Migración

La situación de los controles fronterizos en el centro y sureste de Europa

2018-07-03

Austria, que limita con la región germana de Baviera, ha expresado en el pasado su temor de...

 

Viena, 3 jul (EFE).- El acuerdo en Alemania para rechazar en la frontera a los solicitantes de asilo que hayan sido registrados en otro país de la Unión Europea (UE) amenaza, en caso de aplicarse, con desencadenar un efecto dominó en Europa central y Oriental.

Austria, que limita con la región germana de Baviera, ha expresado en el pasado su temor de que un endurecimiento de las políticas alemanas le deje a numerosos solicitantes de asilo que tenían como objetivo llegar a Alemania.

Desde diciembre de 2017 gobierna en Austria una coalición de conservadores y ultraderechistas populistas que tienen en común la línea dura en inmigración y contra la admisión de refugiados.

El canciller federal austríaco, Sebastian Kurz, dijo hoy que su país está dispuesto a tomar medidas de control en sus fronteras con Italia y Eslovenia, al tiempo que descartó cualquier acuerdo migratorio con Alemania que perjudique los intereses de Austria.

Mientras tanto, en Eslovenia, situada al sur de Austria, el Gobierno considera "innecesaria" la introducción de medidas adicionales contra por parte de Viena.

"Eslovenia es un guardián ejemplar de la frontera Schengen y controla con éxito los movimientos migratorios", adelantó el primer ministro esloveno, Miro Cerar, el sábado pasado.

De hecho, solo una veintena de inmigrantes irregulares han sido devueltos de Austria a Eslovenia en lo que va de año.

Por su parte, la República Checa, al norte de Austria, tiene en vigencia el régimen de "controles concretos" en sus fronteras, lo que significa que patrullas policiales supervisan en ciertos intervalos lugares determinados.

En caso de necesidad, el Gobierno de Praga tiene un plan de emergencia para involucrar al ejército y a policía aduanera.

El primer ministro checo, el magnate populista Andrej Babis, avanzó hoy que su país activará medidas idénticas a las anunciadas por Alemania y Austria para rechazar a inmigrantes ilegales.

El Gobierno de Hungría, al este de Austria, liderado por el conservador nacionalista Viktor Orbán, levantó en septiembre de 2015 vallas con concertinas en las fronteras con Serbia y Croacia, para detener la llegada de cientos de miles de inmigrantes y refugiados.

La valla tiene 175 kilómetros de largo y cuatro metros de altura, y en 2016 el tramo de la frontera con Serbia se fortaleció con otra alambrada paralela, equiparada con cámaras térmicas y sistemas de alarma.

Las trabas físicas se han completado con leyes que prevén hasta cinco años de prisión por el cruce ilegal de las fronteras y recientemente una polémica ley castiga con hasta un año de cárcel a todos aquellos que ayuden a inmigrantes irregulares.

Hungría transportó en 2015 y 2016 en trenes y autobuses cientos de miles de inmigrantes hasta Austria, desde donde la gran mayoría se trasladó a Alemania.

Por su parte, Serbia, país al sur de Hungría y que no pertenece a la UE, reforzó en 2016 el control de sus fronteras con Bulgaria y Macedonia para evitar la entrada de inmigrantes.

Pese a los controles, decenas de refugiados e inmigrantes pasan a diario con el objetivo de llegar de alguna forma a la UE.

En Serbia se calcula que hay unos 2,800 refugiados e inmigrantes, instalados en 18 centros de asilo o de acogida y unos 200 fuera, cifras que han caído más del doble con respecto al 2017.

Un aumento de afluencia de inmigrantes y refugiados se registra también en Bosnia-Herzegovina, país convertido en los últimos meses en una nueva ruta migratoria en el que se registraron más de 7,100 entradas en lo que va de año.

Bosnia-Herzegovina, situada entre Serbia y Croacia, ha reforzado patrullas policiales en las fronteras con Serbia y con Montenegro, países de entrada de refugiados, y tiene planes de adquirir equipos técnicos como cámaras y otros aparatos de observación para un mejor control y protección.



Jamileth