Internacional - Política

Muere militante anticastrista Luis Posada Carriles

2018-05-23

Por GISELA SALOMON

MIAMI (AP) — El militante anticastrista cubano en el exilio y exagente de la CIA, Luis Posada Carriles, quien fue acusado de organizar una serie de ataques con bombas a hoteles de La Habana en 1997 y de derribar un avión cubano de pasajeros, falleció el miércoles en Florida, dijeron su abogado y un amigo. Tenía 90 años.

Posada, que había sido diagnosticado con cáncer de garganta hace unos cinco años, murió el miércoles en el Hospital Memorial Regional de la ciudad de Hollywood, al norte de Miami, dijo su amigo Angel De Fana, un expreso político cubano que lo visitó el domingo mientras permanecía internado en el centro médico.

“Estaba muy mal, tenía problemas respiratorios y una infección de los riñones”, expresó De Fana. “Pero tenía muy bien la cabeza, la memoria muy bien”.

El abogado de Posada, Arturo Hernández, dijo que falleció a las cinco de la madrugada.

En 2015 Posada tuvo un accidente automovilístico que le causó varias fracturas. Desde hacía tiempo vivía en un hogar de cuidados especiales para veteranos de guerra ancianos en el condado Broward, al norte de Miami.

“Concluye una vida extraordinaria”, expresó Hernández a The Associated Press. “Es una mañana muy triste para mí”.

Posada había pedido que lo cremaran y que sus cenizas fueran arrojadas al mar, dijo De Fana. Su funeral será en una casa fúnebre de Miami, indicó. Los detalles aún se desconocían.

En 2011, un jurado federal de El Paso, Texas, absolvió a Posada de acusaciones que incluían haberle mentido a las autoridades estadounidenses sobre su papel en los ataques de La Habana para obtener su asilo político.

Formó parte de un grupo de exiliados cubanos entrenados por la CIA a comienzos de la década de 1960 en el fallido intento de derrocar al incipiente gobierno comunista de Fidel Castro. A diferencia de otros activistas, Posada nunca renunció a la violencia como método para generar un cambio en la isla.

“Si Castro entrara por la puerta lo mataría, no porque lo odio sino porque también mataría a una cucaracha”, dijo Posada a AP en varias entrevistas entre 2009 y 2010.

Humberto Díaz Argüelles, expresidente de la Asociación de Veteranos de Bahía de los Cochinos, dijo que Posada acudió el 17 de abril en silla de ruedas a un acto de rememoración de la invasión y se le veía “en muy malas condiciones” de salud.

“Al último ya casi no podía hablar”, dijo Argüelles.

Para muchos exiliados mayores, Posada era un combatiente por la libertad que hacía lo necesario para tratar de derrocar una dictadura. Otros lo consideraban un terrorista impenitente.

“Aquí en el exilio la mayor parte lo respetaba, aunque también tenía sus detractores”, expresó Ramón Saúl Sánchez, líder del Movimiento Democracia que se opone a los métodos violentos y aboga por una lucha cívica para lograr cambios en la isla. Su muerte “tiene un impacto por la dedicación que le dio a la lucha”, consideró Sánchez, quien conoció personalmente a Posada hace tres años de casualidad en un hospital de Miami.

Para Peter Kornbluh, jefe del proyecto Cuba del Archivo Independiente de Seguridad Nacional que durante años trató de obtener documentos confidenciales relacionados con Posada, “la CIA creó y desató un Frankenstein”.

El portal oficialista cubano Cubadebate lo describió como un “terrorista” cuyas víctimas incluyeron a pasajeros inocentes de un avión que explotó tras despegar de Barbados en 1976. Dijo que murió “sin haber pagado por este crimen ni por los otros tantos actos terroristas que figuran en su historial criminal”.

Posada siempre negó toda participación en el ataque al avión que mató a 73 personas, el más mortífero hasta la explosión en un vuelo de Pan Am sobre Lockerbie, Escocia, en 1988.

