Internacional - Política

Restaurantes y rascacielos para celebrar el poder absoluto de Kim Jong-un

2018-08-28

El enorme complejo de tres pisos alberga más de una docena de restaurantes y...

JAVIER ESPINOSA | El Mundo

La inauguración en julio del Restaurante Taedonggang ha sido el último elemento efectista que ha añadido el líder norcoreano Kim Jong-un a Pyongyang en la campaña que apadrina desde 2012 para remodelar la imagen de la capital y cimentar su legado.

El enorme complejo de tres pisos alberga más de una docena de restaurantes y cafeterías. Aunque su atractivo más peculiar son las amplias piscinas repartidas por la planta baja, que acogen desde esturiones de dos metros a cientos de salmones, truchas, pepinos de mar y aglomeraciones de cangrejos, que pueden ser 'pescados' in situ para los comensales.

Construido con forma de barco a orillas del río Taedong, el recinto fue edificado por una brigada de militares bajo las directrices detalladas del dirigente, que dispuso incluso la creación de una sala reservada para los ágapes de la profesión más mimada de su era: los científicos.

Para incidir en el significado político que acompaña a esta obra, el líder local visitó el enclave en junio, poco antes de su apertura, y aseguró que era algo "maravilloso" y "único". Tanto que -según él- ahora podía rivalizar en fama con el conocido restaurante capitalino Okryu, construido en 1960 y que durante décadas fue el principal referente culinario capitalino durante el mandato de su abuelo, Kim Il-sung.

"Cuando entré me quedé conmocionada. Al ver todos estos peces pensé que estaba en el mar. Este restaurante es un ejemplo más del progreso de mi país", explicó Kim Bom-sun, una estudiante universitaria de 20 años, que se encontraba almorzando en la sala dedicada a buffet junto a ocho miembros de su familia.

La incorporación del Restaurante Taedonggang al paisaje urbanístico de Pyongyang se inscribe en el masivo esfuerzo al que asiste la principal ciudad norcoreana de cara a la conmemoración del 70 aniversario de la fundación de Corea del Norte, el próximo 9 de septiembre.

Los fastos -que incluirán un desfile militar, exhibiciones de gimnasia y movilizaciones populares masivas- pretenden ser una alternativa para ensalzar la narrativa del régimen frente al estancamiento que sufren las negociaciones con EU, especialmente si se confirma la visita del presidente chino Xi Jinping, anticipada por el diario 'The Straits Times'.

Pyongyang ha interpretado el pacto alcanzado en Singapur de forma diametralmente contraria a como lo asumió el presidente Donald Trump. Para la nación asiática la prioridad es la firma de un tratado de paz que ponga fin a la Guerra de Corea y no el desmantelamiento de su arsenal nuclear.

"Para nosotros, la foto de nuestro gran líder y Trump fue el primer instante en el que EU nos trató de igual a igual. Ahora tengo dudas de las intenciones reales de Washington", indicó Ju Jong-hyok, uno de los funcionarios gubernamentales que siempre acompaña al periodista.

Tras alabar durante semanas su reunión con Kim Jong-un, Trump reconoció el viernes que Corea del Norte no "está haciendo suficientes progresos" a la hora de eliminar su armamento atómico y canceló la próxima visita a Pyongyang de su Secretario de Estado, Mike Pompeo, confirmando la crisis que sufre el proceso de diálogo bilateral.

Como opina en un email el experto en cuestiones coreanas del Grupo de Crisis Internacional, Christopher Green, la cuestión básica es que "Corea del Norte nunca tuvo intención de abordar su desnuclearización. Quiere que se la reconozca como un estado nuclear 'de facto'".

Con el recuerdo de Singapur cada vez más diluido, la fecha del 9 de septiembre ha adquirido una especial significación para el régimen, acosado por las sanciones internacionales.

En Pyongyang miles de personas se dedican a diario a pintar las fachadas de sus propias viviendas, las farolas adyacentes, adecentar a mano el césped de los grandes parques -la ausencia de maquinaria es una constante-, colocar nuevos paneles propagandísticos, reparar carreteras o continuar las incontables construcciones que se prodigan por la localidad. "Estamos rehabilitando la mayoría de los hoteles", agregó Ju Jong-hyok.

Frente a la fachada del Teatro del Circo, donde decenas de obreros acometen su remodelación, las autoridades han colocado un colosal cartel donde se lee: "Logros sin fracasos". Estas escenas se entremezclan con los multitudinarios ensayos que se prodigan en numerosos enclaves de la metrópoli, que semeja haberse convertido en un gran teatro al aire libre.

