Entre la Espada y la Pared

El Frankenstein de López Obrador

2018-11-01

La creación de la Secretaría de Seguridad se convertirá en la obra más...

Por Jorge Carrasco Araizaga, Proceso 

Como ningún otro presidente lo había hecho, Andrés Manuel López Obrador está confeccionando un ente todopoderoso que se le puede salir de las manos.

La creación de la Secretaría de Seguridad se convertirá en la obra más acabada de la hiperconcentración de su gobierno.

En manos de una sola persona, Alfonso Durazo, quedarán las tareas de seguridad pública, seguridad interior y seguridad nacional. Lo que implica que todos los recursos humanos, económicos y materiales para la seguridad ciudadana, de las instituciones y del Estado mismo quedarán a disposición del titular de la secretaría.

Algo inconcebible en países democráticos. Por su naturaleza, necesidades y propósitos distintos esas áreas están separadas y en distintas manos para que el presidente no dependa solo de una persona en esas responsabilidades.

Una de las principales características del régimen autoritario del PRI en el siglo pasado fue precisamente que, en una sola entidad, la secretaría de Gobernación, se concentraron las funciones políticas y de seguridad. Esa fue la razón de ser de la creación de la Secretaría de Seguridad Pública a la caída de ese régimen, en el gobierno de Vicente Fox.

Lo que está previendo el próximo gobierno no es regresar al esquema del 2000, sino a uno que supere al que tuvo el PRI.

El modelo, además, será muy complicado de operar si se tiene que ajustar a las dos subsecretarías que López Obrador fijó para cada secretaría de Estado.

Para la seguridad pública dispondrá de la Policía Federal –con sus 35 mil efectivos–, del órgano de las prisiones federales y del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de donde salen los recursos federales para los estados.

En seguridad nacional se quedará con la Agencia Nacional de Inteligencia que remplazará al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y absorberá también a la secretaría técnica de la Comisión de Seguridad Nacional, que ahora depende de la Presidencia de la República y que es la encargada de echar a andar los acuerdos de las dependencias que tienen las tareas de seguridad nacional.

En seguridad interior se quedará con lo que ahora es la Coordinación Nacional de Protección Civil y la Comisión Nacional para la Prevención de Desastres Naturales. Y por si no bastara, estará a cargo también del tema de la pacificación, con Loreta Ortiz.

Será un gigantesco ministerio del Interior con miles de millones de pesos a su disposición.

¿Cómo le hará el próximo gobierno para meter todo eso en esas dos subsecretarias? Pero, sobre todo, ¿qué controles legales le pondrá para hacerle contrapeso a esa supersecretaría?

SI el próximo presidente piensa que, con el Mando Único, el suyo, podrá controlar a su criatura, estaría dejando de lado que en los problemas de seguridad pública, seguridad interior y seguridad nacional va a ser rehén de lo que le digan o no desde la Secretaría de Seguridad.

El único contrapeso que podría tener es el de los militares porque está visto que el Ejército y la Marina juegan solos cuando no están de acuerdo con las reglas del mando civil. Sería un contrapoder por vía de los hechos y no porque así se hubiera previsto.

En ese esquema el presidente se quedará en medio y será a quien le estallen directamente los conflictos.


 



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