europeas fascistas y arrestar a sus ciudadanos fueron en realidad los aspectos más simbólicos de la crisis. La elaboración de listas con cientos de compañías alemanas por supuesta cooperación con los gulenistas fue, sin embargo, lo que más afectó a la relación de la UE con Turquía. Alrededor de dos tercios del comercio turco se produce con la Unión, y la mayor parte –más de 150,000 millones de euros– con Alemania. A ello se añadió la elección en Austria de un gobierno en cuyo acuerdo de coalición ocupa un lugar destacado la cancelación de las negociaciones de adhesión con Turquía.

Los primeros meses de 2018 parecen haber traído una etapa más esperanzadora, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su gobierno han hecho esfuerzos visibles para revivir el diálogo con Europa. Liberar a algunos de los europeos arrestados ayudó hasta cierto punto, pero las ambiciones de Turquía tampoco son grandes: hacer que la UE cumpla con la parte financiera del acuerdo migratorio y, posiblemente, la mejora de la unión aduanera. En el aspecto simbólico, Ankara todavía quiere mantener un as en la manga y no ser oficialmente separada de los candidatos de los Balcanes occidentales a la adhesión.

La presidencia búlgara se encuentra así en una posición delicada. No puede ignorar a su vecino más grande, más temido que respetado (aunque el miedo y el respeto van juntos en la mente de la mayoría de los líderes de la región). Tampoco puede ignorar la amenaza de los inmigrantes que ocasionalmente utiliza Erdogan, y no puede arriesgarse a añadir otro asunto para la división en la agenda de la UE.

La posibilidad de una reunión UE-Turquía en Sofía en marzo, en la que solo estarán presentes las instituciones comunitarias y no los Estados miembros, podría abordar la cuestión de la futura relación. Probablemente no avance sustancialmente, pero tranquilizará a Ankara sobre el mantenimiento de canales abiertos al máximo nivel con la UE. Bulgaria será un actor fundamental para ello. El papel mediador del primer ministro, Boyko Borisov, en este caso también le trae beneficios internos, al demostrar que no solo puede hablar con Erdogan sin la participación del Partido de los Turcos Búlgaros (DPS), sino que también puede movilizar a Europa detrás de él, si es necesario. Sin embargo, la tarea más importante para Europa puede estar en otra parte: el papel de Turquía en la desestabilización de la OTAN desde dentro, en el contexto de una disminución del compromiso estadounidense. Es probable por tanto que el foco de la reunión bilateral se halle en la seguridad de la relación, más que en el comercio o los derechos humanos.

El papel de los países pequeños y medianos en el gobierno de la UE se ha visto básicamente como facilitadores en nombre del bien común europeo, más que en la defensa de sus intereses nacionales. En el caso de Bulgaria, debido a su historia (poscomunista) y su geografía (frontera exterior de la UE, tanto del sur como del este), puede descubrir que la mayoría de los asuntos de la agenda de la Unión son de interés nacional búlgaro o que puede ­desempeñar un papel importante en ellos. Será una cuestión de recursos, visión y agallas.


 



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