En una entrevista con The New York Times en 1998 asumió la responsabilidad por los ataques en La Habana, en los que murió un turista italiano, pero luego se retractó.

Interrogado por AP sobre esa entrevista, Posada dijo que no había escuchado o comprendido las preguntas del Times, después mencionó a su abogado y finalmente se rió y encogió de hombros.

El exiliado cubano tuvo una relación oficial y a veces turbulenta con la CIA hasta 1975, pero durante sus años de vida en Latinoamérica mantuvo algunos contactos con funcionarios estadounidenses hasta el juicio y absolución en 2011. La comunidad cubana de Miami lo recibió como un héroe.

Nacido en Cienfuegos, Cuba, en 1928, Posada estudió química en la Universidad de La Habana y trabajó en la fábrica de neumáticos Firestone. Tras la victoria de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959 se sumó a la oposición y pasó un breve periodo en la cárcel. Huyó a México y llegó a Estados Unidos en 1961.

Después de varios años en Estados Unidos se divorció de su primera esposa y se casó con Elina Nieves. La pareja, que tuvo un hijo y una hija, vivió separada durante mucho tiempo, pero durante años él se jactaba de que Nieves seguía lavándole la ropa.

Posada se entrenó para la invasión de Bahía de los Cochinos de 1961 pero no participó. Entonces forjó una amistad de por vida con el influyente exiliado Jorge Mas Canosa y juntos se graduaron de la escuela de entrenamiento de oficiales del ejército en Fort Benning, Georgia.

Posada dijo en varias ocasiones que Mas Canosa le dio ayuda económica.

“Hemos perdido un gran patriota, un hombre que quería mucho a su pueblo”, expresó con su voz entrecortada Miguel Saavedra, de la organización anticastrista Vigilia Mambisa. “Siempre dio la vida por la libertad de Cuba. Nos dio heroísmo”, manifestó el activista, amigo de Posada por más de cuatro décadas.

Desde el principio, sus jefes en la CIA lo consideraron una voz confiable e incluso razonable entre los exiliados, sobre los cuales estaba dispuesto a informar, de acuerdo con documentos desclasificados por pedido del grupo independiente Archivos de Seguridad Nacional.

Posada dirigía su propia firma de seguridad en Venezuela cuando lo acusaron de coordinar la colocación de la bomba en el avión de que explotó sobre el Caribe en 1976. Lo arrestaron cuando dos empleados de su firma confesaron haber colocado el explosivo.

Posada, que tenía fuertes lazos con el por entonces gobierno venezolano, fue absuelto por un tribunal militar. Escapó de la prisión vestido de cura mientras esperaba un segundo juicio en una corte civil.

Pudo llegar a El Salvador, donde ayudó al gobierno de Ronald Reagan y al coronel Oliver North a abastecer a los rebeldes de la Contra nicaragüense contra el gobierno sandinista.

Se trasladó luego a Guatemala, donde en 1990 sobrevivió a un atentado que le dejó cicatrices en la cara y el cuerpo y le alteró permanentemente el habla.

En 2004 fue condenado en Panamá en relación con un atentado fallido contra Castro, pero la presidenta Mireya Moscoso lo indultó por pedido de varios legisladores cubano-estadounidenses de Florida.

Reapareció en Miami en 2005 y fue arrestado bajo la presión internacional para que el gobierno de George W. Bush le aplicara los mismos criterios que a otros presuntos terroristas.

Estados Unidos se negó a entregarlo a Venezuela o Cuba por temor a que fuera torturado. Tampoco lo juzgó por terrorismo sino solo por violación de las leyes de inmigración.

Las opiniones sobre el veredicto fueron tan divergentes como sobre el mismo Posada. Algunos dijeron que era demasiado poco para un presunto terrorista, otros que era un juicio político a un patriota anciano. Otros dijeron que la absolución, al cabo de tres horas de deliberaciones, fue una burla a la justicia.

Lo sobreviven sus dos hijos y su esposa. 



regina

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