Religión

"El amor se ve en las obras, no en las palabras": Papa Francisco

2018-05-09

En la tarde del pasado domingo, 6 de mayo de 2018, VI Domingo de Pascua, el Papa Francisco...

 

(ZENIT – 8 mayo 2018).- “El amor siempre es trabajo para los demás. Porque el amor se ve en las obras, no en las palabras”, es uno de los mensajes que Francisco dejó a los fieles de la parroquia romana del Santísimo Sacramento en Tor de Schiavi.

En la tarde del pasado domingo, 6 de mayo de 2018, VI Domingo de Pascua, el Papa Francisco visitó esta iglesia, donde inauguró la ‘Casa de la Alegría’ para las personas con discapacidad, construida en la buhardilla del edificio.

A su llegada, alrededor de las 15:30 horas, fue recibido por el arzobispo Angelo De Donatis, vicario general de la diócesis de Roma, el cardenal titular José Gregorio Rosa Chávez, el cardenal arzobispo de Manila y Presidente de Caritas Internationalis Luis Antonio Tagle, vinculado al nacimiento de la “Casa de la alegría”, el párroco,  padre Maurizio Mirilli, el vice- párroco, padre Vasile Alexandru Muresan y algunos colaboradores de la parroquia.

En el oratorio, el Papa encontró a la comunidad parroquial, respondió a cuatro preguntas formuladas por un padre, un joven, un adolescente y un niño. Más tarde, en el salón parroquial, encontró a los ancianos y a los enfermos.

Luego subió a los locales de la “Casa de la Alegría”. En los espacios utilizados como centro de día, el Papa Francisco encontró a los responsables de Caritas, de los  proyectos “Vecindarios solidarios ” y “Barrios solidarios” y del servicio nocturno para las personas sin domicilio fijo. El Santo Padre habló posteriormente con los discapacitados en el centro de día y con sus familias. Luego visitó la nueva casa familiar y, después de haber bendecido los locales, conoció a los siete niños que vivirán allí junto con dos religiosos y una laica. Por último bajó a los locales parroquiales donde confesó a algunos penitentes.

A las 17:30 horas celebró la Santa Misa, durante la cual administró el sacramento de la Confirmación a una niña de la parroquia con una enfermedad mitocondrial y a su madre. Al final, después del saludo a los fieles reunidos en la plaza que habían seguido la celebración en una pantalla gigante especialmente preparada para la ocasión, regresó al Vaticano.

Sigue  la homilía improvisada por el Santo Padre durante la celebración eucarística en la cual administró el sacramento de la Confirmación y las palabras pronunciadas por el Papa durante los diversos encuentros en la parroquia.

Homilía del Santo Padre

Jesús, antes de ir al Huerto de los Olivos y empezar su Pasión – sufrió mucho Jesús, en el Huerto de los Olivos- tuvo esta larga conversación a la mesa con los discípulos. Y él aconseja algo fuerte, da un consejo muy fuerte: “Permaneced en mi amor”. Este es el consejo que Jesús  da a los suyos antes de sufrir y morir. Y también es el consejo que nos da a nosotros, a cada uno de nosotros. Jesús nos dice: “Permaneced en mi amor. No os vayáis fuera de mi amor”. Y cada uno puede preguntarse en su corazón – dentro de su corazón-: “¿Yo permanezco en el amor del Señor?. ¿O salgo buscando otras cosas, otros entretenimientos, otros modos de vida?”.

Pero “permanecer en el amor” es hacer lo que Jesús hizo por nosotros. Él dio la vida. Él fue nuestro siervo: vino para servirnos. “Permanecer en el amor” significa servir a los demás, estar al servicio de los demás. ¿Qué es el amor? ¿Queremos pensar qué es el amor? “Ah, sí, vi un telefilm sobre el amor, era bonito… y esa pareja de novios… al final, terminó mal, ¡qué pena!”. No es así. El amor es otra cosa. El amor es hacerse cargo de los demás. El amor no es tocar violines, todo romántico… El amor es trabajo. Las que entre vosotras son madres, pensad en cuando los niños eran pequeños: ¿cómo amabais a vuestros niños? Con el trabajo. Cuidándolos. Ellos lloraban…había que darle de mamar, cambiarlos, esto, lo otro… El amor siempre es trabajo para los demás. Porque el amor se ve en las obras, no en las palabras. Recordáis esa canción: “Palabras, palabras, palabras”. Muchas veces son solo palabras. En cambio el amor es concreto. Cada uno tiene que pensar: Mi amor por mi familia, en el barrio, en el trabajo: ¿Es servicio hacia los demás? ¿Me preocupo de los demás?

Estuve arriba – le llaman la “Casa de la Alegría”- pero se puede llamar la “Casa del Amor”, porque esta parroquia cuida a muchos que necesitan que se les cuide, que se vele por ellos. Y esto es amor. Amor es trabajo, trabajo por los demás. El amor está en las obras, no en las palabras. “Yo te amo”. “¿Y qué haces por mí si me amas?”. Cada uno de los enfermos del barrio se pregunta: “¿Qué haces por mí?”. En nuestra familia, si tú amas a tus hijos, que sean pequeños o grandes, a los padres, a los ancianos: ¿Qué haces por ellos?. Para ver como es el amor, hay que decir siempre: ¿Qué hago? .“Pero padre, dónde aprendemos esto?” .Donde  Jesús. Y en la segunda lectura hay una frase que nos puede abrir los ojos: “En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: Dios ha mandado en el mundo a su Hijo”. En eso está el amor. No hemos sido nosotros los primeros que amaron a Dios; sino fue Él que nos amó el primero.

El Señor siempre nos ama el primero. Nos espera con el amor. También nosotros podemos preguntarnos: ¿Yo espero con el amor a los demás?. Y después hacer la lista de las preguntas. Por ejemplo: ¿El chismorreo es amor?. El que chismorrea…No, no es amor. Hablar mal de la gente no es amor. “Oh, yo amo a Dios. Hago cinco novenas cada mes. Hago esto, y esto…” .Sí pero… ¿cómo es tu lengua?. ¿Cómo va tu lengua?. Esta es precisamente la piedra de toque para ver el amor. ¿Yo amo a los demás? .Pregúntate: ¿cómo está  mi lengua?. Te dirá si es amor verdadero. Dios nos amó el primero. Nos espera siempre con el amor. ¿Yo soy el  primero en amar o espero que me den algo para amar? .Como los perritos que esperan su regalo, el trozo para comer y después festejan al amo. El amor es gratuito, el primero. Pero el termómetro para conocer la temperatura de mi amor es la lengua. No lo olvidéis.

Cuando estéis a punto de hacer el examen de conciencia, antes de la confesión o en casa, preguntaos: ¿He hecho lo que Jesús me dijo: “Permaneced en mi amor”? Y, ¿cómo puedo saberlo? Por cómo está mi lengua. Si he hablado mal de los demás, no he amado. Si esta parroquia consiguiese no hablar mal de los demás, ¡habría que canonizarla! Y, por lo menos, como he dicho otras veces: Esforzaos en no chismorrear. “Pero, padre, denos un remedio para no chismorrear”. Es fácil. Está al alcance de todos. Cuando tengas ganas de hablar mal de los demás, ¡muérdete la lengua! Se hinchará, pero es cierto que ya no chismorrearás.

Pidamos al Señor que “permanezcamos en el amor” y que entendamos que el amor es servicio. Es hacerse cargo de los demás. Y la gracia de entender que el termómetro de cómo está el amor es la lengua.

Todos acompañaremos a Maria que recibirá la confirmación.



Jamileth
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