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López Obrador aprovechará el arte del béisbol para ganar su juego político

2018-07-03

"Me gusta todavía batear, estoy arriba de ,300. Estoy macaneando muy bien", dijo...

Gustavo Borges

 

México, 3 jul (EFE).- A los 64 años, el virtual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, es un buen defensor de la tercera base en el béisbol callejero, un pelotero amante del juego chiquito, basado en jugadas elegantes como las que deberá realizar si pretende cumplir sus promesas de campaña.

"Me gusta todavía batear, estoy arriba de ,300. Estoy macaneando muy bien", dijo el próximo jefe del ejecutivo mexicano hace unas semanas en uno de los debates con rivales de otros partidos a los que superó por amplia mayoría en las elecciones presidenciales.

López Obrador recibió el 53 % de los votos para presidente de México con participación en las urnas de alrededor del 62 % del listado de votantes integrado por unos 89,1 millones de electores.

Nacido en el estado de Tabasco en 1953, López Obrador pertenece a una época en la que el béisbol se caracterizaba más por la gracia que por la fuerza y los equipos explotaban la velocidad de sus peloteros para anotar carreras.

Ahora, como presidente, el político deberá ser preciso como los jugadores de entonces, hábiles para sacrificarse por tal de adelantar a sus compañeros, precisos con jugadas de bateo y corrido, y arriesgados en los toques de bola.

"Viene la cuarta transformación de la vida pública de México", ha repetido el licenciado en Ciencias Políticas del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que fundó en 2014 y ganador por amplio margen de las elecciones de este domingo.

Antes de arrancar su campaña, Andrés Manuel divulgó en redes sociales su participación en una práctica de béisbol de un equipo de Chiapas.

Con limpios desplazamientos fildeó durante un rato y mostró buenos reflejos, aunque no se comprobó si a la ofensiva es tan bueno como dice y mantiene promedios sobre la difícil barrera de ,300.

Conocido como seguidor de los Medias Rojas de Boston, el gran rival de los Yanquis de Nueva York en las Ligas Mayores, a López Obrador se le veía hace ocho años en entrenamientos de la liga de Tranviarios de la capital, donde jugaba los lunes con un uniforme de Grandes Ligas y lentes ahumados para protegerse del sol que le daban pinta de profesional.

"Se ve que jugaba de antes porque movía bien el bat y a la defensa hacía los movimientos correctos. Solía utilizar como lanzador al zurdo Alfredo Ortiz, ganador de más 250 juegos en la Liga Mexicana, y su escolta era el receptor", dijo a Efe el periodista mexicano Juan Estrada, quien coincidió varias veces con el político en el campo de béisbol.

Como presidente de México a partir del 1 de diciembre próximo, López Obrador deberá mantener la buena vista antes los retos que le llegarán como envíos de rompimiento y tratará de adivinar si los enemigos vendrán con rectas, curvas o bolas de tenedor para poder adelantarse.

En una campaña llena de promesas entre las que primó ser honesto y acabar con la corrupción, Andrés Manuel prometió aumentar la seguridad, mejorar la economía, eliminar la discriminación y disminuir la pobreza y la pregunta es cómo conseguirá todo eso en un país con tantos conflictos y divisiones.

"Expreso mi respeto a quienes votaron por otros candidatos y partidos, llamo a los mexicanos a la reconciliación", dijo en su primer discurso en una jugada en la que se desmarcó de sus simpatizantes rencorosos que invitaron a abandonar el país a quienes no votaron por el candidato de Morena.

Horas antes el escritor Jorge Volpi, premio Alfaguara 2018 de novela, defendió la idea de un López Obrador como presidente pero advirtió que o cambia el sistema de justicia, o no conseguirá cumplir lo prometido.

"Me preocupa su cierta intolerancia a la crítica y a la libertad de expresión, ese es un lado delicado, y el otro, que no hable de las medidas en el tema de justicia para atajar los problemas que él detecta, como la corrupción", dijo Volpi luego de enumerar varias razones por las cuales López puede ser buen presidente.

De momento el beisbolista político tiene a mano la herramienta del juego chiquito del béisbol que trasladado a la política significa sacrificar los egos en favor del gran grupo, sacar provecho de la velocidad, ser romántico más no ingenuo y sobre todo detectar los disparos venenosos de los rivales y responderlos a tiempo.



Jamileth

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