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Los nuevos independientes de México, ¿la misma política de siempre? 

2018-04-04

En un país en el que menos del 18 por ciento de la población dice tener confianza en...

Marina Franco, The New York Times


CIUDAD DE MÉXICO — Este año, por primera vez en la historia electoral de México, las boletas para todos los cargos federales electivos incluirán a ciudadanos que se postulan sin partido.

En las elecciones del próximo 1 de julio se disputarán más de 3400 cargos en todo el país, 629 de los cuales son para diputaciones, senadurías o la presidencia misma. Y entre todas las personas que buscarán acceder a esos cargos habrá 47 mexicanos no afiliados formalmente a algún partido establecido: 39 que quieren ser diputados, siete que buscan un escaño en la Cámara Alta y una que aspira al máximo puesto ejecutivo en México.

Los candidatos independientes “vienen a refrescar” el escenario político, opinó María Marván, investigadora de temas jurídicos y exconsejera presidenta del instituto electoral y del organismo de acceso a la información pública. “Es un avance en una democracia que los ciudadanos no solamente puedan votar, sino incrementar su posibilidad de ser votados”, añadió, y “van a forzar a los partidos políticos a repensarse un poco”.

En un país en el que menos del 18 por ciento de la población dice tener confianza en los partidos políticos y el 90,6 por ciento cree que la corrupción es habitual en las filas de los partidos tradicionales, la incorporación de candidatos independientes en todos los niveles —desde 2015 ya podían competir para cargos locales y estatales— podría renovar el interés de los votantes y la manera de hacer política electoral.

Aunque, si lo que sucede durante el periodo para buscar las candidaturas es indicio de conducta política, también podría ocurrir que en las candidaturas independientes prevalezcan las mañas de siempre.

El umbral y las mañas

“En México, a diferencia de otros lugares en América Latina, hay barreras muy fuertes para establecer un partido nuevo y por eso es importante atender la demanda para presentar candidaturas independientes”, dijo Adrián Lucardi, politólogo y profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

Aunque la figura fue establecida con una reforma electoral en 2014 y desde el año siguiente se permitió a los independientes aspirar a puestos locales y diputaciones, la posibilidad de acceder a una candidatura federal sigue siendo baja. Este año, la tasa de éxito de quienes lo intentaron para diputados fue de 20 por ciento (de los 187 que se registraron para intentarlo y cumplieron los requisitos iniciales, solo 39 lo lograron); en el caso de aspirantes al Senado, la tasa fue de 12 por ciento (siete de 55), y, a nivel presidencial, el éxito fue del 2 por ciento (una de 46).

“Los partidos políticos hicieron las leyes y pusieron umbrales que lo que hacen es que sea una actividad muy compleja”, reconoció Patricio Ballados, director ejecutivo para Prerrogativas y Partidos Políticos, la unidad del Instituto Nacional Electoral (INE) encargada de, entre otras cosas, revisar los procedimientos para el registro de los aspirantes independientes.

Para la presidencia, por ejemplo, la ley electoral exige conseguir las firmas del uno por ciento del padrón nacional —866.593 votantes en la actualidad— que deben estar distribuidos en por lo menos la mitad de las 32 entidades federativas de México.

“Hay partidos políticos que no tienen ni 300,000 afiliados en todo el país, entonces de ese tamaño es el reto”, admitió Ballados en entrevista. Al final del proceso, en la reunión del consejo general del INE del 29 de marzo de este año, la autoridad electoral consideró que solo había cumplido apropiadamente con todos los requisitos la ex primera dama Margarita Zavala, quien perteneció a un partido durante más de tres décadas.

Hasta mediados del año pasado, Zavala militaba en el Partido de Acción Nacional (PAN), fuerza a la cual renunció después de una pugna con el actual candidato presidencial de ese partido, Ricardo Anaya. Otro de los aspirantes a una candidatura presidencial, Jaime “el Bronco” Rodríguez, fue militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI) durante más de treinta años antes de salirse para competir por la gubernatura de Nuevo León en 2015 (elección en la que resultó ganador). En el mismo sentido, otro aspirante, Armando Ríos Piter, se separó del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en febrero del año pasado, después de llegar al senado con esa agrupación.

“Es razonable que, dados los requisitos, quienes puedan saltar la barrera son quienes ya tienen los recursos y cierta familiaridad entre los votantes”, dijo Lucardi. Pero “no puede descartarse que los que ya vienen de la clase política, aunque digan ser antisistema o independientes, tienen incentivos a seguir conservando ciertos lazos o afinidades con los miembros de la clase política”.

Ciertas mañas y técnicas de esa clase política, como las denuncias por maniobras de compra de votos, son las que durante años han generado el actual rechazo de los ciudadanos por el sistema partidista. A Rodríguez y a Ríos Piter, a pesar de que sumaron las firmas necesarias de manera preliminar, les fue negado el registro como candidatos después de que se detectaron irregularidades en una inmensa cantidad de las rúbricas que presentaron.

Por medio de la aplicación para teléfonos celulares del INE que se usó para presentar los registros de firmas y las credenciales para votar de quienes daban esa firma, se detectó que el 76 por ciento de las rúbricas presentadas por Ríos Piter no podían considerarse válidas porque eran “simulaciones”. Las credenciales vinculadas a una firma, por ejemplo, tenían algún dato como la clave única de elector, pero otros campos estaban vacíos o ni siquiera tenían la fotografía del presunto votante, obligatoria en las identificaciones reales.

