Reportajes

La elección imposible de un padre migrante 

2018-08-14

Sacudí la cabeza y respondí:

Reyna Grande


El 2 de agosto, Ivanka Trump insinuó que los padres inmigrantes habían sido los responsables de que se hubiera separado a familias en la frontera de Estados Unidos con México. Deberíamos “ser muy cuidadosos de no incentivar conductas que puedan poner a los niños en riesgo”, dijo. No es la única que culpa a los inmigrantes. En una encuesta realizada en junio, el 54 por ciento de los votantes estadounidenses dijeron que los padres eran los responsables de que sus hijos les fueran arrebatados.

Mientras el padre de Ivanka Trump separaba a miles de familias bajo la aplicación de su política de “tolerancia cero”, yo pensaba en mi propio padre y la decisión que tuvo que tomar: irse de México sin mí o poner mi vida en peligro y llevarme con él a Estados Unidos para darme la oportunidad de un mejor futuro. No fue una decisión tomada a la ligera.

Le rogué que me llevara con él, pero le preocupaba que a mis 9 años fuera demasiado joven para sobrevivir la azarosa travesía. Solo lo acompañarían mi hermana mayor, Mago, de 13 años, y mi hermano, Carlos, de 12.

“Regresaré por ti, Chata”, me dijo.

Sacudí la cabeza y respondí: “La última vez que te fuiste, tardaste casi ocho años en regresar, papi”.

En 1977, cuando tenía 2 años, mi padre se fue para buscar trabajo en Estados Unidos. Mi madre lo siguió dos años después; nos dejó a mis hermanos y a mí bajo el cuidado de mis abuelos. En esa época, México pasaba por una recesión económica y estaba al borde de una crisis nacional de endeudamiento. No quedaban más empleos en mi ciudad natal, Iguala, en el estado de Guerrero, uno de los más pobres y violentos del país.

Durante los casi ocho años que estuvo ausente, esperé con ansias el regreso de mi padre. Había un retrato suyo en blanco y negro colgado en uno de los muros de la casa de mi abuela. Era lo único que tenía para recordarlo.

Volvió en mayo de 1985 para visitarnos dos semanas. Esta vez, decidió llevarse a Mago y a Carlos con él a Los Ángeles. Me dijo que no solo debía verlo partir otra vez, sino que, además, debía quedarme sin mi amada hermana, que era como una madre para mí.

“Llévame contigo, por favor”, le rogué. “No me dejes, papi”.

Estos últimos meses he visto profundamente consternada cómo miles de niños han sido separados de sus padres como parte de una medida repugnante para frenar los cruces ilegales en la frontera. Cuando el fiscal general Jeff Sessions dijo: “Si la gente no quiere que la separemos de sus hijos, no deberían traerlos consigo” pensé en aquella vez que le rogué a mi padre que me llevara con él. ¿Cuántos de esos niños no les habrán rogado también a sus padres que no los dejaran solos?

Para mi suerte, mi padre cambió de parecer. Mientras el coyote nos guiaba por el terreno escabroso de la montaña de Otay, mi padre me cargaba sobre su espalda cada vez que me cansaba, lo cual sucedía a menudo. La Patrulla Fronteriza nos atrapó dos veces y nos enviaron de vuelta a Tijuana para empezar de cero. Logramos cruzar en nuestro tercer intento.

Ivanka Trump también dijo: “Somos un país de leyes”. Mientras ella juzga a los padres inmigrantes como el mío, el gobierno de su padre dificulta cada vez más que las familias puedan entrar de manera legal a Estados Unidos al volver más estrictos los requisitos y procedimientos para solicitar asilo e inmigrar de forma legal.

Ningún padre quiere desarraigar ni arriesgar la vida de su hijo. A diferencia de Ivana, la madre de Ivanka, mi padre fue un migrante económico, demasiado pobre como para cumplir incluso con los requisitos básicos para obtener una visa. Era un empleado de mantenimiento que solo estudió hasta el tercer grado de primaria y la única manera en la que podía darles a sus hijos un mejor futuro era quebrantando la ley.

Mi hija, nacida en Estados Unidos, ahora es un año mayor que yo cuando crucé la frontera. Al verla, pienso en lo que habrá sentido mi padre, mientras avanzaba fatigosamente por caminos agrestes conmigo sobre su espalda. No puedo imaginarme haciendo lo mismo con mi hija. ¿Sobreviviría ella lo que yo sobreviví?

Todos los días, en países de todo el mundo, hay madres y padres que están decidiendo si salvar a sus hijos significa que deben abandonarlos en un lugar de sufrimiento o llevarlos consigo en un arduo viaje hacia un lugar donde podrían tener una vida mejor.

Las dos opciones conllevan serias consecuencias.

Antes de imputar a los padres por la situación en que se encuentran sus familias, deberíamos pensar en cómo fue que llegaron ahí. Ivanka Trump dijo que ella está “enérgicamente en contra de la separación familiar y la separación de padres e hijos”. Si es así, entonces debería aconsejarle a su padre que reconsidere los recortes que propuso a la ayuda extranjera que Estados Unidos les ofrece a países como México o aconsejarle que se abstenga de limitar las oportunidades para que las familias de inmigrantes puedan buscar y recibir asilo. Debería rogarle que tenga compasión.

Si no lo hace, muchas familias más seguirán enfrentándose a esta dolorosa disyuntiva. Se me rompe el corazón por mi padre y por todos los padres del mundo que en este momento ven a sus hijos y se preguntan qué decisión deben tomar.


 



regina