Vuelta al Mundo

Europa debe construir puentes entre Beijing y Washington

2018-11-22

Con Trump y Xi amenazando el libre comercio mundial es momento de pararse a pensar el rol que ha de...

Miguel Otero Iglesias y Carlos Santana

La guerra comercial que libran Estados Unidos y China puede saldarse con más vencidos que vencedores. Por descontado, estar en el medio de la contienda no augura un prometedor futuro. De un lado, está la obsesión de la administración americana por poner freno a la expansión de China, afianzar la intención de voto conservadora y sobre todo no perder, en un plazo de cinco a diez años, liderazgo e influencia en el terreno de la tecnología, innovación, inteligencia artificial, logística, armamento y transporte. De otro, está la necesidad de Beijing de conquistar mercados extranjeros para poder continuar con su modelo de sociedad, supeditado por completo al crecimiento y al cumplimiento del contrato social que intercambia poder para el Partido Comunista y sus elites a cambio de desarrollo para su población.

Con Trump y Xi amenazando el libre comercio mundial es momento de pararse a pensar el rol que ha de desempeñar Europa. La situación geopolítica esta marcada por el carácter cambiante de las reglas del juego, líderes que se retroalimentan en sus posiciones escoradas y discursos que pese a ser de alcance global tienen como única audiencia la local. De estos líderes es importante considerar su dimensión temporal. Xi es perpetuo, y aunque Trump no lo sea, sus políticas, al menos en el exterior, representan una corriente de pensamiento fuertemente afianzada en EE. UU. que no han nacido ayer a golpe de tweet. Por ello, hay que preguntarse con serenidad y profundidad, ¿debe Europa mirar hacia EE. UU. o China? ¿Debemos sentarnos a negociar con Washington e intentar recuperar la vieja amistad -ya mermada- o es momento de aprovechar la llamada de Beijing hacia su aperturismo guiado y posicionarse estratégicamente?

La UE debe saber leer la situación y comprender que un posicionamiento radical bien respaldando incondicionalmente a China o bien a EU no es sostenible a largo plazo, ni para nosotros, ni ellos, ni el planeta. Por otra parte, la neutralidad e inacción puede terminar llevando a Europa a la irrelevancia. ¿Qué hacer? La solución pasa únicamente no por decantarse por uno de los polos sino por unificarlos. Para ello y dada la situación actual es importante tender puentes de entendimiento y progreso entre ambas superpotencias. España, tradicional aliado militar y económico de Washington, y el "gran amigo" de Beijing entre los países grandes dentro de Europa puede jugar un papel fundamental en ello, y sin duda beneficiarse al igual que el mundo del fin de la escalada de tensión entre ambos titanes.

La visita de Estado del presidente Xi a España a finales de noviembre supone una oportunidad para empezar a construir las bases del nuevo posicionamiento de Europa, y en concreto de España, como un sólido puente de entendimiento entre Washington y Beijing. Aunque las oportunidades, si hay voluntad política, continuarán apareciendo, esta es sin duda extraordinaria, y el presidente Sánchez debe saber leer su importancia. Sobe todo porque la visita tendrá lugar justo antes de la cumbre del G20 en Argentina, donde la actual guerra comercial entre EU y China se puede suavizar o enquistar.

Para funcionar de puente España podría albergar una serie de encuentros a máximo nivel político y empresarial donde se buscasen de manera concreta alianzas entre empresas líderes en materia de automoción, infraestructura, energía, telecomunicaciones, y finanzas y otros proyectos de gran nivel, primero entre la UE y China, y a posteriori entre EU y la UE.

España es aliado natural de Beijing en proyectos de infraestructura en todo el mundo. Dado la trayectoria, ejemplaridad y reputación de la ingeniería y la empresa española y el afán chino por conquistar mercados nuevos, las sinergias para desarrollar nuevas instalaciones de manera conjunta en Latinoamérica son claras; China no logra posicionarse como desearía y España puede aportar mucho. Lo mismo se puede decir de África, donde Europa ha de estar más presente y volcada en desarrollar el continente para así conseguir unas políticas migratorias más positivas para todos los países inmersos en la actual crisis. Actualmente China, tras el reciente anuncio de inversiones en desarrollo tras el pasado Forum on China-Africa Cooperation (FOCAC), ostenta la batuta del liderazgo. Europa no puede quedarse mirando.

Si como decíamos, la UE (España) y China han de desarrollar grandes proyectos en Latinoamérica, África e impulsar la inversión por parte de estas uniones en EU de una manera trasparente y cumpliendo con las reglas del libre comercio, es importante que las empresas y alianzas entre los EU y la UE encuentren su contrapartida en China.

Durante la China International Import Exhibition (CIIE) que tuvo lugar en Shanghái a comienzos de mes fueron anunciadas medidas aperturistas en relación a la importación de bienes, prestación de servicios de toda índole (como logística o seguros), relajación de controles y trámites aduaneros, así como protección de la propiedad intelectual dentro de territorio chino. Es importante que la administración china lleve a cabo estos compromisos cuanto antes. Si no lo hace es muy probable que la UE se vuelva a su vez más proteccionista en los próximos años.

En Europa, el libre comercio de bienes y servicios ha supuesto un verdadero avance para todos; la creación de lazos cada vez más estrechos, profundos y complejos entre países de la UE ha logrado dejar atrás viejos fantasmas de confrontación. Las relaciones no son perfectas, pero el entramado institucional que ha asegurado paz y estabilidad por más de medio siglo se ha labrado sobre infinidad de negociaciones y concesiones. Por ello, el viraje de UE hacia uno de los polos, China o EE. UU., puede ser un devastador golpe de efecto para el otro, y a la vez sentencia de muerte para las economías de la eurozona en el medio plazo. Entender que ambos actores pueden y deben continuar jugando un papel protagonista y que el moderador puede ser Europa es la clave. Aun no siendo tarea sencilla, las fórmulas comerciales y de gobierno china y estadounidense pueden encontrar en la UE un punto de entendimiento y confianza. No hay que olvidarse que el viejo Continente vio nacer el liberalismo inglés, el dirigismo francés y el ordoliberalismo alemán y que, concretamente, España ha sabido incorporar a lo largo de los siglos elementos de esas corrientes.


 



regina