Vox Populi

López Obrador, perfil austero y cerca del pueblo

2018-07-04

El hombre que logró un triunfo arrasador en las elecciones del pasado domingo, por 53% de...

Editorial, ANSA-Latina

 

El presidente electo Andrés Manuel López Obrador, de 64 años, al que le gusta darse "baños de multitud", comenzó a romper los esquemas de la parafernalia del poder en México negándose al séquito de seguridad y a vivir en la residencia de Los Pinos.

Sabedor de que gran parte del rechazo popular contra la clase política está relacionada a que los jefes de Estado y su gabinete son acusados de vivir lejos de la gente, en una especie de "burbuja" y rodeados de gran lujo y oropel, decidió cambiar los "usos y costumbres" de la casta gobernante.

Por eso, en sus primeros mensajes reiteró su promesa varias veces repetida de que reducirá los altos sueldos de los funcionarios y hasta la mitad el propio, además de abolir las pensiones para los ex presidentes.

También rechaza los aparatosos séquitos de seguridad, se niega a vivir en la residencia oficial de Los Pinos, por considerarla fastuosa, y reafirma que venderá el costoso avión Boeing 787 "Dreamliner" para uso del presidente de la República.

"López Obrador sostiene que no necesita protección, porque el pueblo lo protege. Ese desplante puede ser aceptable en un candidato, pero la seguridad del presidente es un tema de seguridad nacional", afirmó el analista Sergio Sarmiento.

El hombre que logró un triunfo arrasador en las elecciones del pasado domingo, por 53% de los votos, comenzó a hacer sentir su nuevo estilo "austero y republicano" en su primer encuentro con el presidente Enrique Peña Nieto.

A la reunión llegó a bordo de un modesto vehículo "Wolkswagen Jetta", sin guardaespaldas, acompañado sólo de su vocero.

El primer encuentro para acordar la transición política suele darse en Los Pinos, pero López Obrador eligió el Palacio Nacional, por ser sede tradicional del gobierno.

No obstante, al ingresar a ese histórico inmueble, tuvo dificultades para desplazarse, porque un tumulto de fotógrafos, camarógrafos y reporteros lo envolvió por completo.

"No me apachurren" (no me aplasten), clamó en medio del caos y algunos guardias presidenciales tuvieron que intervenir para poner un poco de orden.

Después de su entrevista con Peña Nieto, afirmó que el mandatario le ofreció los servicios del Estado Mayor Presidencial (EMP), pero dijo que lo pensaría, porque reiteró que piensa suprimir esa guardia e integrarla al Ejército, al cual pertenece.

Ese brazo militar tiene fama de gran eficiencia logística que permite brindar la máxima seguridad al mandatario de turno y al mismo tiempo proteger a sus visitantes extranjeros.

La sede del EMP se sitúa junto a la residencia oficial de Los Pinos y se asemeja a un cuartel militar, por más que cuenta con una bella fachada, por lo que muchos analistas se plantean si la seguridad del futuro presidente estará en riesgo.

Según algunos trascendidos, la intención del hombre que relevará a Peña Nieto de desaparecer este organismo generó "nerviosismo e incertidumbre" en ese grupo de élite.

López Obrador sostiene que "quien lucha por la justicia no tiene nada que temer" y que "el que está rodeado de guardaespaldas es porque no tiene su conciencia tranquila".

Pero miembros del EMP citados por el diario La Jornada dijeron que la seguridad del presidente es una responsabilidad "de la más alta importancia para el país, pues implica el resguardo de la representación del Estado mexicano y de la República y, por consiguiente, de la estabilidad y de la seguridad nacionales".

El carismático líder declaró que podría alquilar una casa cercana al Palacio Nacional para evitar problemas de traslado, pero "eso no hará más que añadir complicaciones de logística y seguridad al trabajo cotidiano del presidente y sus colaboradores", afirmó Sarmiento.

En el caso de su negativa a usar el avión que "no lo tiene ni (Barack) Obama", como solía señalar desde hace años, muchos se preguntan cómo hará para trasladarse a bordo de un avión de una aerolínea comercial un presidente al que le gusta recorrer el país todo el tiempo.

"Vender el avión presidencial (.) no es un lujo, es una necesidad. Ningún mandatario se mueve en vuelos comerciales, tanto por seguridad suya y de los pasajeros, como por una eficiencia gubernamental mínima", dijo el especialista Jorge Fernández Menéndez.



Jamileth
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