Tras Bambalinas

La boda militar de Vladimir Putin y Xi Jinping en Siberia

2018-09-11

Occidente asiste como espectador con algo de desconfianza, a pesar de que Moscú...

XAVIER COLÁS | El Mundo

El presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, cocinan blinis en Vladivostok, Rusia. AFP

A la frontera de Rusia con China y Mongolia llegan soldados rusos de toda las regiones del país. El ejército ruso quiere lucir las joyas de la corona militar: la flota del Norte y la flota del Pacífico están ya preparadas en lo que los soldados rusos llaman "condiciones próximas al combate real".

Moscú se mantiene vigilante en el Oeste y no deja desguarnecido ese flanco, así que estos días en Oriente trata de mostrar su capacidad de movilizar a gran cantidad de reservistas que ya están esperando luz verde para desplegarse entre la llovizna y la niebla que maltrata estos días el final del verano en esta parte de Siberia Oriental.

Entre carreteras destartaladas, prisiones y localidades semivacías, muchos locales de la región de Chitá llevan décadas mirando a China con desconfianza. Otros la contemplan como una oportunidad de negocio si la alianza ruso-china llegase más lejos.

Estos días, la oxidada ciudad industrial ha amanecido con el vecino chino acuartelado dentro de casa. Japón, que es la otra potencia que Siberia contempla en el horizonte, está hoy más lejos. La verdadera intimidad se da entre rusos y chinos. Y unos juegos de guerra sirven para demostrarlo.

Las maniobras Vostok 2018 (Oriente 2018) durarán hasta el 17 de septiembre y son las mayores realizadas por las Fuerzas Armadas rusas desde el año 1981. El mundo estaba entonces sumido en la niebla de la Guerra Fría y Ronald Reagan pisaba el acelerador para doblegar al comunismo. Hoy los dos herederos de ese sistema juntan sus blindados para dibujar su poderío como países emergentes, cansados de cumplir las normas que otros escribieron para ellos.

En estas maniobras las estrellas son siempre las armas y la destreza rusa a la hora de usarlas. Este año, en cambio, las miradas están puestas en China. Ambos países, viejos rivales que en otras ocasiones han ensayado cómo defenderse o atacarse mutuamente, están hoy más cerca que nunca. A falta de un enlace civil, las maniobras son una boda por lo militar.

Los ejercicios se realizan en cinco polígonos militares y en los mares del Japón, Béring y Ojotsk y cuentan con la participación de unos 300,000 soldados. Pekín envía 3,200 uniformados, 30 aeronaves y 900 tanques. Un número pequeño comparado con los 1,000 aviones y 36,000 blindados que aporta Rusia.

A pesar del mal tiempo, las aeronaves llevan preparadas aquí desde primera hora. Participarán en un simulacro conjunto de aviones y helicópteros. Aunque rusos y chinos han hecho maniobras juntos durante más de una década, el salto cualitativo es que ahora se trata de unos ejercicios domésticos rusos en los que los chinos acuden como invitados, no una cita internacional. De hecho es la primera vez que Rusia invita a un país extranjero ajeno a su Tratado de Seguridad Colectiva.

Occidente asiste como espectador con algo de desconfianza, a pesar de que Moscú invitó a observadores de la OTAN a los ejercicios. El jefe del Estado Mayor ruso, Valeri Guerásimov, ha querido tranquilizar a Occidente explicando que el objetivo de las maniobras de Vostok 2018 es comprobar el nivel real de la preparación de las tropas y "no está dirigido contra terceros". Pero desde el Kremlin se ha justificado que son necesarios para defenderse de un contexto internacional "poco amigable con Rusia", según palabras del portavoz, Dimitri Peskov.

Con estas maniobras Rusia pone colofón a un ciclo de reformas militares que han renovado el ejército ruso hasta convertirlo en una fuerza competitiva con otros actores internacionales, como se ha visto en Siria y de manera más o menos encubierta en Ucrania.

Pekín y Moscú han mantenido disensiones respecto a sus fronteras durante años, especialmente hasta los últimos años de la URSS. El punto más crítico fue en 1969, con un corto choque militar. Aunque Moscú parece querer enviar un mensaje de que ya no ve a China como una amenaza, lo cierto es que los rusos preparan ese posible escenario con otro tipo de maniobras.



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