Internacional - Seguridad y Justicia

Corea del Sur, la nación de las cámaras espía

2018-09-12

El inodoro, la caja de papel higiénico, el manillar de la puerta o incluso la escobilla;...

ISMAEL ARANA | El Mundo

Como depredadores agazapados en las sombras, decenas de minúsculas cámaras ocultas acechan a diario a las surcoreanas que hacen uso de los aseos públicos. El inodoro, la caja de papel higiénico, el manillar de la puerta o incluso la escobilla; cualquier rincón es susceptible de albergar uno de esos ojos indiscretos, que alimentan con sus imágenes robadas chats y portales pornográficos que cuentan con una sección de "baños". Tecnología de última generación al servicio del pervertido.

El fenómeno de estas cámaras espía, conocido como 'molka' en coreano, no se limita a los servicios. Duchas y taquillas de vestuarios, cajoneras de oficina, despertadores de hotel o detectores de humo sobre los probadores de tiendas de ropa son otros de los lugares en los que se han detectado camuflados artilugios de este tipo. Además, los delincuentes también recurren a los teléfonos inteligentes y otros utensilios cotidianos -como bolis, relojes o zapatos- equipados con mini cámaras para filmar a las mujeres sin que se den cuenta cuando caminan o miran sus móviles en el metro.

A pesar de que divulgar pornografía es ilegal en Corea del Sur, tanto los vídeos como las fotos son ampliamente compartidas por internet, todo un fenómeno que se extiende día a día en ciudades como Seúl y que ha sido descrito por medios y activistas como una epidemia.

Las cifras les respaldan. Desde 2013, más de 30,000 de estas grabaciones subrepticias han sido denunciadas ante las autoridades, según estadísticas de la propia policía surcoreana. Esos mismos datos muestran que, de entre los arrestados por realizar grabaciones ilegales, un aplastante 98% eran hombres, mientras que el 84% de las víctimas eran mujeres.

Hartas de una situación que les fuerza a vivir con un miedo constante a ser fotografiadas o grabadas sin su permiso, miles de ellas se han echado a la calle en los últimos meses para protestar contra estas intromisiones.

Bajo pancartas que rezaban "Mi vida no es tu porno", "Quiero orinar tranquila" o "Somos la nación de las cámaras espía", miles de participantes corearon consignas como "Los hombres que graban estos vídeos, los que los publican, los que los ven, ¡todos deben ser castigados!" y pedían soluciones a sus autoridades.

Sus reclamaciones llegaron a oídos del presidente del país, Moon Jae-in, quien reconoció recientemente que este tipo de violaciones de la privacidad se ha convertido en "parte de la vida cotidiana" y exigió penas más severas para los perpetradores. Simultáneamente, cinco ministerios (Justicia, Interior, Asuntos Sociales, Administraciones Públicas y Trabajo) anunciaron medidas coordinadas para frenar esta lacra.

La semana pasada, las autoridades de la capital quisieron dar un paso más anunciando un aumento del número de empleados municipales -de los 50 actuales a 8,000- asignados a las tareas de búsqueda de cámaras ocultas en los baños públicos de la ciudad. A partir de octubre, estos trabajadores pasarán a revisar a diario los alrededor de 20,500 aseos públicos presentes en metros, parques o zonas comerciales "para ayudar a los ciudadanos a sentirse seguros cuando usen estos baños", según declaró el Gobierno metropolitano de Seúl en un comunicado.

En la actualidad, estos servicios son inspeccionados una vez al mes. Sin embargo, en los últimos dos años no se ha encontrado en ellos ni un solo aparato de grabación, algo que la policía achaca al hecho de que los perpetradores dejan allí las cámaras un período de tiempo muy corto antes de retirarlas.

Es por eso que varios expertos y activistas calificaron la nueva medida como de mero espectáculo, asegurando que la gran mayoría de lentes espía se hallan en casas y oficinas. "Encontrar las cámaras en los baños y deshacerse de ellas no resolverá el problema", aseguró la treintañera Choi Yoon-jeong, al periódico 'New York Times'.

Como muchas otras, esta joven considera que los esfuerzos de las autoridades por dar con los criminales no son suficientes, que la policía no se toma estos casos en serio y que, pese a que la ley recoge para los infractores sanciones de hasta 10 millones de 'won' (unos 7,700 euros) o condenas de hasta cinco años de prisión, los pocos que son identificados suelen irse de rositas tras abonar una modesta multa.

"Hubo casos en los que no se tomó ninguna medida contra un sospechoso porque las grabaciones eran de las piernas de la víctima o de sus nalgas cubiertas, y los jueces creían que esto no causa sentimientos de humillación", aseguró al respecto Wee Eun-jin, de la organización Abogados por una Sociedad Democrática, al diario 'The Guardian'.

Ese desprecio por los sentimientos de las afectadas parece ser una de las claves en un país ubicado en el puesto 118 de 144 en términos de igualdad de género por el Foro Económico Mundial y en el que abundan los llamamientos a cambiar una sociedad profundamente patriarcal que trata a sus mujeres como ciudadanos de segunda. Porque, como resumió hace días You Seung-jin, vicepresidenta del Centro de Respuesta a la Violencia Sexual Cibernética de Corea, "la misoginia es frecuente aquí y las mujeres a menudo son tratadas como meros objetos sexuales. Lo que necesitamos es educar a las personas para que vean que esto es violencia cibersexual, no porno".



Jamileth
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