En el caso de Rodríguez, el INE descalificó cerca de 400,000 rúbricas presentadas —casi la mitad de las que debía obtener— por razones similares. Las autoridades electorales también sospechan que el gobernador de Nuevo León —quien pidió licencia para buscar su candidatura independiente— posiblemente malversó fondos del gobierno del estado para su campaña.

Y aunque el registro de Zavala fue validado, también se registraron irregularidades en sus firmas. El INE recalcó que aún podría perder la posibilidad de estar en la boleta si se determina que cometió delitos electorales en el proceso de obtención de las firmas.

“Quizá lo que pensaban quienes quisieron hacer trampa era que no íbamos a tener la capacidad de ver los documentos fuente”, dijo Ballados.

Pero, a diferencia de las ocasiones anteriores en las que el registro de los independientes era por medio de papel y estos se entregaban y revisaban al final del proceso, esta vez se utilizó la aplicación. Ballados aseguró que esta tecnología les permitió mayor celeridad para revisar las firmas con cierta regularidad e implicó un ahorro de “más de 100 millones de pesos” para el instituto.

Pese a las quejas de que no debería exigírsele el uso de una aplicación a candidatos de zonas con poco acceso a teléfonos inteligentes y a internet, su institucionalización podría revolucionar todo el sistema electoral, según el funcionario del INE. En una nación en la que aún hay desconfianza debido a la llamada “caída del sistema” en el recuento de votos de 1988 —hay un recelo respecto de las urnas electrónicas, por ejemplo, y los conteos siguen siendo a mano—, Ballados dice que la app del INE demostró “que el uso de la tecnología es viable” para dejar atrás “procedimientos muy muy complejos y redundantes”.

Terreno de juego

Competir contra los demás aspirantes una vez iniciada la campaña, que va del 30 de marzo al 27 de junio, tampoco será sencillo para los independientes.

La ley electoral prevé que para la repartición de espacios publicitarios y de fondos públicos todos estos aspirantes sean agrupados como si fueran un solo partido político. El financiamiento disponible se parte en una bolsa de 30 por ciento directo para cada partido y una de 70 por ciento según cuán votada fue esa agrupación en las últimas elecciones para diputados, algo que no aplica para los independientes.

Después, el monto derivado del primer porcentaje “se divide en un tercio para [los aspirantes independientes a] diputados, un tercio para senadores y un tercio para presidentes”, explicó Ballados. “Y luego ese 33 por ciento para cada grupo se divide entre la cantidad de candidatos”. El mecanismo es el mismo para las pautas publicitarias y anuncios a transmitirse en las estaciones de radio y televisión que tienen concesiones públicas.

Es decir que, de los más de 6700 millones de pesos de presupuesto para los partidos, el monto inicial destinado para todos los independientes quedaría en unos 42,9 millones de pesos (alrededor de 2,3 millones de dólares). De ahí, los aspirantes a diputación tendrán una bolsa común de una tercera parte —alrededor de 14 millones de pesos— que se divide entre todos; eso equivaldrá a unos 360,000 pesos para cada candidato independiente a la Cámara de Diputados.

En comparación con el monto inicial distribuido entre los independientes, por ejemplo, el Partido del Trabajo —cuyo respaldo popular fue el segundo más bajo de todos los partidos en 2015— recibirá más de 370 millones de pesos. La agrupación forma parte de una coalición que postulará 75 candidatos para la Cámara Baja este año.

No obstante, Ballados destacó que en esta ocasión se permitirá que los independientes puedan complementar sus fondos con financiamiento privado, algo que no se les permite a los partidos tradicionales.

Aprendizajes y oportunidades

A la hora de hacer un balance sobre la experiencia de incorporar candidatos independientes para cargos federales, la investigadora Marván desestimó las críticas que señalan que las reglas para acceder a una candidatura podrían obstaculizar el avance de los independientes.

“Si en México, donde no hay segunda vuelta, abres la puerta a que cualquiera se pueda registrar como candidato independiente” sin requisitos como los que existen ahora, “habría unas cien opciones para presidente y esa fragmentación es como no tener opción alguna, además de que podría darse que alguien resulte electo con solo el ocho por ciento del voto total”.

Además, añadió: “No puedes tener las ventajas de ser independiente de un partido al mismo tiempo que quieres las ventajas de estar en un partido”.

Entre aquellos que el próximo 1 de julio estarán en la boleta, después de juntar las firmas necesarias con un número ínfimo de irregularidades, se encuentran Manuel Clouthier Carrillo –quien logró acceder a una diputación en 2015 y ahora busca una curul en el Senado en representación de Sinaloa– y Pedro Kumamoto (diputado con licencia en el congreso estatal en Jalisco que aspira a una senaduría por esa misma entidad).

Según Marván, casos como los suyos demuestran que “las candidaturas independientes pueden ser exitosas” pues ellos no solo consiguieron estar en boletas locales, sino que ganaron, además de que después de hacerlo lograron tener incidencia en discusiones como la de reducir el financiamiento de las agrupaciones políticas según qué tan votadas sean. “[Lo hicieron] con una voz que se escuchó más que la de algunos diputados que sí tienen partido”, dijo Marván.

Además de eso, las exigencias que se aplican a los independientes también podrían hacérselas en un futuro a las fuerzas políticas ya establecidas. “Si a los candidatos independientes les pedimos un respaldo importante, ¿por qué no a los partidos?”, dijo Marván. “No creo que podamos decir que los independientes van a transformar un sistema anquilosado”, añadió, “pero sí obligan a competir de una manera distinta”.
 



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