Mujeres

Nadó para salvar a refugiados como ella y Grecia la mandó a prisión

2018-09-27

Por RICHARD PÉREZ-PEÑA 

Hace no mucho tiempo, Sarah y Yusra Mardini fueron enaltecidas como heroínas: refugiadas sirias y nadadoras de nivel competitivo reconocidas por salvar vidas en un peligroso trayecto por mar hacia Europa al sumirse al agua para empujar la barcaza en la que viajaban y que estaba hundiéndose hasta la costa. Después se dedicaron a ayudar a otros migrantes y solicitantes de asilo; Yusra incluso nadó en los Juegos Olímpicos de Río.

Ahora Sarah Mardini y al menos otros cuatro integrantes de un grupo de asistencia a migrantes están en prisiones griegas acusados de espionaje, violación de las leyes de confidencialidad del Estado y emprendimiento criminal; con esos cargos podrían estar en detención durante décadas.

El grupo “fue activo en la facilitación sistémica de ingreso ilegal de extranjeros”, dijo la policía griega en un comunicado después de los arrestos. También acusó a los detenidos de violar el código migratorio de país, los mismos cargos que han presentado contra traficantes de personas y contrabandistas.

Los defensores de los arrestados insisten en que el grupo no hizo nada más que recopilar información y utilizarla para rescatar a personas de que se hundieran y darles ayuda humanitaria. Dicen que el gobierno quiere criminalizar actos como estos.

Son “cargos surreales, especialmente si se toma en cuenta lo mucho que hemos cooperado con las autoridades”, dijo el fundador del grupo, Panos Moraitis, a un sitio noticioso griego el 19 de septiembre. Poco después él también fue arrestado.

El caso refleja los cambios desde el verano de 2015, cuando las hermanas Mardini llegaron a Europa junto con una inmensa oleada de refugiados y migrantes económicos desde Medio Oriente y África. En las playas de Grecia muchos residentes acudieron a darles comida, albergue o cobijas. Alemania aceptó a más de un millón de solicitantes de asilo.

Había cierta oposición desde entonces, pero las actitudes en el continente se han endurecido en esos tres años; han surgido movimientos nativistas en Europa pese a que los influjos de migrantes han bajado. Hay cierta fatiga por la compasión ante la reducción de recursos y varias naciones —Alemania incluida— han tomado pasos para dificultar el ingreso de personas que buscan asilo y que esas solicitudes sean aceptadas.

El caso contra Emergency Response Center International, el grupo de Moraitis y del cual forma parte Mardini, no es el primero de su tipo en Grecia: tres españoles y dos daneses que eran voluntarios de otros grupos y habían sido acusados de apoyar la migración ilegal fueron absueltos por un tribunal en mayo. Pero los activistas dicen que los cargos contra Sarah Mardini y los demás representan una escalada.

“Todo ha dado un giro abrupto para mal, sin una razón obvia”, dijo Vasilis Spirou, abogado de Moraitis.

Cuando las hermanas Mardini huyeron del conflicto sirio, se sumaron a decenas de miles de personas que buscaban cruzar el Mediterráneo a bordo de barcazas frágiles —miles han muerto en el intento—, aunque la historia de las hermanas es particularmente extraordinaria. Cuando cayó la noche, su embarcación empezó a llenarse de agua y el motor falló; la mayoría de las veinte personas a bordo no sabía nadar. Por lo que Sarah y Yusra, quienes entonces tenían 20 y 17 años, respectivamente, empujaron junto con dos hombres el barco hasta llegar a la isla griega de Lesbos.

Meses después se asentaron en Alemania y Yusra fue seleccionada para el primer equipo olímpico de refugiados, que compitió en las Olimpiadas de Río 2016. Yusra escribió un libro que pronto será convertido en película y se volvió embajadora de buena voluntad para la agencia para los refugiados de Naciones Unidas.

Más o menos al mismo tiempo que las Mardini salieron de Siria, Moraitis fundó Emergency Response Center International, uno de cientos de organizaciones que pretendían atender la crisis migratoria. El grupo envía barcos a rescatar a migrantes en riesgo de ahogarse y les da servicios a los que llegan a Grecia. Con ayuda de radios, telescopios, grupos de mensajería de WhatsApp y observadores, los integrantes recopilan y comparten información sobre el flujo de migrantes que salen de Turquía y que están en el mar, como las coordinadas geográficas de ciertos barcos y cuántas personas van a bordo.

Sarah Mardini empezó a trabajar con el grupo como voluntaria en 2016.

Fue arrestada en agosto cuando esperaba abordar un vuelo de regreso a Alemania, donde estudia en la universidad Bard; otros dos griegos que trabajan para el grupo, Nassos Karakitsos y Mirella Alexou, y un voluntario alemán, Sean Binder, también fueron arrestados en esos momentos. Las autoridades no reconocieron las detenciones sino hasta semanas después. La ley griega establece que alguien puede estar en prisión hasta dieciocho meses antes de que empiece su juicio.

Las autoridades griegas acusan también que Emergency Response no compartió la información sobre embarcaciones con la policía, lo que el grupo niega, y que por ello “dieron asistencia directa a redes de tráfico de refugiados” e “interceptaron ilegalmente comunicaciones por radio” de la Guardia Costera griega. Los mensajes, a decir de representantes de Emergency Response, estaban en canales de acceso público.

Moraitis, antes de ser arrestado, dijo que las acciones del grupo son legales y que su principal propósito es “ayudar y rescatar vidas humanas en el mar”.



regina

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