Religión

El Papa exhorta a hacer "todos los días" examen de conciencia

2018-09-05

En la Misa celebrada esta mañana, primer martes de septiembre, en la capilla de la...

 

(ZENIT – 4 sept. 2018).- Cada noche –ha exhortado el Papa Francisco– el cristiano debería recapacitar sobre el día que acaba de pasar para ver si ha prevalecido la “vanidad” y el “orgullo” o si ha logrado imitar al Hijo de Dios. “El Señor nos enseñe a hacer siempre, todos los días, el examen de conciencia”, ha pedido.

En la Misa celebrada esta mañana, primer martes de septiembre, en la capilla de la Residencia Santa Marta, el Santo Padre ha recordado que todos los días se enfrentan en el corazón del hombre el “espíritu del mundo” y el “Espíritu de Dios”.

“En la vida cristiana”, por lo tanto, debemos luchar “para dejar espacio al Espíritu de Dios” y “para ahuyentar al espíritu del mundo”. Y un “examen de conciencia” diario – sugiere el Pontífice – ayuda a “identificar las tentaciones”, a aclarar cómo actúan estas fuerzas opuestas.

No somos animales

En este sentido, el Papa ha dicho: “Saber que sucede en el corazón. Si no hacemos esto, si no sabemos lo que sucede en nuestros corazones – y esto no lo digo yo, lo dice la Biblia – somos como “los animales que no entienden nada”, que van adelante por instinto. Pero nosotros no somos animales, somos Hijos de Dios, bautizados con el don del Espíritu Santo. Por eso es importante entender que ha sucedido hoy en mi corazón”.

El Pontífice ha comentado la Primera lectura, en la que “el apóstol Pablo enseña a los corintios el camino para tener el pensamiento de Cristo”, un camino marcado por el abandono al Espíritu Santo. De hecho, es el Espíritu Santo quien nos guía a “conocer a Jesús”, a tener sus propios “sentimientos”, a comprender el “corazón”.

Dos formas de pensar

“El hombre dejado a sus fuerzas no comprende las cosas del Espíritu”, ha matizado el Papa Francisco en su homilía.

“Hay dos espíritus, dos formas de pensar, de sentir, de actuar: aquel que me lleva al Espíritu de Dios y aquel que me lleva al espíritu del mundo. Y esto sucede en nuestra vida: todos tenemos estos dos “espíritus”, digamos así. El Espíritu de Dios, que nos conduce a las buenas obras, a la caridad, a la fraternidad, a adorar a Dios, a conocer a Jesús, a hacer muchas buenas obras de caridad, a orar: este. Y el otro, el espíritu del mundo, que nos lleva a la vanidad, el orgullo, la suficiencia, el chisme: un camino completamente diferente.

Nuestro corazón –ha parafraseado Francisco– es como un “campo de batalla”, un campo de guerra donde estos dos espíritus pelean.



Jamileth
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