Deportes

Boca se sumerge en la calma de Madrid

2018-12-06

Junto a la puerta del hotel les esperaba otro lánguido grupo de hinchas procurando un coro:...

Por DIEGO TORRES, El País

Madrid 6 DIC 2018 - 05:17    CST  Se abrieron las puertas correderas de la vieja Terminal 1 del aeropuerto de Barajas y sobre las seis de la tarde salieron uniformados de azul dos colombianos tocados con gorras negras. El elástico Sebastián Villa, extremo peleón donde los haya, y el incansable Wilmar Barrios, capaz de robar 20 pelotas por partido y entregarle al rival la mitad, fueron los primeros jugadores de Boca en pisar la calle. Tiraban de sendos carritos de Louis Vuitton. Los siguió una silenciosa procesión de colegas que, más que estrellas del fútbol sudamericano, dieron la impresión de componer la excursión de un colegio episcopaliano. Hacía una tarde fría y cristalina en Madrid. Apenas les recibieron un grupito de unos 20 hinchas con pinta de turistas desviados del recorrido. Entonaban con esfuerzo una serie de cánticos cuyo estribillo solía repetir el vocablo “huevo”.

El vuelo que los trasladó desde Buenos Aires dejó atrás el recuerdo de la despedida multitudinaria, el estruendo de las bocinas, el atasco en la tórrida noche del verano subtropical porteño, y la majestuosa cabeza blanca de Rafael Di Zeo abriendo brecha entre la muchedumbre como el espolón que rompe las olas para que el autobús que llevaba al equipo al aeropuerto de Ezeiza se abriera paso. Sin rastro visible de la policía argentina, el jefe de La Doce, la barra brava más numerosa del país y grupo criminal de larga trayectoria, dirigió la operación salida de la delegación de Boca sin más instrumento que sus zapatillas.

Al paso sobre el asfalto bajo la atenta mirada de Fernando Gago y Pablo Pérez, los capitanes del equipo, que le seguían sonrientes, Di Zeo maniobró como si él fuera el líder del equipo más popular del país y el que mejores relaciones tiene con el Gobierno de la Nación. El presidente, Mauricio Macri, fundó su carrera política presidiendo Boca Juniors entre 1996 y 2007. Di Zeo ya estaba en la Doce entonces y sigue mandando ahora. Encausado en la Justicia Penal por instigar dos homicidios, esta semana pidió permiso a un juez para salir de Ar</CF>gentina. Se supone que para presenciar la vuelta de la final de la Copa Libertadores prevista ante River, este domingo en el Bernabéu.

Bombos prohibidos

Casi anónimos, los futbolistas se subieron a un autobús blanco y desaparecieron en el tráfico de las autovías de circunvalación de Madrid con dirección al hotel de concentración en el barrio de Mirasierra, en el norte de la capital, bajo la vigilancia de un convoy de la Policía Nacional compuesto de tres furgonetas.

Junto a la puerta del hotel les esperaba otro lánguido grupo de hinchas procurando un coro: “¡Yo te voy a alentar como todos los años / ponga huevo xebeize...!”. La mayoría dijo residir en España y tener entrada para acudir a la final del domingo. Solo dos reconocieron haber viajado desde Argentina después de adquirir billetes de la bolsa de 10,000 que la Conmebol puso a la venta para socios de River y Boca residentes en Sudamérica. El coste del viaje es tan elevado que las entradas en cuestión no acaban de agotarse. Si algún vecino madrileño temió por la invasión de una horda de furiosos barrabrava, los representantes de la parcialidad boquense en Mirasierra sirven de alivio.

Respetuosos con la autoridad y con los futbolistas, a los que saludaron tímidamente, solo se mostraron frustrados por razones musicales. Cuando uno de ellos hizo ademán de tocar un bombo la policía española se lo impidió. Quedaron terminantemente prohibidos los estrépitos por causa de instrumentos de percusión.

Los médicos recomiendan un sueño tranquilo para superar el jet-lag y la plantilla tiene previsto hacer un esfuerzo para ajustarse inmediatamente al horario de Europa Central, con cuatro horas de adelanto respecto a Buenos Aries. Este jueves madrugarán para comenzar a entrenar en la ciudad deportiva de la federación, en Las Rozas, situada 25 kilómetros al norte.



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