Como Anillo al Dedo
López Obrador y Trump
Héctor Tajonar º Proceso
La grata sorpresa ofrecida por Andrés Manuel López Obrador durante el intenso y controvertido primer mes posterior a su triunfo electoral ha sido la revelación de sus dotes diplomáticas. La iniciativa de recibir en sus oficinas de la colonia Condesa al secretario de Estado Mike Pompeo, quien llegó acompañado de una destacada delegación de funcionarios estadunidenses, fue sin duda un gran acierto. La carta dirigida a Donald Trump fortaleció los buenos resultados de esa reunión, junto con la conversación telefónica sostenida el 1 de julio. La misiva obtuvo una respuesta pronta y positiva.
La definición de los temas prioritarios de la relación bilateral –comercio, migración, desarrollo y seguridad– le permitió al virtual presidente electo exponer propuestas concretas y pertinentes para iniciar una nueva etapa de la relación bilateral. Ello hace muy probable que la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte pueda concluir antes o poco después del 1 de diciembre. El espíritu de colaboración entre los funcionarios del presente y el próximo gobierno reforzará la posición de México en la mesa de negociaciones.
Ante los complejos temas de la migración y la seguridad, López Obrador logra conciliar dignidad con pragmatismo: “El propósito más esencial (sic) de mi gobierno será lograr que los mexicanos no tengan que migrar por pobreza o violencia”. De esa forma propone como solución a dichos problemas la colaboración para el desarrollo, no sólo entre las dos naciones, sino incluyendo a los países centroamericanos. De los recursos que pudieran reunirse, 75% se aplicaría a la creación de empleos y combate a la pobreza, y el 25% restante al control fronterizo y la seguridad.
Al mismo tiempo, menciona que su gobierno emprenderá “el más grande esfuerzo que se haya realizado en México” para fomentar la inversión privada, la producción, la creación de empleos, los sectores agropecuario y energético, así como la educación, la cultura y la salud. Destaca la construcción de un tren de alta velocidad Cancún-Tulum-Bacalar-Calakmul-Palenque para impulsar el turismo, así como un corredor económico y comercial en el Istmo de Tehuantepec para el transporte de contenedores entre el Pacífico y el Atlántico. Asimismo, anuncia estímulos fiscales y salariales “en toda la zona libre de la zona fronteriza”. Optimista, asegura que dispondrá de mayor inversión pública derivada del abatimiento de la corrupción y de su política de austeridad.
AMLO concluye su carta con un gesto de empatía hacia el mandatario estadunidense (quien seguramente será reelecto en los comicios de noviembre de 2020): “Ambos sabemos cumplir lo que decimos y hemos enfrentado la adversidad con éxito. Conseguimos poner a nuestros votantes y ciudadanos al centro y desplazar al establishment o régimen predominante”.
Trump respondió sumándose al guiño de elogios mutuos: “Ambos logramos el éxito electoral al ofrecer una visión clara para hacer de nuestras naciones más fuertes y mejores. Tengo gran interés en trabajar de cerca con usted en construir una gran relación entre nuestras dos naciones”. La simpatía y las afinidades entre los dos mandatarios es clara –edad, temperamento, métodos políticos y comunicacionales, además de tener esposas jóvenes y guapas e hijos pequeños–, lo cual seguramente facilitará la recomposición de una relación tan compleja como desigual.
El mandatario estadunidense coincide en las prioridades planteadas por López Obrador y en que conviene llegar a un acuerdo pronto sobre el TLCAN. En principio, acepta colaborar en el desarrollo económico de la región como una de las medidas para enfrentar los temas de migración y seguridad: “Al igual que usted, considero que hacer frente a la migración ilegal –que no podemos aceptar– involucra mucho más que sólo una frontera fuertemente asegurada”. Buen avance.
A pesar de la volubilidad del emisor y la complejidad de la relación, la respuesta de Trump, en especial la frase final de la carta, abre un espacio para un cauto optimismo: “Una relación fuerte conducirá a un México fortalecido y más próspero, ¡lo cual sinceramente me haría muy feliz!”. Estupendo comienzo de una nueva etapa de la relación con los Estados Unidos, esperemos que fructifique.
Habrá de hacer lo necesario para que así sea. En materia de migración, persisten temas candentes, como el muro y la separación de los niños de sus padres (lo cual causó la primera retractación de Trump en lo que va de su mandato). El respeto absoluto a los derechos humanos mencionado en la carta de López Obrador es clave en la negociación, como lo es el fortalecimiento de los consulados para la defensa de los migrantes mexicanos.
En materia de narcotráfico y crimen organizado, el concepto rector es responsabilidad compartida, surgido en el marco de la Iniciativa Mérida y refrendado por las autoridades de las actuales administraciones de ambas naciones (The Wilson Quarterly, Winter 2017).
Existe otro concepto clave para fortalecer la posición y la imagen de México ante el gobierno y los ciudadanos de nuestro vecino del norte: El poder suave, soft power (Joseph S. Nye). A diferencia del poder militar y económico que definen la fortaleza de Estados Unidos como la máxima potencia mundial, el poder suave está relacionado con la negociación política y diplomática, pero también y, sobre todo, con la cultura y la comunicación. Es intangible y más sutil pero puede ser sumamente eficaz y perdurable si se tiene la visión y la paciencia para aplicarlo con inteligencia porque penetra en la mente y en la sensibilidad de personas y comunidades.
Es indispensable la elaboración de una estrategia integral para utilizar el poder suave de la cultura mexicana en los Estados Unidos. Para ello se requiere una estrecha colaboración de las secretarías de Cultura y Relaciones Exteriores, entre las cuales existen duplicidades y dispersión en materia cultural que deben ser superadas. No olvidemos que México es una potencia cultural. Utilicemos esa inmensa riqueza para fortalecer la nueva etapa de la relación bilateral.
Jamileth
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