Religión

"El cristiano debe ser sal y luz para los otros": Papa Francisco

2018-06-13

El Pontífice ha señalado que el Señor nos dice:

Rosa Die Alcolea

 

(ZENIT – 12 junio 2018).- “Ser sal y luz para los otros, sin atribuirse méritos” es el “simple testimonio habitual”, la “santidad de todos los días”, a la que está llamado el cristiano, ha anunciado el Papa Francisco en la Misa celebrada esta mañana, en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

Es un testimonio –ha aclarado el Santo Padre– de “todos los días, que inicia por la mañana, cuando nos despertamos, y termina por la noche, cuando nos vamos a dormir”.

“Parece poca cosa”, advierte Francisco, pero el Señor “con pocas cosas nuestras hace milagros, hace maravillas”. Por lo tanto, es necesario tener esta actitud de “humildad” que consiste en buscar solamente ser sal y luz.

Siempre al servicio

“Sal para los otros, luz para los otros, porque la sal no se sazona a sí misma, siempre al servicio. La luz no se ilumina a sí misma, siempre al servicio. Sal para los otros, pequeña sal que ayuda en las comidas, pero pequeña. ¿En el supermercado la sal se vende por toneladas? No… En pequeñas bolsitas, es suficiente”.

“Y después –ha continuado– la sal no se vanagloria de sí misma, porque no se sirve a sí misma. Siempre está allí para ayudar a los demás: ayudar a conservar las cosas, a condimentar las cosas. Siempre está el testimonio”.

Santidad de cada día

El Pontífice ha señalado que el Señor nos dice: “Tú eres sal, tu eres luz”, y ha exhortarnos a que renunciemos a tener ningún mérito. Pues, nosotros cuando comemos –ha expresado– no decimos: “¡Ah, qué rica la sal! ¡No!: “Rica la pasta, rica la carne, rica…”. No decimos: “Qué rica la sal”. De noche cuando vamos para casa, no decimos: “Qué buena la luz”, no. Ignoramos la luz, pero vivimos con aquella luz que ilumina. Ésta es una dimensión que hace que nosotros cristianos seamos como anónimos en la vida.

“No somos protagonistas de nuestros méritos”, ha subrayado nuevamente el Papa al concluir. Por lo tanto, no se debe hacer como el fariseo que agradece al Señor pensando que es santo.

Además, el Santo Padre ha propuesto que al final día, hagamos una “linda oración” y nos preguntemos: “¿He sido sal hoy?” “¿He sido luz hoy?”, y ha concluido diciendo: “Ésta es la santidad de todos los días”.



Jamileth
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