Internacional - Política

Macron arremete ante el Congreso de EU contra el aislacionismo, el nacionalismo y la guerra comercial

2018-04-25

Si con Macron, el presidente de Estados Unidos ha encontrado el interlocutor que le da la...

Jan Martínez Ahrens, El País


Plantaron un roble frente a la Casa Blanca. Se besaron y dieron la mano ante las pantallas. Se cubrieron de halagos en la cena de Estado. Donald Trump y Emmanuel Macron han forjado una relación privilegiada. A ningún mandatario extranjero le ha mostrado el presidente de Estados Unidos tanta deferencia. Aparte de la visita de Estado, seis veces se han visto y 25 se han llamado. Una cifra inmensa para alguien que con Angela Merkel solo ha hablado una vez en cinco meses. “Es que Macron me gusta mucho”, llegó a bromear Trump ante los periodistas.

Si con Macron, el presidente de Estados Unidos ha encontrado el interlocutor que le da la pátina de estadista, el francés ha hallado en Trump la fórmula magistral de su política exterior. Con él de la mano, puede jugar a la amistad con el ogro aislacionista y brillar por sí mismo. “La convicción de Trump de que EU no tiene que cargar con todos los problemas internacionales, es una forma de desoccidentalizar la política exterior que se ajusta a la visión francesa”, señala Célia Belin, experta del think tank Brookings Institution.

Es una relación simbiótica que a la diplomacia francesa le abre un espacio que durante años acaparó Barack Obama. El repliegue internacional de Trump permite a París recuperar terreno para ejercer su autonomía y grandeur. Ocurrió hace un año con el cambio climático. Y también ayer con la intervención de Macron ante el Congreso de los Estados Unidos.

Su discurso fue pronunciado en clave simbólica. Otro 25 de abril, pero de 1960, el general Charles De Gaulle se dirigió al pueblo americano desde la misma tribuna. Entonces, el presidente francés habló de tú a tú a Estados Unidos y defendió el valor de su amistad. Macron repitió el gesto.

Desde el principio, el presidente francés quiso dejar claro que el vínculo entre ambas naciones es más profundo que cualquier avatar diario. Citó sus ideales compartidos, la lucha contra el nazismo y el dolor acumulado en la defensa de la democracia. “Nuestras naciones han sufrido por sus valores”.

Ante un auditorio entregado, que prorrumpía en constantes aplausos, recordó el lema revolucionario de “vivir libre o morir” y puso como horizonte histórico la defensa de la democracia. Desde esa atalaya desplegó todo su carisma. Ese fulgor que ha cautivado a Francia y gran parte de la Unión Europea.

Tras dos días en los que se ha presentado al mundo como el gran amigo de Trump, el presidente francés aprovechó para marcar las diferencias y atacó el aislacionismo y el nacionalismo que tanto gustan a su anfitrión. “Es un momento crítico, si no actuamos como una comunidad global, ni la ONU ni la OTAN serán capaces de mantener la estabilidad”. Frente a esta amenaza, propugnó un “multilateralismo fuerte” como clave de arco del nuevo orden mundial.

Llegado a ese punto, Macron decidió lanzar toda la artillería. Empezó por rechazar la guerra comercial emprendida por la Casa Blanca ­–“nosotros escribimos las reglas, nosotros debemos seguirlas”. Siguió con la defensa del pacto nuclear con Irán que Washington ha satanizado –“no lo abandonaremos”–. Y culminó con la lucha contra el cambio climático. Una iniciativa global que Trump ha abandonado ruidosamente, dejando a EU como el único país del mundo fuera del Acuerdo de París. “Estamos sacrificando el futuro de nuestros hijos. No hay planeta B y tendremos que enfrentarnos al desafío y trabajar juntos. Estoy seguro de que EU volverá al pacto”.

Desplegada su hoja de ruta universal, Macron regresó a De Gaulle y al vínculo con el pueblo americano. “Son tiempos de determinación y coraje. Lo que amamos está en peligro. No tenemos más opción que ganar. Y juntos vamos a ganar”. Dicho lo cual, se despidió en francés dando vivas a la amistad. El aplauso del Congreso de los Estados Unidos de América fue atronador.


 



regina