Trascendental

Cristo Rey

2018-11-16

Consiste éste en la negación de los derechos de Dios y de Nuestro Señor...

Por: P. Ángel David Martín Rubio

La idea de Cristo Rey, del Reinado de Jesucristo fue propuesta por Pío XI al mundo como remedio del laicismo
La idea de Cristo Rey no es algo nuevo en la Iglesia; es tan antigua como lo es el cristianismo. La encontramos en las páginas de la Sagrada Escritura; forma parte del símbolo de la fe («Y su reino no tendrá fin») y del Padre Nuestro («Venga a nosotros tu reino») y se reitera en la Liturgia:

«De esta doctrina común a los Sagrados Libros, se siguió necesariamente que la Iglesia, reino de Cristo sobre la tierra, destinada a extenderse a todos los hombres y a todas las naciones, celebrase y glorificase con multiplicadas muestras de veneración, durante el ciclo anual de la liturgia, a su Autor y Fundador como a Soberano Señor y Rey de los reyes.

Y así como en la antigua salmodia y en los antiguos Sacramentarios usó de estos títulos honoríficos que con maravillosa variedad de palabra expresan el mismo concepto, así también los emplea actualmente en los diarios actos de oración y culto a la Divina Majestad y en el Santo Sacrificio de la Misa» (QA, 10).

¿Por qué, entonces no se establece hasta el siglo XX una fiesta especial, y es entonces cuando recibe la doctrina de Cristo Rey una mayor precisión teológica y adquiere unos contornos más definidos hasta el punto de que el grito de Viva Cristo Rey marcó toda una época en la espiritualidad martirial de Méjico y España? ¿Hay alguna particular afinidad entre esta fiesta y el mundo actual?

La Realeza de Cristo es inmutable. Los derechos de Cristo Rey han sido, son y serán en todos los tiempos los mismos. Recordemos al respecto los Salmos 2 y 109 que expresan la doctrina mesiánica de modo sumamente preciso. Pero el contenido una idea, sin variar en sí mismo, puede recibir una peculiar determinación y la idea de Cristo Rey, del Reinado de Jesucristo fue propuesta por Pío XI al mundo como remedio del laicismo

Consiste éste en la negación de los derechos de Dios y de Nuestro Señor Jesucristo sobre toda la sociedad humana, tanto en la vida privada y familiar, como en la vida social y política. Es lo que podríamos llamar la apostasía en su dimensión social (de «pública apostasía», habla la Encíclica que venimos citando). Las palabras de Pío XI son terminantes:

«Y si ahora mandamos que Cristo Rey sea honrado por todos los católicos del mundo, con ello proveeremos también a las necesidades de los tiempos presentes, y pondremos un remedio eficacísimo a la peste que hoy inficiona a la humana sociedad. Juzgamos peste de nuestros tiempos al llamado laicismo con sus errores y abominables intentos» (QA, 23).

Frente al laicismo se propone la afirmación de la realeza de Cristo y sus consecuencias: «si los hombres, pública y privadamente, reconocen la regia potestad de Cristo, necesariamente vendrán a toda la sociedad civil increíbles beneficios, como justa libertad, tranquilidad y disciplina, paz y concordia» (QA, 17).


 



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