Migración

Diez años después de la guerra con Rusia: refugiados sin esperanzas de volver

2018-08-06

"¿Si tengo esperanza de que alguna vez se arregle el conflicto? ¡Solamente si se...

Misha Vignanski


Tserovani (Georgia), 5 ago (EFE).- Diez años después de la guerra con Rusia, que supuso para Georgia la pérdida definitiva de las regiones rebeldes de Osetia del Sur y Abjasia, los miles de georgianos que tuvieron que huir de la zona del conflicto han perdido casi toda esperanza de volver algún día a sus hogares.

El poblado de Tserovani, a 20 kilómetros al este de Tiflis, fue erigido en apenas cuatro meses al término de la guerra de agosto de 2008 para acoger a los desplazados por las acciones militares y hoy viven en él unos 8,000 refugiados.

Son cerca de 2,200 viviendas unifamiliares, de 50 metros cuadrados, distribuidas en calles sin nombres, designadas únicamente por números, en las que pese al calor estival puede verse a algunos niños, ya nacidos en Tserovani, jugando a la pelota.

"Hasta que no fue construido el poblado, estuvimos en un jardín infantil de Tiflis", cuenta a Efe Ía Ekaladze, que huyó de Osetia del Sur con su marido y sus dos hijos, de 9 y 12 años, cuando estalló la guerra.

Antigua maestra de Historia y ahora dependienta en una tienda de artículos para el hogar, Ía asegura que abandonaron su casa con lo puesto, sin tiempo siquiera para recoger sus documentos.

"Los rusos y los osetas quemaron todas las casas de los georgianos en Tamarasheni y otras aldeas vecinas. Luego trajeron excavadoras y arrasaron hasta con los escombros... Para borrar para siempre a los georgianos de la memoria", añade Ía entre sollozos.

El Gobierno de Georgia se plantea como tarea prioritaria la restauración de la integridad territorial del país, pero son pocos los georgianos que consideran que ese es un objetivo alcanzable.

"¿Si tengo esperanza de que alguna vez se arregle el conflicto? ¡Solamente si se desintegra Rusia y nos deja en paz!", suelta con rabia la exmaestra.

Desde el pequeño y polvoriento patio de su casa se divisan las montañas tras las cuales se extiende Osetia del Sur, el territorio cuya independencia ha sido reconocida por Rusia, Venezuela, Nicaragua, Naúru y, en mayo pasado, por Siria.

La "línea de ocupación", como denominan los georgianos, o "frontera estatal", como la llaman las autoproclamadas repúblicas de Osetia de Sur y Abjasia, está bajo el control de tropas fronterizas rusas.

"Al comienzo fue muy difícil fuera de mi tierra, pero ya me he acostumbrado; las personas se acostumbran a todo. Este conflicto va para largo, si no para siempre", dice resignada Raísa Mijina-Odiskvili.

La mujer, de unos 60 años, se vio obligada a abandonar, con su marido, su casa en la localidad de Aljagori, que puede visitar de vez en cuando gracias a un pase concedido por las autoridades de la autoproclamada república de Osetia del Sur.

El pase es un pequeño rectángulo de papel con la fotografía de su titular en el que esta escrito en ruso "Permiso para cruzar la frontera estatal de Osetia del Sur".

El permiso, extendido con una validez de tres años, expira en 2019 y Raísa duda de que pueda conseguir uno nuevo, ya que Osetia del Sur endurece continuamente los requisitos para su obtención.

Raísa, al igual que todos los refugiados, estén empleados o no, recibe un ayuda mensual del Estados 45 lari (18 dólares), trabaja en un jardín infantil de Tserovani y con su salario y la pensión de su marido van tirando.

Por ley, los refugiados están exentos del pago de servicios básicos como la luz y el agua.

En total, en Georgia, con una población de 3,7 millones de habitante, se cuentan más de 250,000 desplazados por los conflictos armados en la regiones separatista de Abjasia y Osetia del Sur.

La mayor ola de desplazados se produjo a comienzos de los pasados años 90 cuando esas dos regiones se escindieron de facto de Georgia, mientras que la guerra ruso-georgiana en Osetia del Sur de cinco días, que estalló el 8 de agosto de 2008, provocó el éxodo de 16,000 georgianos.


 



regina