Internacional - Finanzas

¿Por qué la crisis financiera de Turquía debe alertar a otros países?

2018-08-14

Si la historia sirve para darnos alguna señal, tiene el potencial de convertir con rapidez...

Matt Phillips

Los inversionistas están inquietos de nueva cuenta por los mercados emergentes.

Turquía es la principal preocupación por el momento, pero lo que realmente ha captado la atención de la gente es la posibilidad de que los problemas financieros en ese país puedan expandirse a otros países de rápido crecimiento pero que ofrecen un mayor riesgo de inversión.

Si la historia sirve para darnos alguna señal, tiene el potencial de convertir con rapidez una crisis local en una global. O tal vez no.

¿Qué está pasando en Turquía?

Durante la semana pasada, el valor de la lira turca se desplomó en más del 20 por ciento, lo que conmocionó a los mercados financieros.

A primera vista, este parece un problema exclusivamente para Turquía.

La economía del país se ha ido debilitando. Al mismo tiempo, su autoritario presidente, Recep Tayyip Erdogan, ha asumido mayor control sobre la política económica de la nación. Él nombró a su cuñado como ministro de Finanzas y ha hecho una serie de pronunciamientos que socavan la independencia del banco central turco, al protestar contra la posibilidad de tasas de interés más altas.

Las tasas de interés más bajas tienden a avivar el crecimiento —así como la inflación— y Turquía ya enfrenta una inflación anual cercana al 16 por ciento.

Los inversionistas extranjeros tienen miedo. Han estado sacando dinero del país. En la práctica, eso significa que venden liras y compran dólares u otras monedas. El resultado es que el valor de la lira se ha desplomado. Y eso tiene el potencial de volcar la economía y el sistema financiero turcos.

¿Por qué esto le importa al mundo?

La economía de Turquía no es tan grande, así que incluso si colapsara, no necesariamente tendría un enorme impacto en la economía global.

No obstante, elementos de los acontecimientos en Turquía muestran cómo otros mercados financieros podrían ser vulnerables a éxodos similares de inversionistas extranjeros.

En los últimos años, los inversionistas en zonas más adineradas del mundo, como Estados Unidos, Europa y Japón, han prestado miles de millones de dólares a gobiernos y compañías de economías en desarrollo como Turquía, Sudáfrica y Argentina.

Esa ha sido una propuesta atractiva porque las tasas de interés en Estados Unidos y otros mercados desarrollados han estado increíblemente bajas, al tiempo que los bancos centrales tratan de cuidar sus economías para que sanen después de la más reciente recesión. Las tasas más altas en países como Turquía han funcionado como imanes para el capital extranjero.

Ahora, que la economía de Estados Unidos es vigorosa de nuevo, la Reserva Federal ha estado elevando las tasas de interés. Como resultado, mantener el dinero invertido en mercados estadounidenses parece un mejor trato y el dólar se ha fortalecido.

Un dólar más fuerte representa malas noticias para los demás países y compañías que piden préstamos en dólares. Eso se debe a que los movimientos de las monedas siempre son relativos. Si el dólar está al alza, eso significa que otras monedas están a la baja y viceversa. Por consiguiente, un dólar más fuerte hace más difícil para los extranjeros pagar los préstamos hechos en dólares.

Turquía no es el único país cuya economía ha crecido al depender de los préstamos extranjeros. Argentina y Sudáfrica están en la misma situación. Es por eso que algunos piensan que los problemas que se desarrollan en Turquía podrían ser el comienzo de algo de mayor importancia.

En efecto, el banco central de Argentina sorprendió a los mercados el 13 de agosto al elevar sus tasas de interés en cinco puntos porcentuales. Fue un intento de impulsar su moneda al motivar a inversionistas extranjeros a mantener su dinero en el país.

¿Cómo se expanden los problemas?

Esa es ciertamente la manera en la que ha funcionado en el pasado. Una economía de rápido crecimiento con una deuda alta comienza a tener problemas, y otros tienden a seguirla, conforme los inversionistas temerosos buscan la salida. En la mayoría de los casos, las economías de esos países no son tan grandes, pero las reacciones en cadena que detonan en los mercados financieros pueden tener repercusiones globales.

En 1994, el gobierno mexicano devaluó el peso, lo que detonó un periodo de inestabilidad financiera que llegó a ser conocido como la Crisis del Tequila o el Efecto Tequila. En 1997, el colapso del bat tailandés generó una crisis financiera en el este de Asia.

En 1998, la devaluación del rublo ruso amenazó con propagar la inestabilidad al corazón del mundo desarrollado, cuando contribuyó al colapso de la empresa de fondo de cobertura estadounidense Long Term Capital Management y causó pánico en los mercados financieros de Estados Unidos.

En crisis pasadas, una de las vías a través de las cuales el problema se extiende es por el sistema bancario. Bancos extranjeros prestan dinero a compañías, inversionistas y gobiernos en los países afectados por la crisis. Conforme los que reciben los préstamos no pueden cumplir con los pagos, esos préstamos conducen a pérdidas enormes que amenazan con socavar la salud de sistemas financieros a miles de kilómetros de distancia.

Existen ecos de esa situación en la crisis actual de Turquía. Un número de bancos europeos grandes —incluidos Unicredit de Italia, BBVA de España y BNP Paribas de Francia— tienen participaciones en los prestamistas turcos. Otros bancos occidentales están expuestos a través de préstamos a compañías turcas.

Esas pérdidas para los bancos tal vez no luzcan como un posible presagio de una crisis más extendida, pero si otros países de mercados emergentes tienen problemas como Turquía, las pérdidas podrían empeorar.

“Esto tiene el potencial de ser una verdadera crisis”, dijo Gary N. Kleiman, un consultor de inversiones en mercados emergentes que argumenta que demasiadas economías en desarrollo han tomado demasiada deuda. “Los bancos están sobreextendidos y pronto verás un incremento en cartera vencida. Se va a expandir”.

Por otro lado, acontecimientos que parece que podrían cimbrar los cimientos del sistema financiero global a veces se evaporan.

En 2013, cuando la Reserva Federal dio señales de que se estaba preparando para comenzar a retirar algo del soporte de emergencia que brindó al sistema financiero, algunos inversionistas tuvieron pánico. Las monedas de mercados emergentes y los mercados bursátiles fueron los más afectados por el llamado Taper Tantrum.

No obstante, las ventas apresuradas duraron poco tiempo. Los mercados se recuperaron y, más importante, el sistema financiero global evitó una crisis grave.



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