Reportajes

Los migrantes que no cuentan en las estadísticas

2018-11-27

Aún no existe una definición internacionalmente acordada para describir a los...

Tiziana Trotta | El País

La aldea en la que nació Tullio Lucas Martínez ya no existe. Las tormentas tropicales y otros fenómenos naturales extremos se encargaron de borrar Batalla del mapa de Honduras en 2005, cuenta este miembro del Consejo Territorial Baruada. “Mucha gente tuvo que emigrar producto de esa situación. Hoy la comunidad se ha visto disminuida, el centro educativo ha reducido las matrículas… Todavía queda en algunas personas aquella situación psicológica de que si regresan podrían volver a tener una experiencia similar”, asegura en un testimonio recogido en el informe Migraciones y desplazamientos climáticos: ¿podemos seguir ignorándolos?.

El estudio de la Plataforma de Desplazamientos y Migraciones Climáticas, integrada por Ayuda en Acción, Entreculturas y Ecodes, se ha presentado este martes en el Congreso Nacional del Medio Ambiente Conama 2018, que se celebra estos días en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid.

Los estragos del clima afectan cada año a un número creciente de personas en todo el mundo, mermando su disfrute del derecho a la vida, a una alimentación adecuada, a la cultura y a la educación, entre otros ámbitos. No obstante, aún no existe una definición internacionalmente acordada para describir a los llamados migrantes climáticos y la legislación internacional clasifica como refugiado solo a aquellos que han huido de sus países debido a una situación de guerra o persecución.

La cuestión viene de muy atrás. Los primeros intentos académicos de abordar la relación entre migración humana y cambio climático remontan a hace más de cuatro décadas, recuerda Susana Borrás, profesora de Derecho Internacional Público y relaciones Internacionales de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. “Los impactos ambientales ya son una realidad, desde EE UU hasta las pequeñas islas Estados, pero los más afectados —el 90%— son los países más vulnerables ante los daños y riesgos vinculados con el clima”. La docente, sin embargo, destaca que el clima es un factor más que se añade a realidades ya de por sí complejas, a menudo marcadas por profundas desigualdades, acentuando e incrementando factores preexistentes.

Aún no existe una definición internacionalmente acordada para describir a los migrantes climáticos

¿Qué son entonces las migraciones climáticas? La autora del informe, Beatriz Felipe Pérez, los describe como movimientos involuntarios, caracterizados por desplazamientos desde el medio rural a las ciudades, la mayoría de la veces en el interior de los países, sobre todo en el Sur global.

La multiplicidad de causas, la ausencia de una definición consensuada así como de una legislación internacional específica dificultan la tarea de calcular cuántas personas han tenido que abandonar sus casas como consecuencia directa o indirecta del cambio climático. El Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDCM, por sus siglas en inglés), por ejemplo, cifra en 18,8 millones los nuevos movimientos de población debidos a desastres registrados en 2017. Solo las sequías causaron la huida de 1,3 millones de personas. La agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), por su parte, estima en 26 millones las personas desplazadas al interior de sus países por los cambios repentinos o lentos del clima.

“Es importante abordar la cuestión de desplazamientos internos, ya que se trata de personas especialmente vulnerables y sin recursos para ir al extranjero”, sostiene Borrás. “Pero hay que seguir trabajando para que tengan derecho a cruzar las fronteras y obtener protección”.

España no es ajena a este fenómeno. Sequías, escasez de agua, olas de calor, cambios en los patrones de precipitación en la región Mediterránea exponen al peligro también a los países europeos. Algunas administraciones autonómicas ya han empezado a tener en cuenta las migraciones climáticas. La Junta de Andalucía, por ejemplo, incluyó el riesgo de abandono de tierras por el cambio en el rendimiento de los cultivos y la ubicación de la producción en su reciente Estudio Básico de Adaptación.

Manuel Carmona Yebra, responsable de Políticas de Adaptación al Cambio Climático de la Dirección General del Clima de la Comisión Europea, cree que todavía estamos a tiempo para actuar. Los presupuestos de su organización para el periodo 2021-2027, pendientes de aprobación, incrementan en un 5% los fondos destinados a la adaptación y a mitigar los impactos del cambio climático en Europa y en los países objeto de su acción exterior. “Hay una consecuencia positiva dentro de todo esto: se ha disparado el número de estudios sobre las conexiones entre cambio climático y migraciones”, agrega Carmona. "Hay que responsabilizar a los votantes sobre el poder que está en sus manos".

La Plataforma de Desplazamientos y Migraciones Climáticas pide que los Estados más ricos, los principales responsables del cambio climático, asuman compromisos más serios y rigurosos en materia de mitigación y adaptación, así como las grandes empresas, especialmente las relacionadas con el sector de la energía. “No podemos parar el trabajo en políticas de protección a la espera de que haya una definición consensuada sobre si son refugiados o migrantes… Son personas que huyen de una situación muy concreta, suficientemente demostrada”, señala Alberto Casado Valera, director de Campañas de Ayuda en Acción.

“Estamos contribuyendo a violaciones masivas de los derechos humanos”, explica Irene Ortega Guerrero, coordinadora del Área de Ciudadanía de Entreculturas. “No es cuestión solo de cambiar nuestro modelo energético, de producción y consumo, sino también del compromiso con la cooperación internacional para apoyar a los países que, a pesar de ser los que menos han contribuido al cambio climático, son los que más sufren las consecuencias”.

Las ONG autoras del informe insisten en que la responsabilidad recae también en los ciudadanos de a pie, llamados a adoptar estilos de vida y modelos de consumo más responsables para reducir la huella climática.


 



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