Como Anillo al Dedo

Militares, clave en la estabilidad interior

2018-11-13

Y las cifras de la violencia criminal siguen creciendo y rebasando las alcanzadas en los gobiernos...

Por Carlos Ramírez | Revista Siempre

En la víspera de la toma de posesión, el subsecretario designado de derechos Humanos de Gobernación, Alejandro Encinas, le entró al tema del papel de los militares en asuntos de seguridad y con ello anticipó que habrá muchas manos en la estrategia lopezobradorista y no sólo Alfonso Durazo Montaño.

Luego de algunas agresiones verbales, desprecios sobre el papel castrense en la seguridad y confusiones sobre lo que se quiere, el nuevo gobierno lopezobradorista parece estar convencido que los militares serán indispensables. Lo que queda pendiente, sin embargo, es una ley especifica para regular esa participación.

Lo que adelanta el debate sobre los militares podría entenderse como que la estrategia de López Obrador tardará en consolidarse y quizá más en implementarse: el desarrollo regional será tardío sin gasto público, la legalización de las drogas tardaría años en conseguirse y la profesionalización de las policías federales, estatales y municipales podría conseguirse en diez años.

Y las cifras de la violencia criminal siguen creciendo y rebasando las alcanzadas en los gobiernos de Calderón y Peña Nieto.

La curva del aprendizaje del nuevo gobierno en materia de seguridad no sólo se prevé tardía, sino que se percibe confusa, con tropiezos en la competencia entre instituciones. La designación del próximo secretario de la Defensa Nacional se está leyendo de manera equivocada: el general Luis Sandoval responde a la disciplina castrense y no implica una ruptura con los actuales mandos. Lo que debe preguntarse es si el nuevo jefe militar va a operar margen de maniobra en materia de seguridad pública-interior-nacional.

Los mandos en las fuerzas armadas no se evalúan por lealtades de grupo como los políticos civiles, sino por tareas asignadas. En los últimos tiempos, quizá desde Cárdenas, ningún grupo militar ha significado confrontaciones con otro; inclusive, es equivocada la lectura de conflictos entre el mando de la Defensa y el del Estado Mayor Presidencial en 1968.

El problema del próximo sexenio radicaría en repetir las confrontaciones en la conducción de la política de seguridad por mezquindades políticas y burocráticas.

La selección de los mandos

Detrás del método de selección de los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina del presidente electo López Obrador se localiza un mensaje de poder que debiera tranquilizar y no inquietar: el próximo sexenio será una continuidad del sistema político priista, solo que con sus toques especiales que diferencian estilos y no nuevas definiciones.

Los datos están a la vista:

1.- López Obrador no rompió el modelo de selección castrense; los dos designados estaban en las listas entregadas por los titulares salientes, aunque sin posición privilegiada.

2.- La intención de López Obrador fue la de adquirir una autonomía relativa de lo que significa el papel de los titulares administrativos, políticos y operativos de las fuerzas armadas. Fox, Calderón y Peña Nieto tuvieron imágenes menores a las de sus secretarios de fuerzas armadas.

3.- López Obrador no será solo comandante en jefe de las fuerzas armadas por ministerio de ley, también el jefe operativo de la estrategia de seguridad conduciendo todas las mañanas desde Palacio Nacional.

4.- La presencia del secretario designado de Seguridad Pública, Alfonso Durazo Montaño, en la reunión de presidente electo con los altos mandos castrenses rompió el protocolo de seguridad, pero dejó claro que el mando de seguridad que involucra a las fuerzas armadas será civil.

5.- Los estilos de López Obrador pudieran ser entendidos como un primer avance —quién sabe si se consolide en su sexenio— para la designación de civiles como secretarios de Defensa y de Marina, dejando un comando conjunto de estados mayores para el manejo operativo de las tropas. Altos mandos militares, antes de López Obrador, estaban convencidos de que los jefes militares se desgastan al cumplir con funciones políticas y administrativas en los gabinetes.

Los mensajes de López Obrador rumbo a su toma de posesión van aclarando el panorama: busca una autonomía relativa frente a los poderes del sistema. El presiente electo no tiene una propuesta nueva de sistema, por lo que ha aprovechado el interregno de cinco meses para fijar de manera autoritaria las nuevas relaciones de poder del presidente con los miembros del sistema priista.

López Obrador sabe que carecerá de horizonte personal si subordina Morena al modelo de sistema priista, pero Morena carece de fuerza para constituirse en el partido-sistema que era el PRI. Por eso el presidente electo busca imponer sus reglas al sistema.

Barandilla

—El vacío en la política de seguridad en los últimos meses y el aviso de que probablemente se legalizarán las drogas ha aumentado la guerra entre cárteles.

—Silencio respecto a tres nombramientos clave en área de seguridad: jefe de la policía federal, jefe de la gendarmería y secretario de seguridad pública de Ciudad de México.

—La secretaria designada de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quiere quitarle al secretario designado de Seguridad Pública, Alfonso Durazo Montaño, el control de la estrategia de seguridad. O sea, quiere repetir el modelo de Peña Nieto.

Director del Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad
 



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