El pasado día 15 cientos de jóvenes portando lanzas desfilaban por la Plaza Kim Il-sung, el centro más simbólico de la ciudad, entre gritos y arengas políticas. Otro grupo de chavales agitaba banderas rojas de forma sincronizada en una explanada no muy lejana y una agrupación de féminas vestidas con el colorido traje tradicional ensayaba una nueva coreografía junto a la Torre Juche, amenizada por la melodía que hacían sonar los altavoces. "No tenemos miedo de nada porque tenemos a nuestro mariscal, Kim Jong-un", afirmaba la cantinela.

Un 'Benidorm norcoreano'

El joven jefe de Estado continúa empeñado en emular a Kim Il-sung y por ello ha resucitado los populares juegos gimnásticos Arirang, herederos de las demostraciones colosales que organizó su antecesor a partir de los años 60, donde miles le rendían pleitesía por medio de coreografías matemáticamente ajustadas con títulos tan explícitos como "El pueblo canta a su líder". Arirang llegó a reunir a más de 100,000 participantes en el estadio 1 de Mayo de Pyongyang, pero dejó de convocarse a partir de 2013.

La decisión de Kim Jong-un no sólo persigue una finalidad ideológica. También surge de una motivación financiera ya que Arirang fue durante años uno de los acontecimientos del calendario local que atraía a más turistas. Este año la entrada más barata costará 100 dólares y la más cara podría rondar el millar, lo que supondría una significativa inyección de divisas para un país que comienza a sentir los efectos del acoso apadrinado por EU, pese al frenesí de actividad que se aprecia en Pyongyang.

Según estimó el Banco de Corea del Sur el pasado mes de julio, la economía norcoreana registró un retroceso del 3,5% el año pasado -la caída más acusada desde 1997- bajo la presión del asedio internacional.

El mismo Kim Jong-un reconoció recientemente que estas medidas punitivas "son un serio revés para el avance de nuestro socialismo". El mandatario ha admitido recientemente los contratiempos que enfrenta a la hora de imponer sus órdenes, que por primera vez se airean en los medios de propaganda oficiales.

Tras visitar el 16 de agosto las obras que se llevan a cabo en la idílica playa de Myongsasipri, en la ciudad costera de Wonsan, la agencia oficial KCNA informó de que la inauguración de este magno recinto turístico -que pretende emular a Benidorm- se retrasa al menos otros seis meses, hasta octubre de 2019, pese a que el máximo referente del país había dictado que el complejo estuviera listo para abril.

El plan más ambicioso de su era incluye la edificación de cientos de hoteles y viviendas turísticas, y pretende ser una suerte de Benidorm norcoreano, una analogía que va más allá de la retórica ya que el país asiático envió en 2017 a una delegación de expertos a esa localidad española y a otros enclaves como Marina d'Or para aplicar su diseño en Wonsan.

La última inspección de Kim Jong-un le llevó a señalar defectos en la construcción. "Tras hacer notar que los edificios se muestran separados y casi no hay diferencia de alturas, dio órdenes de que los edificios tengan alturas diferentes y que se pula toda la disposición de la zona de una forma artística", precisó KCNA.

Desde el paseo marítimo de Wonsan se aprecia claramente el armazón de cemento de una docena de esas construcciones, que ahora tendrán que ser remodeladas. "¡Hagamos que Wonsan sea un ejemplo de construcción urbana y se convierta en una ciudad turística de nivel mundial!", se lee en una pancarta cercana.

"Todos los norcoreanos estamos felices porque este proyecto fue idea del Mariscal Kim Jong-un, que lo mandó hacer para el disfrute del pueblo. Todos los extranjeros serán bienvenidos para que puedan apreciar lo feliz que es nuestra vida", manifestó Ri Moyong-jin, un joven de 28 años, que paseaba junto a su familia por el Islote de Jangdok, aferrándose siempre a la dialéctica que repite el credo oficial.

La demora en la inauguración del enclave sito en Wonsan no es un caso único. En julio la misma KCNA relató que Kim Jong-un se había quedado "mudo" al visitar el emplazamiento de una central eléctrica que se está edificando en la provincia de Hamkyong, en el noreste del país, y descubrir que sólo se había completado un 70% de la estructura que comenzó a erigirse hace 17 años. El medio añadió que Kim, "muy enfadado", acusó de "patéticos" y "sinvergüenzas" a los responsables de la obra.

Pocos días antes había despotricado contra los directivos de una fábrica de textiles en Sinuiji, en la frontera con China, recriminándoles también su escasa productividad.

Irónicamente, y como recuerda el experto Michael Madden, de la página '38North', ese tipo de reprobaciones públicas destinadas a descargar responsabilidades sobre los subalternos era una de las tácticas usuales de Kim Il-sung.



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